En algunos casos en sus versiones impresas y en la mayoría en versiones electrónicas. Unos días después aparecieron un par de versiones un poco diferentes (debido a traducciones libres), también en algunos medios en español.
La nota generó revuelo más en Guatemala que en todos los lugares donde se reprodujo. Sólo en Plaza Pública hubo entre 3 y 5 notas que hacen referencia a Cayalá. Vale la pena acotar que, por lo menos una de las versiones en español, tiene algunas inconsistencias con la versión original en inglés; desde el titular hasta la distancia de Cayalá a la ciudad o al centro de la ciudad. La versión en inglés no menciona la distancia, por ejemplo, que menciona una de las versiones en español. Derivado de ese revuelo y dado que en el programa en Radio Infinita, que lleva el mismo nombre que esta columna (Temas y Debates), el enfoque es acerca de urbanismo, desarrollo sostenible y la construcción de ciudades, invité a varios de los involucrados para conversar sobre el tema.
Me acompañaron ese día en el programa Romina, Alejandro Biguria, arquitecto mencionado en la nota y miembro del CUB de la sexta avenida zona 1 y Juan Pablo Rosales, arquitecto neourbanista que participó en el diseño original y plan maestro de la propiedad del Grupo Cayalá. El punto de partida del debate fue la nota de Romina, pero conversamos acerca de los conceptos de fondo acerca del diseño de ciudades. ¿Cuánto del desarrollo de ciudades debe y ha sido responsabilidad de los privados? ¿Cuánto es y debe ser responsabilidad de las autoridades municipales?
Romina explica, en la versión en inglés, que Cayalá es una ciudad privada construida para evadir la delincuencia. La aseveración despertó mucho ruido, aunque no es el primero ni será el último proyecto que se diseñe de esa forma. Hay proyectos comerciales, industriales y de vivienda alrededor de la ciudad (y del país) que llenan esas características. Son desarrollos que se diseñan como complejos cerrados, con calles privadas detrás de muros y garitas que restringen el acceso. Son centros comerciales que en ocasiones reemplazan los espacios públicos. Son condominios que aíslan a los vecinos de las realidades fuera de esa propiedad en común; pero privada. Los hay para sectores con capacidad adquisitiva muy alta en carretera a El Salvador, zonas 14, 15 o 16, pero también los encontramos en las zonas 5, 6, 7, 11, 18 y en los municipios vecinos.
¿Por qué son cerrados? Porque nos da la percepción de que estando dentro de esos muros estamos más seguros. Sin embargo Cayalá tiene menos muros, menos puertas y menos garitas que los centros comerciales habituales, que los condominios a los que hacía referencia o incluso a veces que la misma sexta avenida, por las restricciones municipales.
Entonces, ¿cuál es el problema? El problema, desde mi perspectiva, es que Cayalá es algo completamente diferente, que surgió en medio de nada y que llama exageradamente la atención por su envergadura. ¿Es un paraíso (como lo dice el nombre Cayalá)? No, no lo es. Por eso digo que Cayalá, ni muy muy ni tan tan.
Por el momento se adaptó al sector donde está construido. Lo que sí es cierto es que es mucho más abierto que la mayoría de proyectos que ese mismo grupo hizo anteriormente en el mismo sector (condominios cerrados con muros y calles privadas) y mucho más abierto que la mayoría de proyectos similares de otros desarrolladores. Le hace falta un área de vivienda social integrada a Ciudad Cayalá.
La Ciudad de Guatemala ha sido construida, desde hace 237 años que Marcos Ibáñez y Luis Diez de Navarro hicieron el trazo original, tanto por privados como por el gobierno municipal o nacional. Ese trazo original es una cuadrícula que preveía áreas públicas y privadas claramente definidas. Demarcaba las áreas cívicas, religiosas, parques, calles, mercados y hasta lavaderos de una forma muy clara y definida. Esos diseños sostenibles, incluyentes y que permitan el desarrollo económico no son la norma y eso, principalmente, es el verdadero problema.
Necesitamos desarrollar ciudades sostenibles para la gente.
Dios los bendiga y les recuerdo que toda la gloria, la honra y el honor son siempre para Jesús.
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