Este tipo de proceso supone una gran labor debajo, que no se mira cuando escuchamos o leemos las noticias. Son decenas de personas detrás reconstruyendo una historia con datos fidedignos para convencer al juez de la probabilidad de una condena.
Además de los fiscales e investigadores, este logro es de un grupo de mujeres que con verdadero compromiso se han metido de lleno a la búsqueda de la verdad. Se creó Voces por Cristina con liderazgos notables como el de María Fernanda Gallegos o el de Tanya Lizárraga, mujeres valientes que no han cesado, que han acompañado a la familia Siekavizza en este laberinto escabroso que conlleva la desaparición de un ser querido.
¿Se imaginan esa angustia? ¿La incertidumbre de no saber, de no querer perder la ilusión de que un día milagroso la persona entre por la puerta y de que todo haya sido una pesadilla de mal gusto? ¿Y el transcurrir de los años? La vida pasa a dedicarse por completo al caso, a los expedientes, a hablar con la prensa, a ir a los tribunales, a forjar una coraza invencible. Brota una flor de la pura necesidad de resiliencia.
Porque el camino ha sido espinoso. Fueron años de búsqueda de Barreda, de su huida a México con los niños, de que fuera hallado, de lo que decían las computadoras, de que se cambió el nombre, de que la jueza anterior dijera que sin el cadáver no se comprobaría el femicidio, de que la madre de Barreda, por haber sido presidenta de la Corte Suprema, tenía tentáculos por todos lados… Hasta que se llegó a esta audiencia puntual y dejó un sabor generalizado de justicia.
Recuerdo cuando este año fui a un coloquio en el cual se abordó este tema, el de la falta de independencia judicial, el del litigio malicioso, el del rol de la víctima en los procesos. Y llegó alguien de Voces por Cristina que cuando habló, luego de escuchar a quienes después de 30 años persistían en la búsqueda de sus familiares desaparecidos en el conflicto armado, dijo que los entendía, que el sentimiento era el mismo.
Atajó en el salón de ese hotel un rayo que rompió el tiempo ideológico, las ropas, incluso las lenguas, pues muchos de ellos hablaban en su idioma maya natal. Nació una conexión de realidad a partir del sufrimiento y de la indignación de conocer en carne propia el paredón de la impunidad construido por quienes viven del poder.
Allí se ve que, con resoluciones como la que emitió el juez Miguel Ángel Gálvez este jueves, esa enorme tapia de concreto que sostiene a tantos criminales ha perdido fuerza. Fue un piochazo más para rajar la estructura que ha consentido la desaparición de Cristina y de tantos otros.
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