Del sistema, ya que los lazos familiares del perpetrador, Roberto Barreda de León, le facilitaron el encubrimiento del crimen en los primeros días. Le permitieron los pasos para la fuga y el secuestro de los hijos de la pareja y han mantenido el proceso judicial trabado en un cuello de botella. La madre, Beatriz Ofelia de León, expresidenta de la Corte Suprema de Justicia (CSJ), pervirtió el juramento como profesional y como funcionaria al buscar los vínculos que ayudaron al crimen y a su encubrimiento.
Dos gobiernos, dos administraciones judiciales, y el caso continúa en el parqueo, estancado a voluntad de un sistema que vuelve a victimizar a Cristina al negarle la justicia que merece y merecemos. Sí, que merecemos porque, como sociedad, nos golpea la violencia contra cada mujer. Contra Cristina o María o Mindi. Y es una violencia que se multiplica cuando la institucionalidad llamada a proteger o reivindicar solo funciona para dotar de impunidad a los responsables.
Retomar el caso de Cristina es también demandar la depuración del sistema que ha sido disfuncional para la sociedad y para las víctimas. Si, como señala Norma Cruz, hay involucrados personeros en el Ejecutivo y en el Legislativo, a lo que se suma la inacción del Judicial, en efecto se trata de un crimen de Estado, de un crimen en el cual se ponen en evidencia las redes de corrupción e impunidad que tanto daño le han causado a Guatemala.
Ya se dijo antes. A diferencia del juez de la dignidad, César Barrientos, Ofelia de León no dudó en utilizar sus nexos para procurar que su hijo se librara de la justicia. De ahí que también surjan dudas en torno al papel de Blanca Stalling, magistrada de la CSJ, respecto a la situación de su hijo, ligado a proceso por el caso de corrupción en el Seguro Social. Stalling únicamente ha pedido un mes de permiso, pero no es suficiente. Y no lo es por cuanto ella misma aparece mencionada en los elementos de prueba que ya han sido presentados.
La familia, las amistades y las Voces por Cristina no deben quedarse solas en su reclamo de justicia. Además de la demanda por la limpieza y sanación del sistema, es menester enarbolar la bandera por este caso, que desnuda de cuerpo entero el andamiaje de la podredumbre y de la cañería de la corrupción que hace falta destapar.
El juez Barrientos ofrendó su vida como única salida dejada por colegas que buscaron cercarlo mediante el chantaje con el caso de su hijo. Por el contrario, la jueza De León utilizó sus redes para proteger a su hijo del proceso por el crimen contra su esposa. La jueza Stalling, hasta ahora, amparada por sus colegas, se toma un mes de permiso, como si el proceso judicial contra su hijo o ella misma se dirimiera en 30 días.
El sistema de justicia se encuentra también en entredicho. Es necesario que avancen por buen camino todos los casos, tanto los de corrupción y pillaje contra el Estado como aquellos relacionados con crímenes como la desaparición y el casi seguro asesinato de Cristina. Si el movimiento social ha sido implacable con sus reclamos al Ejecutivo, que ni el Legislativo ni el Judicial se duerman en sus laureles porque el cansancio es general contra el sistema que los incluye.
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