Ninguna de estas fuerzas —quizá solo dos de entre muchas otras que desconocemos— tiene tampoco la obligación de manifestarse físicamente de forma alguna en apariencias rígidas ni dicotómicas. A riesgo de sobresimplificar un tema que de por sí es complejo (principalmente por la programación milenaria sobre los binarismos hombre/masculino-mujer/femenino con que la humanidad se ha desarrollado) y de que habrá un sinfín de personas que seguro puedan hacerlo mejor que yo, dado que el tema igual no se toca tanto como ya se debiera, trato de explicar en términos amigables esto que hoy por hoy me parece fundamental:
- En cuanto a la identificación con su cuerpo, las personas pueden ser cisgénero (es decir, que sí se sienten identificadas con el cuerpo que les fuera naturalmente asignado y las implicaciones de ello) o transgénero (que no se sienten identificadas con el cuerpo que les fuera naturalmente asignado y las implicaciones de ello, independientemente de que elijan modificar su cuerpo química o quirúrgicamente o no).
- Independientemente de lo anterior, en cuanto al género per se, las personas pueden elegir verse, sentirse y presentarse de distintas formas, que pueden o no adaptarse a las ideas binarias de lo masculino o lo femenino, o jugar con ellas. Esto significa que alguien puede elegir representarse ante los demás (de ahí lo performativo del género) con ropa o actitudes que se entiende que socialmente corresponden a hombres o a mujeres o a ninguno o a ambos. Digamos que las categorías aquí podrían, en todo caso, ser infinitas o nulas, dependiendo de qué tanto nos dejemos llevar por las creencias vigentes, que además cambian de tiempo en tiempo (recuerden que en alguna época de la historia los tacones eran para hombres y que hasta muy recientemente las mujeres no podían usar pantalón ni los hombres pelo largo...).
- Independientemente de las anteriores dos, un tercer elemento es la orientación sexual, que se limita a eso, al sexo y a la sexualidad como acto íntimo. Las personas pueden verse atraídas sexualmente por personas de su propio sexo y género o de otro distinto, o por personas que no se identifican con ninguno en particular, o incluso pueden ser asexuales y no sentir atracción de este tipo por persona alguna. Y no viene al caso si son cisgénero o transgénero. Estos gustos, además, pueden ser fluidos y variables a lo largo del tiempo (no importa si poco o mucho tiempo).
Un ejemplo sencillo para entender estas dos últimas clasificaciones es la frase de Junior LaBeija, un hombre homosexual que trabajaba como drag queen y aparece en el [esencial] documental Paris is Burning: «Sexual orientation is whom you go to bed with, whereas gender is whom you go to bed as». Esto, traducido libremente por mí, resulta significando algo como: «La orientación sexual es con quién te vas a la cama, mientras que el género es quién sos cuando te vas a la cama». Los nombres con que actualmente se conocen las orientaciones sexuales (hétero, homo, bi, pan…) se difuminan al intersecarse con la identidad y con el género. Valga decir, además y como mera acotación, que ser drag queen es una mera profesión y no incide necesariamente ni en la identidad corporal ni en el género con el que la persona se identifica realmente ni con su orientación sexual.
Usando ejemplos de moda y con celebridades [solamente porque facilitan la visualización del tema], digamos que la persona que ahora públicamente se identifica como Caitlyn Jenner, que nació con cuerpo de hombre, es una mujer (pues bajo ese esquema elige desde ahora verse y expresarse) transgénero (pues su cuerpo original no coincide con su verdadera identidad) homosexual (pues, siendo mujer, su atracción sexual es hacia otras mujeres). Del mismo modo, la persona que ahora públicamente se conoce como Chaz Bono (hijo de la cantante y actriz Cher), que nació con cuerpo de mujer y en un principio se identificó como mujer lesbiana, es ahora un hombre (pues bajo ese esquema elige ahora verse y expresarse) transgénero (pues su cuerpo original no coincide con su verdadera identidad) heterosexual (pues, siendo hombre, su atracción sexual es hacia mujeres). Y sí, con la mente y el corazón abiertos, todo esto es tan complejo como chilero.
Pero al final de cuentas, creo, todo debería ser tan sencillo como respetarnos y aceptarnos individualmente unos a otros, como seres humanos equivalentes que somos. Sin embargo, me parece sano tener estas charlas sobre categorías siempre que no las entendamos como limitativas. El género y la sexualidad son personales y como tal, como se dijo antes, pueden ser dinámicas y variantes y fluidas. Y en realidad, siempre que nos conozcamos a nosotros mismos y las distintas posibilidades que tenemos de ser nosotros y ser felices, no importan las etiquetas. En algún otro momento futuro de la historia de la humanidad, esto ya será solo recuerdos que sorprendan por su otrora limitación a los seres humanos del mañana.
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