Son rincones culturales perdidos, ahogados y casi extintos en esta extraña ciudad, donde de por sí la palabra bar, para usuarios y autoridades, es sinónimo de chupar, de ponerse a verga, de armar vergueo. Nadie va ya a un bar a escuchar música. O, bueno, lo hacen muy pocos.
En estos rincones la música, más que un elemento decorativo, es un elemento fundamental. Ir a un concierto en un bar como estos es más una experiencia cultural que una simple sali...
Son rincones culturales perdidos, ahogados y casi extintos en esta extraña ciudad, donde de por sí la palabra bar, para usuarios y autoridades, es sinónimo de chupar, de ponerse a verga, de armar vergueo. Nadie va ya a un bar a escuchar música. O, bueno, lo hacen muy pocos.
En estos rincones la música, más que un elemento decorativo, es un elemento fundamental. Ir a un concierto en un bar como estos es más una experiencia cultural que una simple salida a ingerir licor. Y es por la música y por estas experiencias culturales que estos lugares generan fidelidad entre sus usuarios y los artistas que allí se presentan. La gente no necesariamente va por moda.
Trágicamente, estos bares van desapareciendo, y nosotros, los adictos a la música, tenemos que migrar. No es nuevo. En el olvido y la nostalgia quedarán lugares como Pie de Lana, Café Oro, La Bodeguita del Centro, La Bohème, Bad Attitude, Casa Comal y un largo etcétera.
La última pérdida trágica es la de Los Lirios, stage bar ubicado sobre la séptima avenida de la zona 1 y que desde hace algún tiempo había dado un giro en su concepto para convertirse en un espacio vivo y abierto para la música alternativa local, tanto de bandas de trayectoria como de actos noveles.
Al parecer, la Municipalidad se ha dado a la tarea de cerrar los lugares que no cumplen con la exhaustiva lista de requerimientos para tener un bar en el Centro Histórico, lo cual, claro, es parte de su trabajo.
Sin embargo, una fuente cercana a la institución asegura que se trata de una política mucho más agresiva y no dirigida exclusivamente a Los Lirios, como muchos pensaban. Es un operativo sistemático para limpiar la zona 1 debido a la creciente violencia y a las disputas entre borrachos que han terminado en asesinatos en la calle o en bares literalmente de mala muerte.
No es la primera vez que sucede. Cuatro Grados Norte comenzó como un sector cultural hasta que bares y discotecas (aprobados por la misma Municipalidad) acarrearon problemas similares a los que hoy vive la zona 1, algo que terminó por matar aquella primera versión del sector.
El punto triste es que no se divisa en la Municipalidad la más mínima intención de aplicar una política de prevención de este tipo de accidentes. En cambio, pareciera que ha optado por la pena de muerte para todos los bares del sector, de pronto hasta con intenciones más allá de lo que hoy se percibe.
Y es así como la violencia se convierte en negocio para unos y en desgracia para otros, incluyendo a los que migramos de lugar en lugar, buscando que la cultura y la música no sean víctimas de este alrevesado sistema.
Esperemos que Los Lirios renazca porque espacios como este hacen falta.
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