Concretamente, Trump ha apuntado que el nuestro es un país "increíble", pero que como "está enfermo, es el momento de aprovecharse de ello".
Pero, al parecer, Trump no es el único decidido a hacer leña de este árbol caído. Porque el multimillonario estadounidense Sheldon Adelson, que ha construido su fortuna gracias al honorable negocio del juego, parece haber visto la oportunidad de hacer mucho dinero en un país herido como este hace ya algún tiempo, incluso antes de que lo haya hecho Trump.
Porque Adelson lleva bastantes meses barajando la localización para la construcción en España de un macrocentro recreativo con casinos, restaurantes, tiendas y hoteles al más puro estilo de Las Vegas. De hecho, el nombre para el proyecto no es otro que el de Eurovegas. Y las dos candidatas para albergarlo son Madrid y Barcelona.
Su compañía ha adelantado que en la primera fase de construcción de Eurovegas se generarán, como mínimo, unos 15.000 puestos de trabajo en el sector de la construcción. Mientras que, una vez terminado, se emplearía a unos 15.000 trabajadores en los servicios del complejo.
Quizá a causa de tan alentadoras cifras y en mitad de un panorama tan oscuro, tanto Esperanza Aguirre como Artur Más, PRESIDENTES DE LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS de Madrid y Cataluña respectivamente, no han dudado en recibir al propio Adelson y a sus delegaciones mostrando una hospitalidad y una predisposición dignas de ser analizadas, ante la posibilidad de que el inversor implante Eurovegas en su comunidad.
Pero, aunque desde el sector político no se quiera decir, como siempre, no es oro todo lo que reluce, ni mucho menos. Por ejemplo, el objetivo de la empresa es obtener un 20 % de retorno sobre la inversión. Y para la construcción de la primera fase del proyecto, Adelson proporcionaría aproximadamente el 35 % del capital (unos 2,000 millones de euros).
Y es aquí donde empiezan los problemas. Porque el empresario ha indicado que para que Eurovegas pueda construirse en España, es necesario que el resto (ni más ni menos que unos 4,000 millones de euros) pueda financiarse con créditos bancarios.
Pero la cosa no acaba aquí. Porque para crear el complejo que Adelson propone se ha puesto como condición necesaria que se produzcan una serie de cambios legislativos. De hecho, ya ha habido contactos para conseguir exenciones fiscales e impositivas, rebajas en las tasas de juego o para habilitar zonas para fumadores en los casinos.
Por lo que parece, nada de esto va a suponer un problema para la clase política, que se está mostrando dócil y sumisa ante las peregrinas peticiones del empresario, mientras se está más que dispuesta a que España sea el lugar en el que una persona de dudosa reputación (estamos ante el mayor financiador de la campaña del candidato republicano a la presidencia estadounidense Heinrich y asegura sin pudor que no le gusta pagar impuestos) vaya a campar a sus anchas, abriendo la beda a otros de similar estirpe.
Y los ciudadanos, atónitos, nos preguntamos: ¿por qué si el crédito está congelado para familias y PYMES, va a abrirse sin límites para Eurovegas?, ¿por qué tenemos que permitir que Adelson gane dinero a nuestra costa sin que se rija por los impuestos y las leyes por las que nos regimos todos los españoles?, ¿por qué en lugar de atraer a negocios tan frívolos como el juego no apostamos de una vez por todas por la innovación, la ciencia y las inversiones con visión de futuro abandonando para siempre la cultura de la especulación y el dinero fácil?, ¿será cierto entonces que no hemos aprendido nada de todo lo ocurrido en estos últimos años?
De todos modos, pensándolo bien, muchos, sin apellidarse Adelson ni venir del extranjero, se han comportado del mismo modo durante mucho tiempo sin que nadie se lo haya impedido ni hayan pagado por ello.
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