El Partido Patriota se nutre de esas fuentes. Así su comando de campaña organiza a sus activistas por células y de forma piramidal tal como fue la organización de las fuerzas clandestinas en Vietnam, Argelia y en el caso más conocido por ellos, Guatemala.
Esta experiencia fue obtenida por Otto Pérez en su carrera como oficial de inteligencia. Lo mismo se puede decir del jefe de comando de la campaña de ese partido, el teniente coronel Mauricio López Bonilla.
El pasado del primero ha llamado la atención de algunos medios y ha estado en boca de defensores de los derechos humanos que ven su probable elección como presidente de la República, como una aberración. Del segundo se habla menos pero fue preparado, entre otras, para realizar acciones directamente en contra del Frente Javier Tambriz de la Organización del Pueblo en Armas, ORPA. Entrar al detalle de estas acciones realizadas por López es harina de otro costal que nos reservamos para ocasiones futuras.
Buscan también con un éxito eleccionario dar respuesta satisfactoria a los millones de dólares invertidos por sus financistas. Respecto de estas fuentes financieras no hay que especular mucho, ya que el mismo candidato presidencial confesó al antiguo embajador norteamericano James Derham, de dónde llegaron los dineros de su anterior campaña. Y en la lógica de los oligarcas y del negocio político, es fácil suponer que son las mismas las que financiaron la de ahora.
Ya se sabe, se invierte dinero en algún candidato con posibilidades de triunfo y con pocos escrúpulos, si no se triunfa pero se alcanza el segundo lugar, la costumbre permitirá jugar a una segunda oportunidad en la siguiente elección para intentar ahora sí, con amplias posibilidades llegar al Guacamolón. Esto para amarrar negocios que permitan resarcirse de las pérdidas de las elecciones anteriores, de los costos de la última y obtener nuevos beneficios, de eso se trata, se invierte para ganar dinero y no para otra cosa.
La sabiduría popular siempre encontró en el color naranja del Partido Patriota el mismo color naranja de Pollo Campero y como dicen que el pueblo no se equivoca, entre los financistas de la campaña anterior del PP, estuvo Dionisio Gutiérrez quien por su parte, no sólo contribuyó con dinero, sino también la hizo en otros tiempos de orientador político, antes de declararse perseguido y salir al duro exilio. Recordemos su programa de “opinión” Libre Encuentro, su columna en Nuestro Diario y su participación en otros foros. No sólo “hace vaca” o “coperacha” con pisto, sino también le gusta meterse en la jugada. Más discreta es la familia Herrera, a ellos les basta con poner su parte y dedicarse a manipular los precios del azúcar, en donde siempre salimos jodidos los guatemaltecos. Ese es el caso de los Novela, ellos sólo echan polvo en los alrededores con la producción de cemento, destruyen el paisaje y hacen pisto en las comunidades en donde localizan su minas, así también va por ese estilo la familia Castillo.
¿Pueden dormir tranquilos estos capitalistas? Lo más seguro es que sí, porque si su inversión no está completamente asegurada por ahora, lo más probable es que en la segunda vuelta electoral la afiancen.
¿Y con la izquierda qué? Por el contrario, la izquierda se empeña en repetir sus errores y las malas prácticas del pasado.
Empecemos. Incluir como su candidata presidencial a Rigoberta Menchú fue una decisión cupular al más rancio estilo autoritario del tiempo de la guerra interna. Fue una imposición oportunista que tuvo como efecto la separación del Frente Nacional de Lucha y de Tzu Kim Pop, organización esta última integrada por miembros de URNG. Al respecto la candidata le quitaba importancia a estos hechos, pero más allá de si la salida de estas dos organizaciones restarían o no, votos a la Doctora, lo que hay que subrayar es esa mala práctica de pasarse por el arco del triunfo la opinión de las bases. Los militantes de URNG, entre ellos varios indígenas con los que platicamos, fueron siempre críticos contra la Nobel, esto antes y después de nombrarla candidata. En comentarios anteriores a toda la bulla de las elecciones con el máximo dirigente de una de las organizaciones del Frente Amplio –así a secas, aunque entre ellos le agreguen el de “izquierda”-, comentamos el carácter tránsfuga de Menchú. Coincidimos en que Rigoberta Menchú es un ser políticamente ficticio, si tomamos en cuenta su origen político y de clase con los servicios que le ha prestado a la derecha.
Todo esto a pesar de las opiniones de un sociólogo centroamericano conocido también como el Oráculo de Europlaza, quien en las elecciones pasadas sostenía que la actual candidata del Frente Amplio (así nomás), era la candidata natural de la izquierda. Olvidaba los servicios de ella al gobierno declarado y realmente empresarial de Óscar Berger. Más tarde este sociólogo con candor, decía que era llamativo el hecho de que los ladinos de izquierda rechazaran a Menchú como candidata. Era una manera gentil de insinuar racismo en estos. Vean qué dulce ese veneno. Pero esto ya es el pasado, ¿ahora que nos queda para el futuro?
Impugnaciones de resultados de por medio, dos o tres golondrinas no hacen verano. Además, la bancada en el Congreso de esta fuerza leve será fugaz e inatrapable como el viento. No hay coincidencia política entre el o los de izquierda, con el ínclito integrante de la élite académica maya -el señor Pop-, quien seguramente se sentirá más cómodo en otro grupo. Los intereses políticos de los mayas son diversos y hasta contradictorios; por eso su participación política esencialmente hasta ahora ha sido a título personal. Nadie representa intereses políticos colectivos por el simple hecho de pertenecer a la misma etnia, suponer eso es uniformizarlos, lo que constituye una forma de racismo. Tienen esta élite y la élite política maya la oportunidad de desmentir al autor de estas palabras y ojalá lo logren para bien de todos.
Más de este autor