Gallinas que comen huevo
Gallinas que comen huevo
Tras el fiasco de la invasión por Bahía Cochinos, la CIA impulsó una acción encubierta contra Cuba: Mangosta. La región era un río revuelto de conspiradores en donde se involucraban gobiernos, contrarevolucionarios de toda laya, soldados de fortuna y hasta acaudalados empresarios. La participación de Roberto Alejos Arzú en aquel fallido intento de invasión es bien conocida. No tanto el intento de invasión armada a Guatemala con el objeto de derrocar a Enrique Peralta Azurdia en 1965. Esta glosa toma como fuente la declaración de Luis Sierra López rendida ante el capitán Fernando Gutiérrez Barrios, en funciones de director de la Federal de Seguridad de México.
El gato y el ratón /1
–Mi nombre es Roberto Alejos Arzú –dijo la voz desde el otro extremo de la línea telefónica.
Cuando el cubano Luis Sierra López recibió esta inesperada llamada en su casa situada en 1133 North West, Terrance, Miami, Florida, en abril de 1965, había recorrido ya un largo camino desde la llegada de su país natal. En marzo de 1960 ingresó de Cuba por Cayo Hueso en territorio norteamericano, por medio de los servicios de “Aerovías Q”, e inmediatamente se dirigió a Miami. Abandonó Cuba por estar en desacuerdo con el régimen de Fidel Castro, su propio hermano y sobrinos suyos purgaban penas en prisiones de los revolucionarios los que, como se sabe, habían derrocado al dictador Fulgencio Batista y tomado el poder el año anterior. Cuando Sierra López se ganaba la vida como pintor de carros en la ciudad de Miami, fue contactado por el Frente Revolucionario Democrático, una organización anticastrista empeñada en derribar a ese régimen político. Abandonó su noble oficio y se dejó reclutar por la Brigada 2506 la que se entrenó en Guatemala en la Finca Helvetia, propiedad de Roberto Alejos Arzú con el objeto de invadir Cuba, por Bahía Cochinos.
Ya en el calor de la boca costa del Retalhuleu guatemalteco, Sierra López junto a otros 500 cubanos, fueron entrenados por exmilitares de esa misma nacionalidad y previo al desembarco con, 12 hombres más, bajo el mando de Miguel Orozco, fueron infiltrados por mar en el territorio de esa Isla para realizar acciones de apoyo. Fracasado el desembarco -como es de conocimiento general-, formaron un grupo comando que operó clandestinamente contra el gobierno en actividades de organización de la resistencia y sabotaje hasta 1962. Ese año, en la misma embarcación en la que llegó a Cuba, regresó a EE.UU.
Por sus méritos causó alta en el Ejército de los EE.UU, el 18 de marzo de 1963 en Forth Beninng, Georgia, con el grado de segundo teniente. Pero en ese punto, cuando se podría considerar que Sierra López había encontrado el dulce camino del sueño americano como premio a sus actuaciones militares, fue de nuevo contactado por otra organización en contra de Castro.
Sierra López disfrutaba de un tiempo franco en Miami cuando lo abordó Manuel Artime, hombre de estatura mediana, tez clara, frente amplia, pelo crespo y bigote recortado, jefe además del Movimiento de Recuperación Revolucionaria, le propuso actuar militarmente para acabar con la revolución cubana. Sierra entonces pidió su baja el 9 de octubre de 1963, para embarcarse de nuevo en una aventura que lo llevó a entrenar a 82 efectivos durante 4 meses, en algún lugar de las selvas nicaragüenses. En marzo de 1984 renunció al grupo por considerarlos poco decididos a la acción y por no estar de acuerdo con la dirigencia. En abril, Sierra López de nuevo pinta carros en la Ciudad de Miami como ocupado hombre de bien, labor que devenía en una pantalla encubridora de un veterano de la resistencia armada contra el régimen cubano. Un tercer grupo autodenominado Representación Cubana en el Exilio, de Mass Canosa, anticastrista de amplias credenciales entre las distintas organizaciones de seguridad de América Latina, lo contactó y le propuso ser el ayudante del jefe militar, capitán Oneido Oliva. Ingresó, pero debido a la falta de apoyo el proyecto cayó por su propio peso.
–Mi nombre es Roberto Alejos Arzú –dijo la voz desde el otro extremo del hilo telefónico y ese timbre le recordó los días en la Helvetia, las visitas que había hecho para visitar a los 500 hombres que se entrenaban en su propiedad y de alguna vez en la que Sierra López lo había visitado en la Ciudad de Guatemala, esto no sin antes recordarle todo lo que había hecho por la causa cubana. Quedaron por lo tanto, de reunirse dos días después en la casa que habitaba Alejos, en esa misma ciudad de Florida, USA.
Cuando el citado llegó puntual dos días después de la charla telefónica a 180 Palm Island, Miami, Florida, Alejos abundó sobre las razones para pedirle que se reuniera con él. Le contó entonces que en Guatemala gobernaba un dictador, Enrique Peralta Azurdia, quien mediante un Golpe de Estado, impidió que él, Roberto Alejos Arzú, llegara al poder ya que fue candidato oficial a la presidencia y que por esta causa, las elecciones fueron suspendidas, que el coronel golpista estaba llevando al país al caos. Dijo, también, ser el jefe del Comité Cívico Militar del Movimiento Constitucionalista y que tenía huestes numerosas para actuar al interior de Guatemala, luego que se diera el primer golpe.
El Plan
Consistía en la toma sorpresiva de un cuartel militar mediante una acción comando de 30 hombres que serían reclutados y liderados por el mismo Luis Sierra y armados con un arsenal que Alejos tenía almacenado en un apartamento en Miami. El traslado del grupo comando se haría en un bombardero B-25, dirigido para la misión por Evelio Alpízar Pérez, expiloto de la Fuerza Aérea Cubana batistiana que había participado ya en misiones de bombardeo de objetivos en el suelo cubano. Este personaje era propietario de un bombardero similar, que Alejos Arzú le compraría para ese fin.
Luego de tomar el cuartel con el apoyo de cien hombres armados localizados en Guatemala y dispuestos a jugársela, se repartiría propaganda instando a la población a unirse al movimiento, se les sumarían los numerosos simpatizantes que Alejos aseguraba tener a la espera de la primera acción, y marcharían sobre la Ciudad de Guatemala, para aprovechar el descontento generalizado con el gobierno de Peralta. Con todo esto, el éxito de la operación planteada y a la que lo invitaban para comandarla, era seguro.
A cambio de estos servicios Alejos, como gallina que come huevo, ofrecía permitir y apoyar la instalación de varios campamentos para que se entrenaran las fuerzas anticastristas. Sierra López -como gallina que come huevo-, puso la condición de que se le unieran dos hombres de su confianza, Eugenio Aguilera Frutos y Mario Sesma Esteves, y con esto quedó felizmente cerrado el trato.
El plan preparatorio incluía también que una vez en México, Sierra López pasaría ilegalmente la frontera con Guatemala y realizaría un viaje exploratorio para estudiar las condiciones operativas a las que se enfrentarían sus hombres, la misión incluía además, contactos con leales a Alejos y determinar una pista que cumpliera las especificaciones para el aterrizaje de un B 25.
Las acciones y los actores
Intentaron tramitar visas mexicanas en el consulado mexicano en Miami, pero en el caso de las solicitudes de cubanos la respuesta llegaba después de tres meses, lo que alargaba los plazos para iniciar la invasión y corría el riesgo de desaprovechar el supuesto descontento general en contra del gobierno de Peralta Azurdia. Gracias a los múltiples contactos de Alejos con funcionarios guatemaltecos en servicio, le entregó por fin un pasaporte guatemalteco expedido en la Ciudad de Guatemala, bajo el N° 124660, el día 20 de octubre de 1964, con lo que tramitó y obtuvo sin problemas la tan buscada visa mexicana. Le entregó también los boletos N° 282256, México-Tapachula y viceversa de Mexicana de Aviación, le dijo además que en caso de algún problema en el territorio mexicano, podía sin pena recurrir al apoyo del embajador de Guatemala en México, un señor de apellido Linares, y le dio el número telefónico de la Embajada, 464876 y el 455414, de la vivienda del señor embajador.
Los contactos
Llegó en un vuelo de la extinta línea aérea Panamerican, a las 20:00 horas el sábado 24 de abril de 1965 y con su nacionalidad guatemalteca se dirigió al Hotel Palace ubicado en la calle Ignacio Ramírez N° 7, donde se alojó y desde donde llamó a Víctor Cohen Sharaff. A Cohen Sharaff, ya Alejos le había advertido desde Miami de esa llamada. Cohen era su primer contacto en esa Ciudad inmensa y serviría de puente para ponerlo en relación, en la ciudad fronteriza de Tapachula, con Rafael Rímola Jáuregui, otro de los conspirados. No obstante el intento de comunicarse telefónicamente con Cohen fue infructuoso. Una voz del otro lado del aparato le informó que el personaje no estaba disponible. Dejó entonces su nombre y el teléfono del hotel en el que se hospedaba y le dijo a la voz que le devolviera la llamada al Hotel.
Pasó lo que quedaba del resto de la noche y la mañana del día siguiente. No fue sino hasta después del mediodía, a la una, que se estableció la comunicación. Sierra López viajaba por la tarde hacia Tapachula y el tiempo lo apremiaba, ante esas prisas y la incapacidad de Cohen de viajar con él, le dio la referencia de una tienda de su propiedad, llamada “La Nacional”, en donde el encargado de la misma lo pondría en contacto con Rafael Rímola Jáuregui, quien lo alojaría en su casa.
Gracias a este procedimiento pudo llegar y alojarse en la casa del Rímola, un hombre que medía 1.72 cms, de pelo castaño, nariz convexa y de complexión fuerte. Esa misma tarde le fue presentado Jorge, quien le serviría de guía para internarse ilegalmente en territorio guatemalteco. En compañía de éste y de Rímola llegaron a un lugar conocido como “Las Margaritas” en donde se quitaron la ropa y con el agua a la cintura cruzaron el Río Suchiate.
Ya a mitad del río, del otro lado de la frontera se podía ver un carro Hillman que los esperaba y que sería conducido por Carlos, el jefe de los conjurados al interior del país. Se internaron en el Hillman sobre la carretera Panamericana hacia el oeste y durmieron en un hotel entre Coatepeque y Retalhuleu.
Una pista para mi avión
El día siguiente, lunes 26 de abril, se dedicaron a explorar aeropuertos en los que pudiera tomar tierra el bombardero mencionado. Evaluaron campos aéreos en Coatepeque, en Retalhuleu, el de una finca más, pero ninguno reunía las condiciones de un mínimo de 700 metros para el aterrizaje de un B 25. Sólo dos entre los campos inspeccionados reunían las condiciones, el de Cobán y el de Quetzaltenango. Hizo contactos con algunos cómplices de Alejos que, de acuerdo con lo dicho a Sierra, capitaneaban grupos afines a la empresa en la que se empeñaban. Participó también en una reunión con pilotos en la Ciudad de Guatemala, entre los que estaba un exjefe de la Fuerza Aérea, conocido como el coronel Lemus. Asimismo se encontraba allí el “Mono” Urrutia, un piloto con mucha experiencia cuyo nombre Sierra no menciona, el teniente coronel Manuel Chávez y otros más. Y aunque con ellos sólo platicó de la situación general de Guatemala, manifestaban desafección por el régimen de Peralta Azurdia. Se hablaba también de rumores de un Golpe, organizado por Alejos Arzú. Hubo de desandar el camino de ida para llegar el miércoles 28 de ese mes, aproximadamente a las 14:00 horas, de nuevo a Tapachula, lugar en el que se reunió finalmente, con Víctor Cohen Sharaff y con Rafael Rímola Jauregui, quienes al final del día insistieron en acompañarlo al aeropuerto de ese lugar, de donde Sierra volaría a la Ciudad de México a las 20:50 horas, en ese puerto aéreo fueron capturados por efectivos de la (policía) Federal de Seguridad de México.
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Otro documento más del legajo que contiene información sobre estos hechos, marcado a mano y en tinta azul con el número 55, es un punteado y el N° 4 informa que “las competentes agencias de los Estados Unidos están siguiendo de cerca el desarrollo de los planes de invasión del grupo y están permitiendo que la trama continúe hasta un punto en que sea posible la confiscación de las armas y la prosecución de los participantes. Se está manteniendo al gobierno de Guatemala informado”. A lo que habría que agregar que esa “acción encubierta”, fue vigilada durante su desarrollo por la seguridad de tres países
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