Es estructural, no coyuntural

Han hecho de Guatemala un país invivible para las mayorías. Los responsables de esto son ese pequeño grupo que ha ostentado el poder y control del Estado, el cual se niega a ceder sus privilegios aun cuando estos provocan hambre y empobrecimiento a miles de personas. La población está cansada. Luego de la persistencia de los problemas estructurales, de una pandemia, del incremento de los precios de la canasta básica y de los servicios básicos, hay un recrudecimiento de la desigualdad. Tanto trabajar para no tener nada; una cotidianidad que agobia y desespera.  

La prepotencia con la que los funcionarios del Estado actúan tiene que ver con el papel que fungen en el sostenimiento del sistema; son serviles y complacientes con el patrón al mismo tiempo que son hostiles, violentos y altaneros con la población. Lamentablemente mucho de lo que vemos es solamente lo que se nos permite ver, es por ello que no podemos olvidar que los títeres no se manejan solos, pues tras de ellas y ellos están los jefes, los dueños de la finca, los que dan las órdenes para que sus sirvientes las ejecuten. Sí, así es como funciona el Estado colonial.

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19 días de resistencia y movilizaciones han puesto temas fundamentales para el futuro político del país: la importancia del reconocimiento y respeto hacia la fuerza política y organizativa de las autoridades y comunidades de pueblos originarios que han sostenido el paro, así como la necesidad de un cambio del modelo político del Estado, porque aun siendo una demanda legítima la exigencia de la renuncia de Consuelo Porras, Rafael Curruchiche, Fredy Orella y Cinthia Monterroso, esto en sí mismo no resuelve los problemas de corrupción, clientelismo y servilismo propios del Estado colonial, así como la persistencia de los problemas estructurales.

Por supuesto que cualquiera podría refutar la idea anterior argumentando que en ningún momento se ha hablado de que ese sea el objetivo, el resolver dichos problemas, lo cual es cierto, sin embargo, la coyuntura podría ser una oportunidad para pensar y hablar de ello, de la urgencia de provocar transformaciones profundas, porque únicamente cambiando el sistema se generarán las condiciones necesarias para que todas las personas de este país gocen de los mismos derechos y tengan las mismas oportunidades, lo cual hasta hoy no es posible porque persisten el racismo, clasismo y el patriarcado.

En estos días que se conmemora la Revolución de octubre evoquemos nuestra historia; no podemos olvidar las razones por las cuales el gobierno de Jacobo Árbenz fue acusado de comunista por los gringos imperialistas, de los cuales hasta hoy no nos hemos liberado. Tampoco somos libres de esa oligarquía, que no ha pensado dos veces en pagar y enviar a grupos armados para ir a atacar a las y los manifestantes, asesinando a Francisco Gonzalo Velásquez en Malacatán, San Marcos, el pasado 16 de octubre.