La transición de una agricultura intensiva en mano de obra a una agricultura y una acuicultura intensivas en tecnología y capital es necesaria para la generación de oportunidades reales de desarrollo económico en dicho sector. Si aquella se mantiene enfocada en mano de obra barata y abundante, solo continuará manteniendo campesinos con bajos niveles educativos y empresarios agrícolas, pequeños y grandes, interesados en dicho tipo de trabajadores.
Lo que necesitamos, entonces, es generar los incentivos que permitan la transición hacia un tipo de agricultura y de acuicultura más sofisticado. Existen ya muchos esfuerzos positivos encaminados en la dirección correcta. Un número considerable de empresarios involucrados en la agricultura y la acuicultura de exportación se ven incentivados a realizar inversiones importantes en capacitación, tecnología e investigación y desarrollo para ser competitivos a nivel mundial. No solo es la competencia internacional lo que ha hecho esto, sino también la transición hacia productos de mayor valor agregado, que requieren procesos productivos más sofisticados y, por ende, trabajadores más tecnificados. Esto lleva, a la vez, a un mayor encadenamiento industrial. Por eso mismo es que como país necesitamos ser agresivos en nuestros esfuerzos por transformar el sector agrícola, en el que hasta hoy se concentran los grandes bolsones de pobreza y desnutrición del país. Ver los ejemplos de cómo otros países han apoyado distintos productos sofisticados agrícolas es valioso, tales como Chile en salmón y frutas, Ecuador en camarones, Colombia y Taiwán en flores, Perú en vegetales y México en sus productos frescos en general. El apoyo de estos países a dichos sectores nos muestra la importancia de apostarles a productos agrícolas más sofisticados y el rol positivo que tiene la colaboración público-privada en materia económica.
¿Cuáles son los obstáculos que existen en Guatemala para poder dar dicho paso hacia una nueva agricultura y una nueva acuicultura? Son ocho las restricciones que inciden en que estas se generalicen a lo largo del territorio nacional. Aquí me enfocaré en las primeras cinco restricciones. Primero, se carece de una visión de modernización del sector agrícola y acuícola guatemalteco que permita articular claramente la dirección a tomar y que sirva de guía a las autoridades y a los empresarios guatemaltecos. Segundo, no existe una adecuada institucionalidad para afrontar los retos económicos del país. Se necesita apoyar claramente la función del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA) en materia sanitaria y fitosanitaria, sin lo cual no se puede exportar. Y, más aún, contar con una adecuada institucionalidad, con la fortaleza para impulsar soluciones a largo plazo en materia de competitividad. Tercero, la insuficiente inversión pública y privada en investigación y desarrollo (R&D, por sus siglas en inglés), la cual determina la continua competitividad en este sector. Esto es vital no solo para poder mitigar el impacto del cambio climático en las cosechas, sino también para protegerlas contra plagas y a la vez identificar cuáles son los cultivos que resultan más productivos y de mayor valor para el país. Más aún, la investigación y el desarrollo de subproductos industriales se encuentra ausente para la mayoría de los productos agrícolas del país, por lo cual se desaprovechan oportunidades gigantescas para el país.
La cuarta restricción es que no contamos con infraestructura y servicios logísticos a bajo costo y de alta calidad para ser competitivos. Esto es un problema, pues, aun si los agricultores son altamente productivos, los costos de transporte pueden ser tan elevados y los retrasos tan grandes que los sacan del mercado. Por algo Guatemala históricamente no ha exportado productos perecederos. Así que, si el reto es exportar productos perecederos de alto valor, es necesario resolver esta situación. La quinta restricción tiene que ver con la baja productividad de los campesinos debido a que carecen de infraestructura productiva. Allí las apuestas por riego, bodegas, garantizar la cadena de frío, etcétera, resultan esenciales, especialmente en tanto que exportemos productos frescos de alto valor. Las otras restricciones tienen que ver con el desaprovechamiento de los mercados domésticos y externos, así como con temas laborales y regulación. Finalmente, se reconoce que varios productores se encuentran en crisis porque las devaluaciones de otros países han ido sacando del mercado a Guatemala, pues se han vuelto más competitivos para exportar.
¿Qué podemos hacer para resolver estas restricciones? Esa es la idea de la Hoja de ruta de alto impacto para acelerar el crecimiento del sector exportador agrícola, de pesca y de acuicultura. Es un análisis en el que colaboré con Agexport durante el mes de mayo para generar propuestas de política económica que puedan tener un impacto positivo en los principales retos al crecimiento de determinados sectores exportadores del país. Cabe recordar que previamente colaboré presentando propuestas para los sectores de manufacturas y de tecnologías de la información. Con estas propuestas, la colaboración público-privada puede generar una nueva dinámica económica para el país.
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