Una Guatemala justa, equitativa, sostenible y solidaria representa un horizonte de transformación. Es un sueño si se piensa desde las condiciones políticas actuales. No obstante, es un sueño alcanzable si alimentamos la voluntad transformadora y la convertimos en mecanismos de articulación política que desemboquen en una multiplicidad de estrategias impulsadas desde distintas plataformas políticas: una pluralidad, pero con objetivos claros de transformación, cuyo encuentro sea la búsqueda de una Guatemala que garantice vida digna para todos y todas.
Hoy vivimos tiempos de incertidumbre frente al panorama de un nuevo evento electoral a realizarse en menos de tres semanas. Las luces que se abrieron después del 16 de abril amenazan con volver a apagarse. Y no es para menos. Toda una maquinaria político-electoral construida bajo el principio del aprovechamiento de un Estado patrimonialista no se va a frenar fácilmente. Porque los intereses en juego son muchos, y la fuerza movilizadora y creativa que ha surgido en esta coyuntura y sus alianzas con luchas rurales pueden resultar aún insuficientes, ya que los tiempos de maduración organizativa no son los mismos de los tiempos electorales, aunque no hay que descartar que esta alianza pueda forjarse en oposición a ellos.
Por eso es importante discutir sobre corrientes de opinión que se ponen en la tribuna pública sin un análisis profundo, sobre las diferentes aristas que representa el problema de situarnos, siempre desde la resignación, en un aparente realismo que nos nubla la posibilidad de construir algo diferente desde la incertidumbre y la posibilidad de lo desconocido. Es por esta razón que me he animado a discutir la postura política hecha pública del analista Manolo Vela, no con el fin de personalizarlo, sino porque refleja una práctica política muy difundida entre líderes, activistas e intelectuales comprometidos con una Guatemala radicalmente diferente a la actual. Busco ofrecer argumentos que permitan ampliar el análisis para que los ciudadanos y las ciudadanas que piensan ejercer su derecho de voto cuenten con otras miradas y alternativas. Reitero lo expresado en mi argumentación expuesta en las redes sociales: respeto al académico y analista Manolo Vela y puedo decir que comparto algunos de sus análisis.
Quiero rescatar de su análisis que el gobierno de Álvaro Colom (que no sería el mismo de Sandra Torres), desde su intencionalidad de situarse como un gobierno de la socialdemocracia, intentó poner en marcha programas sociales que se habían experimentado en México y en países del Sur como una de las nuevas recetas de los organismos internacionales, con matices en los gobiernos de izquierda en Sudamérica (Brasil) para contrarrestar la pobreza, sin afectar la distribución de la riqueza, desde ayudas condicionadas directas a las familias como forma de brindar cierto acceso a la salud y a la educación. También puedo decir que es cierto que tuvo otras iniciativas sociales como el programa de Escuelas Abiertas, una propuesta innovadora para lograr ciertos niveles de cohesión social entre la juventud en las áreas rurales y periurbanas.
Pero ¿qué omitió Vela en su análisis? Por ejemplo, comparativamente, el gobierno de Colom mantuvo la misma estructura de inversión social que los que lo precedieron. Su aporte fue rediseñar la metodología de los programas inspirado en la política social de gobiernos de Sudamérica. Y es evidente que no pudo ir más allá porque su propuesta de pacto fiscal ni siquiera se acercó a la negociada en los acuerdos de paz y se consideró tibia, además de que hubo interferencias en la propuesta y la negociación precisamente por parte de la señora Sandra Torres. En el libro Rendición de cuentas, del exministro de Finanzas del gobierno de Colom Juan Alberto Fuentes Knight, se puede profundizar al respecto.
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Por otra parte, estos programas sociales fueron tergiversándose desde el segundo año de gobierno a favor de su utilización como instrumentos para generar el capital político para la candidatura de Torres. De aquí se hicieron de las mujeres, actoras cautivas para la futura votación. Este error de mezclar gobierno y próxima candidatura fue el capital que mejor aprovechó la exvicepresidenta Roxana Baldetti para socavar no solo a la candidata, sino los mismos programas sociales de gobierno. Desde entonces se convirtieron en el mejor botín político, que hoy sigue alimentando las bases del Partido Patriota y seguirán alimentando las de los futuros gobernantes.
Algo más que no está en el análisis de Vela es si el futuro gobierno de la UNE se salva de lo que la Cicig denunció respecto a la lógica del financiamiento de los partidos políticos y el tráfico de influencias, que finalmente se decanta en dinámicas arraigadas de corrupción al más alto nivel de las estructuras del Estado y en clara afectación de los intereses de la población mayoritaria, vía no solo el robo de los recursos, sino consolidando políticas de Estado dirigidas desde los intereses privados. Un ejemplo claro de este sistema fue el que se dio con el financiamiento a la UNE del señor Roberto Alejos para mantener oportunidades en los contratos con el Estado en el abastecimiento de medicamentos. Pese a ello, la lección no solo no está aprendida, sino que se amplía a otros tentáculos del poder, pues la UNE no solo no ha renunciado a ese financiamiento, sino además coloca como su vicepresidente al señor Mario Leal, uno de los prominentes miembros del Grupo Leal, de la familia de azucareros y del Grupo Cayalá, dueño del proyecto inmobiliario Cayalá y posible miembro estratégico del proyecto del oleoducto interoceánico. Con este interés formaron parte de la estructura de gobierno de Otto Pérez Molina y se convirtieron en uno de sus principales financistas, por lo que también se los vincula con el otro megaproyecto del Corredor Interoceánico o Corredor Seco, que se impulsa desde los tiempos del presidente Portillo, pero que toma fuerza dentro de este gobierno[1]. Algunos de estos megaproyectos forman parte del paquete de inversiones del Plan de la Alianza para la Prosperidad del Triángulo Norte. Esta misma familia está vinculada con Blackthorne, empresa que ha brindado servicios de seguridad al Estado y cuyas empresas secundarias también han sido señaladas de actos de corrupción. Blackthorne también ha estado detrás de los actos de represión e intimidación contra comunitarios del caso de La Puya, organización comunitaria que defiende su derecho al territorio frente a una empresa extractiva de minerales metálicos[2].
A esto se suma el papel mediatizador que jugó este gobierno, y en especial la señora Sandra Torres, con ya claros vínculos con las familias azucareras en el caso de la usurpación de las tierras nacionales del Polochic y contra las demandas legítimas de las familias campesinas, así como en la implantación de estados de sitio en lugares donde la conflictividad social fue expresión de la lucha de los movimientos locales contra los megaproyectos.
Y por último, en estas condiciones sin transformación de este sistema político patrimonialista, corrupto, clientelar, ilegal e ilegítimo tendrá algún resultado seguir votando por un aparente menos malo o menos peor. ¿Cuántos períodos la ciudadanía poco informada y sin opciones ha tomado esta decisión? Bajo esta lógica llegamos a tener de presidente a Pérez Molina, que llegó a representar uno de los gobiernos más nefastos de nuestra paupérrima democracia. La pregunta entonces es: ¿seguimos cavando el agujero? Cualquiera de las aparentes opciones o nos terminan de hundir o normalizan un sistema de impunidad e injusticia. Cuando no hay opciones queda el acto de valentía de romper con el sistema y atrevernos a crear y construir con nuevas bases. Al menos con un nuevo pacto social. No por nuestras ideas, sino por lo concreto que significa que la niñez quede fuera de la desnutrición; que haya educación y salud pública, universal y de calidad; que el campesinado y los territorios rurales cuenten con las condiciones para una vida digna y puedan realizar sus derechos; que la migración no sea la única salida para la juventud; que la gente común no corra el riesgo de perder la vida en cada esquina.
Yo más bien invito a toda persona que esté harta del saqueo, del enriquecimiento ilícito y de aquella codicia que niega la vida para todos y todas a que se atreva a no aceptar las elecciones generales en estas condiciones y a proponer nuevas formas organizativas y representativas que nos lleven a transformar este país. Invito a Vela a que trabajemos juntos para construir viabilidad política al horizonte de transformación, a que creemos formas nuevas de articulación y de estrategias políticas, sin renunciar a los principios éticos que toda actividad política conlleva.
[1] Solano, Luis. La batalla por el oleoducto interoceánico. Disponible en: http://www.albedrio.org/htm/documentos/Solano-Oleoductointeroceanico2015.pdf
[2] Centro de Medios Independientes. SAAS de presidente y azucareros detrás de seguridad de mina en La Puya. Disponible en: https://cmiguate.org/la-seguridad-privada-en-la-puya/
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