Esta última acepción fue desarrollada por aquellos que en los siglos posteriores, interpretando a Nicolás Maquiavelo, afirmaron que la frase «el fin justifica los medios» era la síntesis de su pensamiento. Pero esta expresión no se encuentra en ninguna de sus obras. ‘Maquiavélico’ viene a significar la característica de aquella persona que no tiene escrúpulo alguno y a la cual, en la política o en cualquier actividad humana, no le importa, con tal de lograr sus objetivos, qué deba hacer para alcanzarlos. A quien es maquiavélico le importa tener claro su fin y hacer todo lo posible por lograrlo. Por ello en política lo importante será lograr, tener resultados, sin tener en cuenta el cómo y sin preocuparse por si su fin es éticamente aceptable por la sociedad.
El 3 de mayo de 1469 nació en Florencia, Italia, Nicolás Maquiavelo, hijo de un doctor en leyes y de una poeta, profesiones que no le valieron a la familia una vida acomodada. Se sabe que la familia Maquiavelo vivió siempre limitaciones financieras. A pesar de ello, con esmero, el padre logró darles a sus hijos una educación sólida. Incluso se permitió adquirir una pequeña biblioteca selecta, que incluía la Historia de Roma, de Tito Livio, la cual compró gracias a un arduo trabajo de nueve meses. Este libro acompañará en toda su vida a Nicolás, quien en sus últimos años se valió de él para trabajar la que será, a la par de El príncipe, la mejor expresión de su pensamiento político: Discursos sobre la primera década de Tito Livio.
Nicolás, quien vivió tan solo 58 años, fue un observador directo de la política en Italia y en Europa entre los siglos XV y XVI. Durante los 14 años que duró la segunda república florentina (1498-1512) ocupó el cargo de secretario de la Segunda Cancillería, una posición de carácter tecnócrata. La Primera Cancillería era otorgada a personajes de reconocida fama académica, al punto de que estos tenían un salario superior al de Maquiavelo, que a sus 29 años fue identificado como un joven con aptitudes aceptables, en particular por la recomendación del embajador florentino en Roma Ricciardo Becchi. Este le asignó la tarea de escuchar, durante varios días, en la catedral de San Marcos de Florencia, los sermones de Girolamo Savonarola, dominico ferviente que predicaba profecías que no eran otra cosa que escenarios catastróficos sobre el futuro de Florencia y de la Iglesia basados en los que él identificaba como los niveles más altos de corrupción y vanidad de la vida política.
La vida del secretario fue plena de asignaciones diplomáticas concretas en el extranjero, donde veló por intereses de la república florentina. Dicha vida fue financiada en muchas ocasiones por él mismo, con su propio patrimonio. En estos años se interesó de manera particular por los temas militares, ya que la Segunda Cancillería tenía como función la gestión de esos asuntos de Estado. En 1512, resultado de las presiones geopolíticas de la época, hubo cambio de gobierno y regresó al poder la familia Medici. Por decreto, Nicolás, de 43 años, fue destituido. Nunca logró regresar a la vida pública, y sus últimos 15 años los pasó entre penurias —durante un período vivió como leñador, explotando la madera de un bosque de su propiedad junto con algunos lugareños que contrató—. Estos años fueron dedicados a la reflexión y a la literatura. Durante estos escribió varias novelas y sus Discursos.
Pero ¿cuáles fueron los fines y cuáles los medios de la vida política de Nicolás Maquiavelo? La comparación entre las dos obras de su pensamiento político nos permitirá responder. El príncipe, publicada en 1513, es una obra que, a partir de la observación de la vida política en el plano de la práctica del ejercicio del poder, se orienta a la reconstrucción analítica de los procesos de tal ejercicio. De estos se identifican ciertos principios de acción que se formulan como criterios de comportamiento para alguien que busca el poder o que quiere mantenerlo. Esto lo logra analizando los grandes actores de la vida política de la Italia de la época: los Borgia y los Medici. Descubre cuáles son los patrones de la dinámica política que en aquellos años se vivía en los Estados de las repúblicas italianas y de la Iglesia misma. Lo que Maquiavelo hace en El príncipe no es otra cosa que evidenciar en el plano reflexivo lo que observó como frecuente en la práctica de los hombres de poder. Por esto se lo llama el padre de la ciencia política, aunque yo prefiero llamarlo el padre del análisis político.
Por otro lado, en sus Discursos sobre la primera década de Tito Livio —de publicación póstuma, 1531, pero escrito en el período 1513-1519— nos pone en una perspectiva diferente. La obra está dividida en tres libros. El libro I es una descripción de la organización del Estado para la cual utiliza como modelo comparativo la república romana. En esta subraya Maquiavelo la identificación del ciudadano con el Estado, sentimiento altamente arraigado en los romanos, condición ausente en la república florentina y que implicará la utilización de la religión como una herramienta utilitaria, con la cual no importa el carácter de veracidad de la religión misma. El libro II resulta ser un tratamiento de política exterior y militar. Y el libro III es una combinación de los temas tratados, pero también una reflexión sobre el papel de la corrupción en la crisis de Florencia, que lleva a su autor al tema del retorno a los principios de un Estado.
Con estas descripciones generales podemos ver que El príncipe es un análisis de las herramientas para la gestión del poder, en tanto los Discursos son la búsqueda de la mejor manera de organizar el Estado. Si aplicamos la frase acuñada con posterioridad a la vida de Maquiavelo, «el fin justifica los medios», afirmamos que, de los libros que hemos mencionado, el primero busca los medios y el segundo el fin. Y el fin radica en la misma razón del Estado. De ahí que la personificación de la famosa frase no sea posible. Por ello, quizá Maquiavelo no fue realmente un maquiavélico.
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