Todos los años, desde 2013, hemos organizado un viaje para que niños y niñas lectoras de comunidades rurales puedan viajar a ese maravilloso espacio de encuentro literario, donde el amor por las letras hace magia y borra cualquier frontera o diferencia que pueda existir. En la Feria Internacional del Libro en Guatemala (FILGUA), los amantes de los libros encontramos un universo donde podemos identificarnos como pares sin distingo alguno de edad, raza, clase social o género literario favorito.
Las pequeñas lectoras y lectores visitan la feria con ilusión y hermosas expectativas. En la entrada de FILGUA les espera un grupo organizado de personas voluntarias, para guiar y acompañar su recorrido. Visitan stands, secciones de cuentacuentos que les dedican funciones con afecto, presentaciones y firmas de libros, entre otras actividades. Cada persona voluntaria conoce las lecturas favoritas y qué libros busca su lector o lectora asignada; se les entrega un sobre con instrucciones sobre actividades y protocolos que también contiene un monto en efectivo para que cada niño o niña compre libros.
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Algunas editoriales, como Piedra Santa o F&G Editores, les obsequian libros. Autoras y autores les llevan libros con dedicatoria. Librerías como Sophos o DeMuseo les ofrecen generosos vales de descuento. Las personas voluntarias reciben estas indicaciones para que cada niña o niño pueda realizar las compras y recibir los obsequios con los que les esperan. Por su parte, cada lectora o lector sabe cómo pasar correctamente las páginas de los libros y cómo tomarlos cuidadosamente de los estantes, sin lastimar su pasta. Otro grupo de amigos y voluntarios se organiza para que lleven una merienda en la mochila. El viaje incluye, además, otras visitas a parques, teatro o actividades recreativas. Este año visitarán El Museo de los niños y están invitados a restaurantes como Pollo Campero y Pollo Brujo.
Antes de la feria, en Purulhá, un pueblo pequeño en las montañas del quetzal, niños y niñas dedican un tiempo a conocer aventuras dentro de sus libros. Encuentran, dentro de su tiempo de escuela, sus múltiples tareas domésticas y las responsabilidades de adulto que llevan, un tiempo para leer, hacer resumen, ficha bibliográfica y además responder preguntas de estimulación del razonamiento y pensamiento crítico. Cada página del libro que hayan leído y pasado por todas estas condiciones, se suma y al final, quienes perseveran y acumulan más páginas, obtienen una invitación para viajar.
El viaje representa para algunos lectores y lectoras no sólo la primera oportunidad de conocer la ciudad y el mundo del que tanto leen en sus libros, sino que, además, el viaje les invita a conocerse y les invita a ser mucho más de lo que la sociedad puede esperar de un niño o una niña rural. Lo más importante e inspirador de este viaje es que ante los ojos del mundo, de sus madres y los propios, están siendo valorados y reconocidos por un esfuerzo intelectual. Están aprendiendo que no son solamente el esfuerzo físico al que son sometidos, están demostrando que son mucho más que mano de obra barata.
Detrás de esta historia estamos quienes acompañamos este proceso: personas voluntarias, como Wendy Bolaños, una de nuestras directoras y quien articula todo para que el viaje sea un éxito. Al preguntarle las razones por las que le gusta esta actividad respondió:
—Me gusta el entusiasmo, compromiso y profesionalismo que aportan las personas voluntarias. Me recargan la energía. Revive mi pasión por la lectura y el deseo de que todas las personas, de todas las edades, encuentren, disfruten y defiendan su derecho a acceder libremente al conocimiento a través de la lectura. Es una actividad que nos reta constantemente como organización y nos deja muchos aprendizajes como comunidad.
Este año nos acompañan lectores y lectoras de otros programas educativos del país, invitados por la iniciativa RECARGA.
Las madres, padres y abuelas de los lectores y lectoras al confiarnos a sus peques, entre lágrimas —mezcla de felicidad y aprensión—, expresan su gratitud hacia las personas que donan y hacen posible esta oportunidad que para sus familias sería imposible de sufragar.
Hermoso, ¿cierto?
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