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La revolución de las flores

El mensaje para Pirir tenía contornos muy claros: había perdido aún cuando su principal contendiente había muerto.
“Esta es la muestra de que es un movimiento serio. ¿En qué otro partido se hacen elecciones, digamos, primarias?"
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La revolución de las flores

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¿Qué pasa cuando un grupo de kaqchiqueles sospecha que el sistema está contra ellos? ¿Qué pasa cuando deciden acabar con esto? ¿Qué pasa cuando personas que nunca han asistido a las urnas ahora lo ven necesario?

Este grupo, que se ha opuesto a la instalación de una empresa cementera en San Juan Sacatepéquez, ha decidido tomar la alcaldía por la fuerza del voto. Participarán por primera vez con un candidato que saldrá de una votación comunal y hace temblar al establishment político de este municipio vecino de la metrópoli.

San Juan Sacatepéquez está que arde. Las elecciones para elegir al próximo alcalde han generado un baile de políticos. El último movimiento promete cambiar la dinámica de las pasadas elecciones municipales en las que lo decisivo fue el voto del núcleo urbano y de las aldeas cercanas.

Algunos hablan de una “revolución” democrática  que llegará desde los campos de flores. Otros dicen que sólo es un grupo más participando. Lo cierto es que la agitación febril de los que nunca antes se habían organizados ha puesto nerviosos a los candidatos de la Gran Alianza Nacional y el Partido Patriota, que hasta hace unos meses eran favoritos.

La amenaza al establishment local llega del área más rural de San Juan Sacatepéquez. De 10 aldeas de kaqchiqueles que tienen como principal actividad el cultivo de flores. El pueblo es conocido como el “jardín de Centroamérica” gracias a estos campos que además de abastecer al mercado nacional también proveen de color y aromas a México, El Salvador, Honduras y Costa Rica. La floricultura le deja a San Juan una ganancia anual de Q25 millones.

Ahora, además de cultivar flores participan en un proceso político casi insólito en la historia republicana nacional: definen por votaciones comunales quiénes serán los precandidatos a la alcaldía. Una especie de elecciones primarias para elegir a sus representantes en las listas electorales. Mandan los ciudadanos. Ellos escogen a sus líderes. Cada aldea al suyo y después, entre todos, decidirán quién es el definitivo.

Según algunas autoridades comunitarias, se preparan para votar en estas primarias alrededor de 20 mil personas. Datos conservadores de políticos locales dicen que no hay más de 12 mil aptas para votar en esas aldeas. La alcaldía se gana con  9 mil votos.

En la génesis de su decisión está el permiso otorgado a Cementos Progreso, la empresa de materiales de construcción que se ha instalado cerca de las aldeas, a pesar de una consulta popular que dijo que no. Pero hoy van mucho más allá.

Hartos de funcionarios serviles con las grandes compañías, de ser relegados en las decisiones municipales, de la concentración de las obras públicas en la cabecera, los líderes de las aldeas dejan claro que de llegar a la alcaldía, la suya no será una lucha contra la cementera. Sus intenciones, dicen, pasan por mejorar las condiciones para exportar sus productos, por acabar con la corrupción y por mejorar la infraestructura del pueblo.

San Juan bulle como una silbante olla de presión y las quejas buscan una válvula de escape en la acción política, en la participación electoral, en la fractura de la tradición. En el cambio. Flores para reventar el establishment.

“Alborotaron el hormiguero”

En el año 2006 los pobladores de las aldeas comenzaron a ver cómo las máquinas pesadas se deslizaban por caminos cercanos a sus casas hacia una finca próxima. Después observaron la tala de árboles; y excavaciones menores. Así empezaba a instalarse la planta de producción de cemento.

Un año más tarde, algunos habitantes de las 10 comunidades trataron de evitarlo. Su alegato: que si se asentaba en el terreno de 19 kilómetros cuadrados en el que estaba previsto, sus cultivos de frutas y flores saldrían perjudicados por el polvo y por el consumo de agua que se le suponía a la planta. El Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales le puso oídos a las quejas y pidió un estudio de impacto ambiental. El informe técnico descartaba los riesgos.

Sin embargo, los inconformes no se detuvieron. En enero de ese año solicitaron al alcalde (Lázaro Pirir en aquel tiempo) y al consejo municipal la autorización para realizar una consulta y que fuera el pueblo quien decidiera si querían que la empresa siguiera trabajando.

Pirir, un popular líder local, también kaqchiquel, y denunciado ante el Ministerio Público por corrupción, autorizó la consulta para el 15 de abril de 2006. Dos semanas antes de que ocurriera, la suspendió y la postergó para el 13 de mayo siguiente.

Una semana antes del plazo, Pirir la suspendió de nuevo. Pero los aldeanos la realizaron el día en que estaba programada. Participaron 8950 personas, según un estudio de Conavigua. Sólo cuatro votaron a favor de la instalación. Parecía un claro “no”, sonoro, casi unánime.

No pareció así para Pirir ni para su consejo. Cementos Progreso pagó Q2.3 millones por la licencia y Q120 mil de Impuesto Único sobre Inmuebles. Y la comuna otorgó el permiso.

“Con esa decisión alborotó el hormiguero. Y las hormigas se unieron y decidieron cerrar filas en su pueblo; y nacieron los grupos de seguridad que han cometido abusos”, dice un ex integrante del consejo municipal de Pirir.

Pirir participó ese mismo año en las elecciones. Buscaba reelegirse como alcalde y aunque era el favorito no lo logró. Dos de sus adversarios políticos, integrantes de distintos partidos y miembros del concejo municipal de San Juan, dicen que haber otorgado la licencia a la cementera sepultó su victoria.

“Pirir pagó por eso. Buscó su reelección pero perdió por haber traicionado al pueblo”, dice uno de los candidatos a liderar esta revolución de las flores. Lo cierto es que a la alcaldía llegó Marta Sicán de Coronado, casi de rebote. Su esposo, José Coronado, que hasta pocos meses antes había liderado todos los sondeos de preferencia, murió de un paro cardíaco en marzo del 2007. Ella, la persona que lo había acompañado en sus giras de proselitismo, nadó en esa inercia hasta el cargo de alcaldesa.

El mensaje para Pirir tenía un contorno muy claro: había perdido aún cuando su principal contendiente había muerto. El voto de castigo, de venganza, parece no haber dejado contentas tampoco a las aldeas. “Apoyamos a la alcaldesa pero ella también nos traicionó”, dice el líder.

A Sicán la acusan de haber participado en varios proyectos impulsados por la empresa cementera. Algunas aldeas ven como una traición lo que la alcaldía interpreta como un proyecto necesario de apoyo a la comunidad.

Un integrante del consejo que ahora migró a otro partido político asegura que Sicán se acercó mucho a  la cementera, demasiado. “Apoyó programas que ellos impulsaron, participaba en actividades. Estuvo muy cerca”, dice.

Con 9 mil votos se toca el cielo…

En estas elecciones competirá de nuevo Pirir al frente de la GANA. Una vez más, es uno de los favoritos. El otro es Fernando Bracamonte, el dueño de tiendas de materiales de construcción que participará con el Partido Patriota.

Pirir tiene un fuerte apoyo en el área urbana y agricultores de legumbres y frutas. Bracamonte ha concentrado todos sus esfuerzos en aldeas cercanas y en Ciudad Quetzal, una colonia gigante de ese municipio, y parece gozar del apoyo de la asociación del mercado municipal, donde se distribuyen los cultivos que llegan de todas las aldeas.

El reto para los candidatos es alcanzar los 9 mil votos que en elecciones anteriores se han demostrado más que suficientes para obtener la alcaldía. En 2007 Marta Sicán de Coronado ganó con 7,423 votos. Pirir obtuvo 7,080 y Bracamonte 5,607. Fueron los tres más altos.

Pero ninguna de las dos ofertas convence a los pobladores de las aldeas de las flores, que aspiran a un proyecto propio aunque eso suponga asociarse a otro más grande que los respalde. A principios de 2011 se unieron a Winaq, el partido político de la premio Nobel la Paz, Rigoberta Menchú, que a nivel nacional se unirá a la URNG y otros movimientos en el Frente Amplio. Entonces sonó el nombre de Mario Sapper, un líder indígena que ya participó en las elecciones pasadas con Winaq-Encuentro por Guatemala. Pero las comunidades no querían un candidato impuesto. Su alianza tenía una condición básica: la elección del aspirante a la alcaldía debía ser masiva, popular, de base. No como las fingidas asambleas de los partidos tradicionales en las que ya todo está decidido, de antemano, por la cúpula.  Entre los distintos representantes de diez aldeas, Sapper es ahora un precandidato más a la espera de que se lleve a cabo la votación.

“Esta es la muestra de que es un movimiento serio. ¿En qué otro partido se hacen elecciones, digamos, primarias? Ese será el éxito de nosotros, que somos incluyentes”, dice un miembro de la alianza.

Winaq prefiere mantenerse en silencio. No dar información sobre el proceso. Desconfían de la prensa. De la mala prensa.

¿Puede haber una “revolución de las flores?

“Las comunidades están muy unidas. Saben que ésta es su oportunidad. Se dan las condiciones para que lleguen a la alcaldía”, dice una integrante de la Asociación Grupo Integral de Mujeres Sanjuaneras.

El ambiente parece perfecto para la irrupción de la candidatura de las comunidades: aunque es uno de los preferidos sobre Pirir pesan acusaciones de corrupción en la construcción de un sistema de drenajes, y muchos desconfían de él. Además el dedo de la moralidad lo señala: le fue infiel a su esposa. Algo así es tomado en cuenta en la elección. “Eso aquí en este pueblo, tan conservador, pesa”, dice Carlos Meléndez, asesor del Partido Patriota.

Sobre Bracamonte no hay denuncias pero sí un prejuicio: es ladino. Y ser ladino, en San Juan Sacatepéquez, no es lo más recomendable para un político. Todos los últimos alcaldes han sido indígenas.

“Aquí hay una discriminación bien marcada. Si en la capital dicen: ‘parecés indio’, aquí dicen: ‘parecés ladino’”, comenta Eduardo Baca, que dirige la única radio de San Juan.

Bracamonte ha aprendido la lección y ya incluye en su grupo a Buenaventura Sián, un pequeño empresario indígena que hablará en las reuniones y los mítines. “Los otros partidos hicieron en la campaña pasada mala imagen a Fernando (Bracamonte). Decían que era un ladino que no nos entendía y que no podíamos confiar en él. (Pero) ahora estoy yo”, dice Sian. Está por ver si ese movimiento será suficiente.

Además, la UNE y la GANA participarán por separado. Pirir representará a la GANA y Marta de Coronado buscará reelegirse como alcaldesa por la UNE con un equipo debilitado después de que varios de sus antiguos integrantes se hayan desperdigado por otros partidos.

Redes vs la TV

La ventaja en difusión mediática la tienen el PP y la UNE. La familia Bracamonte es propietaria del cable “Bracavisión”, desde el que apoyarán las candidaturas de Fernando y de Joaquín, su hermano, que aspira a convertirse diputado patriota.

La UNE probablemente encontrará, como en las pasadas elecciones, el apoyo de Cable San Juan, una nueva empresa de distribución que se instaló hace apenas 8 meses en San Juan y que obtuvo el visto bueno de la alcaldesa para  funcionar a pesar de la protesta de los hermanos Bracamonte.

Pero si las aldeas tienen la desventaja de carecer de un canal de comunicación de masas, la realidad es que cuentan con uno más íntimo y cercano: la cohesión que existe entre ellas, los vínculos familiares, de negocios, de afinidad y amistad que los han mantenido cerca durante décadas. Sus redes. Las opciones de Winaq de llegar a la alcaldía dependerán en buena medida de exacerbar esa unidad de las aldeas, ese espíritu de cuerpo.

“Si votan las mismas personas que se opusieron a la cementera (8946), tenemos seguro por lo menos al sindico primero y al alcalde”, dice el líder de otra aldea.

Abelino Curup, delegado de Winaq en San Juan, prefiere ser cauto. Cree que habrá campañas negras que intentarán hacer ver a sus candidatos como personas que están contra el desarrollo y cree que pueden tener efectos muy perjudiciales para la planilla. “Muchos querrán engañar. Por eso estamos siendo cuidadosos. El patriota es el candidato natural. Pero no hay liderazgos nuevos, son los mismos cuadros. Obviamente seremos objetos de muchos ataques. No cantamos victoria. Nosotros llevamos por delante la institucionalidad, el concepto de desarrollo con responsabilidad  y organización de pueblo”.

Aparte de la campaña negra tienen sospechas que el “sistema”, dice él, el establishment, está confabulando para impedirles ganar. En los últimos días varias personas de las aldeas han intentado empadronarse (no han votado jamás) pero la oficina del Tribunal Supremo Electoral está siempre cerrada, explica un líder comunal. “Cuando van o encuentran cerrada la oficina o tienen la excusa de que no hay papel”, se queja.

Dos días seguidos se visitó la sede municipal del TSE y en las dos ocasiones estaba, efectivamente, cerrado. El tema fue tratado por la Radio San Juan, y del Tribunal Suprema Electoral les respondieron que abrirían una investigación.

La explicación del TSE fue que estaban en una capacitación porque se esperan unas elecciones cerradas. No obstante, un investigador de Mirador Electoral que visitó el municipio a principios de febrero registró las mismas quejas y confirmó, también él, que en aquellos días no había nadie que atendiera la oficina.

A los habitantes de las aldeas les cuesta creer las explicaciones que les da el organismo electoral. Tampoco se ocuparan de eso por ahora. A la espera de escoger a su candidato, están empeñados en encontrar una rendija por la que colarse en el sistema. El candidato que tratará de llevar flores a la alcaldía y colonizará, ahora a la inversa y por medio del voto, las instituciones que les dieron la espalda.

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