Primero que nada, por ahí me llegó el norte de que vos andás diciendo que nel, que esos de la Codisra qué chingan, que solo viendo racismo por todos lados andan, que ya ni decir María puede uno, que a saber qué pisados quieren. Y todo esto, cabal un par de semanas después de aquel vergueo con la portada de la revista Look, ¿te acordás? Y yo sé que es bien yuca la onda porque a ratos uno se queda así como, bueno, ¿y entonces qué putas es racista y qué no?, ¿vaá, vos? Pero yo sí te voy...
Primero que nada, por ahí me llegó el norte de que vos andás diciendo que nel, que esos de la Codisra qué chingan, que solo viendo racismo por todos lados andan, que ya ni decir María puede uno, que a saber qué pisados quieren. Y todo esto, cabal un par de semanas después de aquel vergueo con la portada de la revista Look, ¿te acordás? Y yo sé que es bien yuca la onda porque a ratos uno se queda así como, bueno, ¿y entonces qué putas es racista y qué no?, ¿vaá, vos? Pero yo sí te voy a decir una onda. Yo creo que todo el clavo está en que no terminamos de entender el rollo ese de las connotaciones. Y qué es una connotación, te preguntarás vos. Una connotación es un significado adicional que adquiere una palabra o imagen cuando aparece en un contexto específico. Te lo voy a explicar con un ejemplo. Pongamos que hay por ahí un chavo bien emprendedor que viene y saca al mercado una su marca de, pongamos, billeteras. Entonces viene el chavo y, como homenaje a su abuelo, que se llamaba Adolfo, decide ponerles a las billeteras la marca Adolf (sin la o final para que suene más chilero y pensando en expandirse al extranjero). Pero además resulta que este cuate es fan de la cultura india (me refiero a la India de Asia, pues) y del hinduismo. Y entonces, además de Adolf, viene el empresario y les zampa a sus billeteras una esvástica de logo (porque recordá que la esvástica es un símbolo religioso para los hindúes). La onda es que el chavo saca al mercado sus billeteronas bien chileras, bien chingonas, con el nombre Adolf de marca y con una esvástica de logo. Ya te imaginás a toda la mara poniendo el grito en el cielo y protestando porque esa marca es neonazi, ¿vaá, vos? Pero decime si la mara no tendría razón en alegar. Y, sobre todo, decime si las excusas del empresario serían válidas. Nel, es que el nombre Adolf es por mi abuelo, no por Hitler, y la esvástica es por los hindúes, no por los nazis. ¿Verdad que no convence la explicación, aunque sea cierta? Porque allá afuera Adolf ya no es solo tu abuelito y la esvástica ya no es solo tu pasión por los rollos hindúes. Allá afuera esos dos elementos adquieren connotaciones nazis que el chavo tendría que haber previsto antes de haberse tirado al agua con sus billeteras. ¿Ya me vas agarrando la onda? Va. Pues algo parecido pasa con Look y con María Chula (solo que tal vez no tan grueso, ¿vaá, vos?). Porque yo sí creo que el equipo editorial de Look solo estaba buscando un buen fondo para la figura de Francesca Kennedy y que la dueña de María Chula solo quería hacerle un homenaje a su abuelita. Pero, como en el caso de las billeteras Adolf, el clavo no son las intenciones, sino las connotaciones. En el contexto chapín, donde las mujeres indígenas son ninguneadas y discriminadas, unas señoras en traje típico ya no son solo un fondo para tu empresaria exitosa y María chula ya no es solo tu abuelita linda del alma. Nel. Allá afuera esos elementos adquieren connotaciones racistas aunque vos no lo querás, aunque nunca haya sido tu intención. Y es tu obligación como empresario y como editor de una revista prever esas connotaciones para evitarte esos claveles. ¿Hoy sí ya, vos? Lo bueno es que tanto la revista como la tienda se disculparon. La lección, la parte filosófica de la canción, dijeras vos, es que hay que tener cuidado con lo que se expresa en los planos social y comercial. Y nel, pues. Me extraña, araña. No hay clavo con que vos, como persona individual, le digás «María» o «chula» a tu abuelita o a tu novia (máxime si se llama María y además es chula, ¿vaá, vos?). El clavo está en que le pongás así a una tu marca de ropa con diseños mayas. Ahí es donde el pedo ya ruge, como diría un mi cuate por ahí. Pero así está la casaca. ¿La seguimos al cachorro? Buena onda, pues. Nos pelaticamos al ratón.
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