La primera ocasión se dio cuando el presidente Morales se refirió a los trabajadores guatemaltecos como «mano de obra barata» que podría servirle al presidente Trump para construir el muro. La semana pasada fue el turno del vicepresidente Cabrera, quien dijo a los medios de comunicación que nuestros emigrantes se iban «porque querían». El desprecio de Morales y Cabrera por los guatemaltecos menos afortunados se vuelve a hacer evidente, lo cual preocupa.
El poder ejecutivo cumple una función muy especial en sistemas republicanos como el nuestro. Es su labor dirigir la ejecución de fondos que serán utilizados para el beneficio ciudadano y el cumplimiento de las obligaciones constitucionales del Gobierno. Sin embargo, cuando se tiene por líderes del Ejecutivo a dos personajes acusados de corrupción y enriquecimiento ilícito, no es de sorprender que el desprecio por los que no somos como ellos esté presente en su discurso. Para ellos, los guatemaltecos somos seres sacrificables en la búsqueda de sus perversos intereses político-económicos.
Es necesario que pongamos atención al impacto que la visión de estos líderes está teniendo en la vida de todos los guatemaltecos. Especialmente ahora, cuando quieren aprobar un presupuesto deficitario e invertirlo en más corrupción y en más gasto innecesario sin antes haber realizado una reforma del inmenso gasto público a su cargo. Si públicamente el presidente Morales y el vicepresidente Cabrera tienen una opinión tan denigrante de los migrantes guatemaltecos, ¿qué es lo que pensarán en privado de todos nosotros? ¿Tendrán un interés genuino en velar por el bienestar de los más necesitados o es solo una mentira más, como el discurso de «ni corrupto ni ladrón», con el que engañaron al pueblo de Guatemala para ser elegidos?
Entre los globalistas hay pocas cosas en las que estamos de acuerdo. Sin embargo, si en algo coincidimos la mayoría es en que la desigualdad económica global es una de las principales causas de la migración y en que la gente no emigra porque quiera. La desigual pobreza de países como el nuestro y la riqueza relativa de las economías desarrolladas son factores determinantes para la emigración. A esto se suman la guerra y los desastres naturales, que sirven para acentuar las causas de la pobreza en los países del Sur global. El impacto de estas desigualdades se acentúa con el encarecimiento de la canasta básica y el costo de vida por el envío de remesas, que no se rebalsa al resto de la población. A esto debemos agregar el aumento de las desigualdades en nuestro país cuando los guatemaltecos con conocimientos técnicos y científicos deben emigrar a otros países en busca de mejores ingresos, calidad de vida y seguridad.
Para entender los motivos por los cuales los guatemaltecos han emigrado es necesario estudiar sus situaciones y contextos socioeconómicos. Urgen la inversión y el fomento del desarrollo en Guatemala, con un Gobierno que sí esté dispuesto a velar por los intereses de todos los guatemaltecos. La ayuda internacional lleva décadas supliendo el rol y las obligaciones que el Gobierno de Guatemala ha abandonado, y este es el momento de recuperar ese rol. No podemos seguir teniendo oenegés extranjeras presentes en los lugares más recónditos del país y al Gobierno como el gran ausente, especialmente en los municipios con población indígena, donde este tiene menos presencia, según se demuestra en un reciente estudio del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi).
Nos queda claro una vez más que el gobierno del presidente Morales y del vicepresidente Cabrera no está interesado en trabajar por y para los guatemaltecos y que ellos nos ven simplemente como mano de obra barata explotable, y no como víctimas de un sistema económico fallido que nos ha convertido en uno de los países con las peores condiciones de desarrollo humano. ¿Les permitiremos a las élites que nos gobiernan que sigan tratándonos así?
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