Al señor Gore le antecede un historial de afirmaciones pobres y equivocadas sobre el tema. Dijo que el calentamiento global significaba más tornados (un gran error), que el glaciar del monte Kilimanjaro iba a desaparecer en 2017 (todavía está allí), y hasta sugirió que el Ártico podría estar sin hielo para 2014 (algo que tampoco ocurrió).
El documental Una verdad incómoda se recuerda hoy en día por su narrativa atemorizante, en la que se señalaba que un clima más extremo provocaría más huracanes. De hecho, en su cartel promocional, la imagen principal era un huracán saliendo de una chimenea.
Gore redunda en esto al mostrar en el tráiler de su nueva película que «las tormentas se hacen más fuertes y más destructivas», antes de decirles a los espectadores: «Miren cómo salpica el agua [de lluvia] la ciudad. Eso es en realidad el calentamiento global».
Esto es engañoso. El panel del clima de la ONU, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), tiene «poca confianza» en esa declaración sobre las tormentas. Estas están causando más daños, pero se ha documentado durante mucho tiempo que la causa casi exclusiva es que más personas con más riqueza viven a lo largo de las costas. Ajustado a la población y a la riqueza, el daño de los huracanes de 1900 a 2016 disminuyó.
Incluso si asumimos que las tormentas se harán más fuertes hacia finales del siglo, el costo relativo disminuirá. En Nature, los investigadores mostraron que el daño causado por los huracanes hoy en día cuesta el 0.04 % del PIB mundial. Si el calentamiento global hace que los huracanes sean más fuertes, los costos absolutos se duplicarán para el año 2100. También seremos mucho más ricos y, por lo tanto, menos vulnerables, por lo que el daño total se reducirá a la mitad, a un 0.02 % en 2100.
El tráiler se refiere a lo que Gore llama «la escena más criticada» de la primera película: la que muestra que «la combinación del aumento del nivel del mar y la marejada ciclónica inundaría el sitio conmemorativo del 11-S». Él usa las noticias de la inundación de Manhattan después de la supertormenta Sandy de 2012 para sugerir que él tenía toda la razón y para burlarse de los que dijeron: «¡Qué exageración!».
No importa que lo que predijo realmente su primera película fuera la inundación causada por el derretimiento total de Groenlandia o que ignore dos hechos: que Sandy fue un huracán de categoría 2-3 y que el único huracán de categoría 5 en Nueva York ocurrió en 1938.
Lo más importante es que la receta de Gore (para Nueva York y para el calentamiento global) está equivocada. Afirma que la respuesta está en los acuerdos mundiales sobre el carbono, que cuestan millardos de dólares. Esta política no habría tenido ningún impacto mensurable sobre Sandy. Lo que Nueva York necesita (y en lo que está invirtiendo tardíamente) es una mejor infraestructura: marismas, contrapuertas para el metro y pavimentos porosos, arreglos que cuestan alrededor de 100 millones de dólares al año.
Gore ayudó a negociar el primer gran acuerdo mundial sobre el clima, el Protocolo de Kioto. La investigación muestra que no hizo nada para controlar las temperaturas. Impávido, Gore apoya la misma vieja solución. La película lo muestra participando en la reunión sobre cambio climático en París.
El costo del Tratado de París asciende a entre uno y dos millardos de dólares al año para 2030 y anualmente durante el resto del siglo, mayormente ante la pérdida de crecimiento del PIB. Este será el tratado más caro de la historia. Sin embargo, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC, por sus siglas en inglés) estima que, si cada país hiciera cada simple recorte de carbono prometido en el Tratado de París entre 2016 y 2030 sin fugas de carbono, las emisiones se reducirán en 60 gigatoneladas (Gt) para 2030. Para mantener los ascensos de temperatura por debajo de los 2 °C hay un amplio consenso de que debemos reducir las emisiones en casi 6 000 Gt de equivalente de dióxido de carbono (CO2e).
Gore sostiene que el enfoque de París empuja a las naciones y a las empresas a la energía verde. Sin embargo, estamos lejos de estar preparados para que el sol y el viento sean nuestros recursos energéticos. La Agencia Internacional de la Energía considera que solo el 0.6 % de la energía mundial es suministrada por energía solar y eólica. Incluso con el Tratado de París totalmente implementado obtendremos menos del 3 % en un cuarto de siglo.
Gracias en gran parte a los esfuerzos de Gore, el mundo sigue enfocado en subsidiar un despliegue de tecnología ineficiente y poco confiable en lugar de invertir en innovación para reducir el precio futuro de la energía verde. Esa es la razón por la que el filántropo Bill Gates y otros, incluyendo líderes políticos, acordaron duplicar el gasto en investigación y desarrollo (I+D) en el marco de la conferencia de París. Este es un comienzo importante, pero la investigación de mi grupo de expertos, el Consenso de Copenhague, muestra que un aumento sextuplicado de I+D verdes es la mejor manera de avanzar.
La película de Gore se autoproclama importante porque obviamente «es correcto salvar a la humanidad». El uso de tácticas de miedo y de ciencia pobre para apuntar a soluciones políticas fallidas es una forma extraña de hacerlo.
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