A pesar de que no hay una validación científica sobre el mejor lugar en la papeleta electoral, entre quienes compiten por la Presidencia de la República prevalecen posturas inclinadas por el lado superior derecho como el clave para captar la intención del votante. Por eso, batallaron para que su nombre y fotografía aparecieran en dicho extremo. En ese sentido, se ocuparon más de este objetivo que de fortalecer sus estructuras partidarias.
Es importante asentar que, de cara a la elección presidencial del 25 de junio, 25 contendientes y los partidos políticos que los/las postulan, entre ellos dos coaliciones, una de dos y otra de tres agrupaciones, se registraron en el Tribunal Supremo Electoral (TSE). De ellos, 23 están inscritos, y dos fueron rechazados, pero tienen respiración artificial por haber interpuesto planteamientos legales.
También es oportuno indicar que el TSE ha acompañado sus avisos de inscripción con la advertencia: «La resolución que determina el estatus de un candidato puede variar por acción administrativa o judicial emitida en recurso de nulidad o amparo». Al ejecutarse lo asentado, ya se ha borrado a dos presidenciales, igual que pretendientes al Congreso de la República quedaron al margen porque el órgano rector considera que no cumplen el requisito de idoneidad.
Como el TSE se ha constituido en censor y en garante de la moral y la urbanidad, la Espada de Damocles ha hecho que otros dos de los presidenciables enviaran sus equipos de calle a parchar vallas y afiches para tapar expresiones «incorrectas» y uno más optó por bajar la guardia después de que puso las barbas en remojo.
Pero en tanto la campaña cerrará el primer mes de propaganda en un ambiente sin propuestas de fondo, y que el 27 volvió a verse el orden en la boleta que la ciudadanía sufragante recibirá cuando acuda a las urnas, la realidad es que las inscripciones admitidas reflejan una disparidad en la fuerza de los partidos, dato más objetivo que las encuestas, las percepciones y otras tendencias de ocasión.
Indudablemente, pelear por el Organismo Ejecutivo requiere de una poderosa maquinaria para llevar al candidato/ta a lo largo y ancho del territorio nacional, y no solo movilizar sino mantener el proyecto. Recorrer los 340 municipios es obligado y tener bases en estos es esencial. Correr por diputaciones distritales y corporaciones ediles es prioritario para reforzar al/la abanderado/a.
Sin embargo, ningún partido tuvo capacidad para inscribir aspirantes en las 340 comunas. El oficialista Vamos (con 297), y los opositores Cabal (295), y UNE (285), son los que lograron abarcar más. Después, Victoria sumó 175, y la alianza Valor-Unionista, 173, mientras que Todos, 149, y Azul, 134. El MLP y Podemos, cuyos binomios están en el limbo, 129 y 92, respectivamente, y en medio, Visión con valores, 122.
Más atrás, Nosotros, 82; Bien y Cambio, 75 cada uno; Prosperidad ciudadana, 74; Humanista 64; Elefante, 62; VOS 42; la alianza Winaq-URNG Maíz, 37; Unión Republicana, 36; Creo, 30; Semilla, 29; FCN, 15; Partido Republicano, 12; Partido Popular y Mi Familia, 9 cada uno; PIN y PAN, 7 cada uno. En cuanto a los 23 distritos y Lista Nacional que forman el Organismo Legislativo, Cabal, está en 23; Vamos, Victoria, MLP y Azul, en 21. Todos, 19; UNE, 18, y Cambio, 16, se salvan, pero de ahí para abajo el horizonte queda cuesta arriba.
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