Esta tensión es la polarización del campo de lo social en dos vías: lo normativo y lo funcional. Lo normativo es lo que constituye el campo ideológico, y lo funcional es lo que de cierta manera configura el campo de lo estratégico, es decir, los modos como se debe intervenir en la realidad a partir de la configuración de determinado campo de fuerzas.
En la obra, Maquiavelo demuestra que el campo de lo normativo carece de eficacia a la hora de diseñar cursos de acción, ya que solo el conocimiento de las fuerzas que tienen un lugar en este campo permite intervenir en él de un modo eficaz.
Con la presentación del informe de gobierno del primer año de Jimmy Morales como presidente me es inevitable pensar en la cuestión de la virtud que un ciudadano debe tener al momento de gobernar. Esta cuestión la aborda Maquiavelo a lo largo de su obra maestra. Y es que, leyéndola nuevamente, es interesante cómo el autor describió hace ya más de 500 años las cualidades que debe tener un príncipe para gobernar de la mejor manera. Pude darme cuenta de que hasta el día de hoy nada ha cambiado y de que la historia siempre se repite con nuevos actores y nuevos escenarios.
Uno de los casos en los que un ciudadano puede llegar a ser príncipe es por el favor de sus compatriotas. Es decir, no llega al poder por crímenes o violencia. Según Maquiavelo, llegar al poder no depende por completo de los méritos o de la suerte, sino más bien de una cierta virtud propiciada por la fortuna, que necesita ya sea el apoyo del pueblo o de los nobles.
Resulta interesante que, al leer nuevamente los capítulos de la obra, los actores y los pasajes se van asociando con la realidad que vivimos día a día en Guatemala como si se tratase de un retrato de nuestra historia y de las formas de dominación que se han dado a través del tiempo. En este sentido, y de acuerdo con el estudio preliminar de Sergio Albano en una de las ediciones de El príncipe, esta obra condensa la imposibilidad estructural de todo gobierno y la impotencia en un punto intermedio, el cual es la estrategia.
Es evidente que en nuestro caso existe una carencia de virtud no solo del presidente, sino de gran parte de su equipo, así como de estrategias claras para combatir los problemas que aquejan a la sociedad. Pero ¿acaso no era de esperarse que en un año el presidente no hiciera lo suficiente para mejorar la situación en la que se encuentra nuestro país si ni siquiera contaba con un plan de gobierno?
Si la respuesta a la pregunta anterior fue afirmativa, no sería correcto pensar que la falta de virtud no es solo del presidente por no responder a las demandas ciudadanas. También fue falta de virtud de los ciudadanos, que se traduce en falta de cultura política, haberlo escogido a él como príncipe sin tener las habilidades ni el conocimiento necesarios para serlo.
Porque los hombres, en general, juzgan más con los ojos que con las manos, ya que todos pueden ver, pero pocos tocar. Todos ven lo que parece ser, pero pocos ven lo que es, y estos pocos no se atreven a oponerse a la opinión de la mayoría, que se escuda detrás de la majestad del Estado. Y en las acciones del los hombres, y particularmente de los príncipes, donde no hay apelación posible, se atiende a los resultados.
Nicolás Maquiavelo
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