Cuando el futbol guatemalteco era un futbol amateur, hasta bien entrada la década de 1970, dio jugadores de gran calidad y sus equipos compitieron en instancias finales de torneos internacionales. Hoy no queda nada de aquello, solo el informe de situación de la comisión especial de la FIFA corroborando que se reformó la Ley del Deporte y que los estatutos de la Federación Nacional de Futbol están en armonía con sus directrices para levantar la sanción que pesa sobre el futbol nacional desde el 28 de octubre de 2016. Hasta hace poco tiempo, Guatemala fue el único país del mundo sobre el que pesaba esta sanción. El profundo enraizamiento de la corrupción en las estructuras gubernamentales del país quedó también de manifiesto en un futbol hecho para favorecer intereses de dueños de equipos con ambiciones políticas, de representantes de jugadores, de prestadores de servicios a la federación de futbol, de presidentes comprados de las asociaciones departamentales, de árbitros amañados y de periodistas deportivos serviles a alguno de los bandos en pugna por controlar la federación o afines a determinados equipos.
Comunicaciones fue rescatado de la quiebra económica en el 2008 por el grupo Albavisión, rescate que trajo una época de estabilidad económica y triunfos deportivos que ya parecen haberse olvidado a causa de la sombría y confusa gerencia deportiva y administrativa de Julio González y Pedro Portilla. Es evidente que el club blanco sufrió un dramático ajuste presupuestario, lo cual el equipo se empeñó en negar hasta que se hizo evidente con la salida de muchos de sus jugadores hacia el equipo más ganador de los últimos años, Antigua GFC, y con la contratación de jugadores extranjeros reciclados del medio local o sin una trayectoria deportiva relevante, que sea un factor de diferenciación para hacer del campeonato nacional de futbol un producto rentable. La respuesta de Portilla y González a este enorme fracaso ha sido desconcertante: repatriar jugadores que estuvieron antes en el club y traer como refuerzo al delantero extranjero del ya descendido Deportivo Suchitepéquez. La afición de Comunicaciones verá jugar a la plantilla que estuvo en el club hace dos torneos con un jugador extranjero más. Es todo. El futbol guatemalteco, según ellos, no da para más. Indudablemente es momento de que estos dos señores renuncien y de que Ángel González, propietario de Albavisión, de quien se sabe que ve a Comunicaciones FC como un problema, ceda su administración a otro grupo inversor que sí se preocupe por tener un equipo competitivo, que haga regresar a su afición a los estadios.
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Municipal, a pesar de haber invertido en jugadores reconocidos dentro del ámbito centroamericano, ha tenido más penas que glorias, a lo que se suma un mal ambiente administrativo y deportivo que ya lleva varios años y tiene enfrentada a su afición con la junta directiva. Ahora se anuncia una salida masiva de jugadores de la plantilla actual y la formación de un nuevo equipo con una gran cantidad de jugadores extranjeros nacionalizados, fórmula que se repite por enésima vez y cuyos buenos resultados son improbables. De hecho, aunque ambos equipos se precian de invertir en sus divisiones menores, no han salido en los últimos años jugadores jóvenes con proyección nacional o internacional.
La asistencia a los estadios se ha desplomado y la división de la cuota de transmisión entre Albavisión y Tigo Sports no ha ayudado en nada a que el futbol nacional sea un producto comercial más rentable y una actividad de ocio familiar como hace décadas. Una lenta agonía que parece importarles a muy pocas personas. Sanarate FC y Guastatoya FC han exhibido hasta el momento una buena gestión económica y deportiva al alcanzar en este torneo las primeras posiciones de la tabla. Más allá de pensar que es positivo que los equipos departamentales estén en las instancias finales del torneo nacional de futbol, este cambio, sin demeritar lo que han conseguido hasta hoy, refleja una profunda crisis del futbol nacional y del país. Tal y como sucede en la vida política nacional, dentro del último grupo al frente de la federación de futbol hay personas que se opusieron abiertamente, hasta hace pocos días, a seguirse beneficiando de la corrupción imperante.
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Comunicaciones y Municipal han hecho mal las cosas, y el lugar en el que están es merecido. En lugar de contribuir con su experiencia acumulada y sus recursos financieros e institucionales a solucionar la crisis de la liga nacional y de la federación de futbol, solo han contribuido a profundizarla. Sus copas aparecen hoy en las vitrinas de la opinión pública llenas de la herrumbre de la mediocridad y con la ausencia de un sentido de lo público mediante el deporte como herramienta de inclusión social.
Tocará ver una fase final de la liga nacional de futbol absolutamente inédita: sin los dos equipos de mayor tradición y con más títulos conseguidos a lo largo de su historia. Esto me hace pensar que desarrollar el futbol departamental y ponerle atención comercial al futbol de ascenso nos llevaría a hacer que el deporte más popular del país sea más visto y genere más ingresos. Esto último requiere, como sucede en la vida política nacional, de una nueva dirigencia. No sé si alcanzaré a verlo, pero por el momento toca pensar que el futbol nacional está mejor sin estos dos equipos. Sus dirigentes son expresión de lo que muy bien expresó el exfutbolista y entrenador Jorge Alberto Francisco Valdano Castellano: «Los que traicionan una orden son pícaros. Los que traicionan una confianza, traidores».
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