Después, con el cambio de la política exterior de Estados Unidos, el Gobierno, las élites, el crimen organizado y los que viven a costa del Estado, al expulsar a la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig), reforzaron esta defensa de las elecciones al constituir un nuevo pacto político que apoyase a Sandra Torres y a otros candidatos considerados aceptables como Alejandro Giammattei y Edmond Mulet. Estos hechos establecieron un patrón en las encuestas que no varió mucho con los resultados finales de esta primera vuelta, en la que hemos asistido a reelecciones y llegadas de nuevos diputados que solamente son motivo para el desaliento.
A pesar de lo anterior, no se puede hacer una valoración negativa en términos absolutos. Pese a las manifiestas deficiencias de la nueva Ley Electoral, que requiere una reformulación, los límites establecidos sobre el financiamiento evitaron la propaganda desmesurada y cansina y pusieron en otras condiciones a los partidos con menos recursos. El resultado conseguido por los distintos partidos de izquierda solamente muestra la necesidad de que deben constituirse en una plataforma política integrada. De haberlo hecho, estarían compitiendo por la presidencia en segunda vuelta. Los protagonismos, los dogmatismos ideológicos y la infravaloración de una comunicación política ligada a políticas sociales incluyentes mantienen a la históricamente fragmentada izquierda guatemalteca en esa situación de marginalidad electoral. El cuarto lugar conseguido por el Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP) es sumamente meritorio. Chimaltenango, Sololá y Totonicapán son sus fortines. Le queda un gran reto: su continuidad como movimiento político manteniendo una organización de base, sin politburós o consejos políticos que lo pueden terminar dividiendo.
El resultado alcanzado por el Movimiento Semilla (MS) para el distrito central ha sido extraordinario y muy auspicioso para contar con voces genuinamente ciudadanas en el Legislativo. Edelberto Torres puede ver cristalizada gran parte de lo que soñó políticamente para el país. Mi felicitación personal a Álvaro Véliz por haber hecho una campaña de altura para su candidatura a la alcaldía de la ciudad de Guatemala.
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Me alegra que, en Jutiapa, Luis Rosales sea virtualmente el nuevo alcalde. Se le viene un gran reto y responsabilidad, pero ya era hora de que la alcaldía fuera ocupada por jutiapanecos, sin más. Me alegra porque su padre, Gabriel Rosales, consiguió ascender económicamente con la honradez de su trabajo, lo que lo convierte en una persona respetable y honesta. En nuestra familia nos sentimos honrados de ser sus amigos y le deseamos a Luis lo mejor en su gestión. No se puede decir lo mismo de la votación a diputados departamentales: los jutiapanecos no meditaron su voto. Mi campaña por redes sociales para suscitar esta reflexión fracasó rotundamente. Queda pensar cómo cambiar el patrón del voto en el área rural del departamento, en la que predominan las regalías y el caudillaje en lugar de las ideas y los resultados.
Se reafirmó la presencia de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) en el interior del país, y el voto capitalino, como siempre, es y seguirá siendo conservador, por lo que las expresiones políticas de centro e izquierda que deseen captarlo deben hacerlo mediante un discurso moderado: una situación que probablemente no guste a muchos, pero se trata de comprender en tiempo largo nuestra cultura política. Finalmente, a pesar de que esta primera vuelta registró un 12.76 % menos de participación ciudadana, mucho de lo dicho aquí prueba que, si la movilización ciudadana revaloriza la necesidad de seguir cambiando las reglas de la participación política en el país, puede ser el inicio de diversos cambios. Cambios paulatinos, pero que pueden tener mayor alcance para tener un país distinto: un país con una nueva cultura política.
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