–Hace 200 años nuestros abuelos vivían en el municipio de Santa Eulalia. Los abuelos contaban que de repente, más o menos por el año 1895, personas que provenían de la costa empezaron a ingresar en ese territorio de forma falsamente amistosa. Los embaucaron y les quitaron las escrituras de las tierras. Fueron desalojados de la Finca El Sargento y se desplazaron a las comunidades ahora llamadas Kumatz 1 y 2. Las comunidades Kumatz quedan en el oriente de Santa Cruz Barillas, departamento de Huehuetenango. En 1979, los hijos de esos abuelos, «nuestros papás» –precisa don Lisandro–, obtienen autorización formal para vivir en Kumatz. El gobernador junto con el alcalde de Barillas autorizan la instalación de esas personas del pueblo q’anjob’al gracias a un documento de derecho posesorio. Sin embargo, la violencia del conflicto armado interno empieza a ser cada vez peor y la gente empieza a organizarse para patrullar y también dan alojamiento al Ejército.
[1982 es el año del genocidio, el año más sanguinario de los 36 años del conflicto armado en el país: el Ejército guatemalteco secuestra habitantes y desaparece a habitantes del territorio, entre ellos el representante que estaba gestionando las escrituras de la finca Kumatz. Don Lisandro toma una pausa y me sigue contando]:
–Lo fueron a secuestrar a medianoche, lo fusilaron y lo tiraron al río San Ramón, en 1982. Un compañero mío que vive en Chiapas me contó cómo vio el cuerpo arrastrado por el río con el tiro de gracia en la cabeza.
[Ciertas personas con poder, cuyos nombres no quiero escribir en esta columna, se apropian entonces ilegalmente de las tierras de Kumatz].
Prosigue don Lisandro:
–Cuando la gente empieza a ver de qué es capaz el Ejército con sus asesinatos y secuestros, los habitantes se escapan a esconderse a la montaña o a huir a México. Entonces personas refugiadas y exiliadas de Kumatz llegan finalmente a refugiarse a México. El Ejército guatemalteco los sigue persiguiendo, muchas de esas personas mueren en el camino por enfermedad y agotamiento o fueron alcanzadas y masacradas por el Ejército guatemalteco o capturadas y torturadas por el mismo. Por esa razón no llegan completos a México en Quintana Roo, Campeche o Chiapas. Luego, los hijos de Quintana Roo, Campeche o Chiapas empiezan a contactarse, crean una asociación de sobrevivientes por sus cédulas de vecindad comprueban que son de Kumatz.
[1994-1995]
–El señor M[2], con poder, llega a ser alcalde del municipio. Este busca la forma de obtener documentos de propiedad. Todo queda a nombre de la familia de este alcalde y de otro señor. Varias familias deciden regresar de México. Resulta que al llegar al lugar, como no pertenecen a la organización de comunidades retornadas, entonces no tienen esa fuerza. Entonces los terratenientes empiezan a amenazar con hombres armados.
[Don Lisandro me cuenta otra historia en paralelo sobre las masacres en esa área, después de que sus tierras de Kumatz fueron invadidas, y me empieza a contar lo de los cementerios clandestinos que se encontraron en la zona.
En un momento dado, los terratenientes logran convencer al MP de Huehuetenango, de Santa Eulalia y de Barillas para efectuar un desalojo. Hasta un juez del área argumenta que un compañero de don Lisandro fue quien autorizó el desalojo…
El 19 de julio de 2023, 5,000 policías se encuentran frente a las 115 familias de Kumatz y les dicen: «Tienen 20 minutos a partir de ahora para abandonar sus tierras». Nunca antes fueron notificados.
El Estado desplegó su fuerza y personas fueron violentamente desalojadas de sus casas, también les quemaron sus pertenencias.
«Nosotros somos herederos de estas tierras, porque anteriormente pertenecían a nuestros abuelos, pero por el conflicto armado tuvimos que abandonarlas, ahora hemos regresado para recuperarlas». Esta cita resume bien todo lo que don Lisandro y doña Ana me contaron. Por cierto, doña Ana se definió conmigo como sobreviviente de la violencia estatal de 1982 y exrefugiada en México. Vinieron a la capital a buscar justicia.
Varias frases que he escrito me vienen a la mente con estos desalojos violentos e inhumanos:
«Es bien fuerte saber que no tenés tierra, más que tu casa. Creo que uno que habita la ciudad no concibe lo grave que es. Y eso no empodera, así alimentariamente». La frase es del joven artista Juan José Guillén que entrevisté en esta columna citada.
Y agregaré para concluir otra frase más: «Con los desalojos que otra vez sucedieron este mes en Huehuetenango, el Estado de Guatemala demuestra que no le interesa el problema del hambre crónica en el país». Es de Enrique Maldonado, cuyas palabras de un foro fueron reportadas en la columna precitada.
¿Cuándo cesará el Estado de encubrir desalojos de campesinas y campesinos en este país?]
[1] Nombre ficticio por razones de seguridad
[2] El apellido no se puede escribir, por razones de seguridad para las personas desalojadas a la fuerza.
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