Trump podría haber logrado un fin común con su contrincante electoral, Hillary Clinton: hacerla ver más presidenciable, en contraste consigo mismo, a pesar de la cantidad de escándalos que rodean a Clinton. Al haber sacado del camino a más de una decena de precandidatos durante las primarias podría haber asegurado una contienda política con Clinton, que tuvo que subir de tono —el de él— a niveles extremos para finalmente hacer obvio que él no es apto ni elegible a la presidencia de Estados Unidos, lo cual hace de Hillary la única opción inteligente.
Ese fin común, intencional o fortuito, en estos momentos podría estar definiendo finalmente las elecciones de Estados Unidos de 2016 gracias al último comentario misógino del candidato Donald Trump sobre «agarrar a mujeres de la vagina». Seguro que el poco voto femenino que aparentemente tenía ya se habrá evaporado, mientras miembros del mismo Partido Republicano empiezan a desconocerlo para salvar el pellejo político, ya que cientos de congresistas y senadores republicanos que hacen campaña para su reelección en noviembre no pueden darse el lujo de alejar el voto de la mujer si no renuncian en su apoyo al agresor sexual DT.
La importancia histórica de que una mujer tenga en 2016 posibilidades reales de llegar a ser presidenta de los Estados Unidos en un hecho histórico. Sin embargo, la candidata del Partido Demócrata ¡no es la única mujer que compite en estas elecciones! La doctora Jill Stein, del Partido Verde, también lo hace, aunque no se escuche nada de ello en los medios.
Jill Stein está en la boleta electoral a la presidencia en 46 de los 50 estados de la unión. Jill Stein es una candidata viable que sin duda busca cambiar la estructura bipartidista de Estados Unidos, que monopoliza las elecciones con solo dos partidos. Y, contrario a lo que los medios quieren hacer creer, Jill Stein es la verdadera candidata progresista, sin ataduras a la plutocracia corporativa que domina las elecciones gringas.
Es injusto que los medios de comunicación solo les den cobertura a Trump y a Clinton cuando hay otra candidata mujer capaz, que cuenta con el apoyo de millones de votantes.
Estados Unidos cuenta con dos mujeres candidatas excepcionales compitiendo en estas elecciones, aunque usted solo sepa de una: HC. Y es que parte de la fórmula ha sido el acaparamiento de los medios por parte del candidato Trumpeta y su contrastante contendiente, la Hillary. La media, con propaganda gratuita —la mayor en la historia de Estados Unidos—, ha elevado a la estrella de El aprendiz (The Apprentice) a un pedestal político desde el cual solo se puede caer estrepitosamente. Pintando a la Hillary como inevitable, ha permitido que Trump haya movilizado de forma indirecta o paralela el voto latino, ¡pero en su contra! La tasa de nuevos votantes inscritos para votar en las próximas elecciones ¡es la más alta de la historia! Y si Bush hijo necesitó del 24 % del voto latino para triunfar, ¿cómo podría ganar Trumpeta con tres o cuatro dígitos?
Ambas candidatas ya han hecho historia ganen o no. Hillary Clinton lleva la delantera mediática. Sin embargo, Jill Stein podría darnos una sorpresa. ¿Cómo? Con base en varios factores.
El hecho de que una gran mayoría de votantes que apoyaron al precandidato socialista Bernie Sanders nunca votarían por Hillary, jóvenes en su mayoría, conocidos como millennials, para quienes el rojo republicano y el azul demócrata ya no importan, se ha convertido en el mayor reto de HC en términos de cómo atraer el voto de su contrincante Bernie Sanders toda vez que las primarias terminaron. HC no ha logrado capitalizar un electorado que rechaza las etiquetas, que apoya la diversidad —incluyendo tu propia orientación sexual— y que desprecia la corrupción dentro de los dos partidos políticos dominantes.
Dentro de la composición del padrón electoral, la mayoría de los votantes no pertenecen a los dos partidos políticos dominantes, sino que están inscritos como independientes: el 44 % del padrón.
Las elecciones presidenciales en Estados Unidos siempre las ganan demócratas o republicanos. Algo raro si consideramos que la mayoría de los votantes no son demócratas (31 %) ni republicanos (25 %).
Fuente: The Washington Post.
Es decir, durante varias décadas demócratas y republicanos no habrían podido ganar la presidencia sin atraer una parte significativa del voto independiente. Le llaman el swing vote, o sea, el voto que se columpia.
Ahora sumémosle a este bloque los votantes del Partido Verde. Entonces, las posibilidades de que otra mujer gane las elecciones de Estados Unidos ¡se ven aún más interesantes!
Yo, como inmigrante guatemalteco con ciudadanía gringa, espero celebrar la victoria de una mujer después de que se publiquen los resultados de las elecciones de noviembre de 2016. Mi candidata tiene todas las posibilidades de ganar en las actuales elecciones.
Con seguridad, Hillary va a romper un paradigma si gana. Igualmente, Jill Stein estará abriendo una vía electoral de tercer carril. ¡Impensable hace cuatro años!
Yo voy a votar no solo a beneficio personal, sino por millones que, siendo parte de esta sociedad, no pueden ejercer ese derecho. Voy a votar por una mujer que realmente me represente.
La candidata verde hará historia gane o no gane las elecciones.
De acuerdo con las reglas electorales, si un partido obtiene más del 5 % del voto popular, esto lo califica para recibir fondos federales en las próximas elecciones. Al alcanzar más del 15 % de la intención del voto en las encuestas, un partido gana la posibilidad de participar en los debates presidenciales.
A míster Trumpeta ya casi no le queda aire (o gas).
Trumpeta flota políticamente gracias a la ayuda mediática que le siguen dando los medios. Lleno de gas a base de metano (materia fecal), sigue elevándose para dar paso a la caída estrepitosa que finalmente vemos.
¿Quién gana y quién pierde con la caída de don Trumpeta? No gana la democracia seguramente.
Más de este autor