Una sola bolsa de ese alimento es suficiente para complementar la alimentación de un niño o una niña de entre seis meses y cinco años por un período de dos semanas. Esto quiere decir que debería ser suficiente para alimentar a más de 83,000 niños por un año entero si se pensara en un plan sostenido. Lamentablemente, estos alimentos se vencen el 27 de agosto, lo cual significa que en Alta Verapaz se deberán ubicar y entregar de inmediato 16 bolsas de alimentos a 500,000 niños para que estos puedan alimentarse durante ocho semanas.
A mi entender, este alimento constituye una dotación que pasó más de ocho meses en el Mides para ser distribuido como parte de la flamante Gran Cruzada Nacional por la Nutrición (GCNN). Además, el alimento complementario Nutriniños se entregaría en las áreas afectadas por las depresiones tropicales Eta y Iota. Sería recibido por 200,000 niñas y niños de los 114 municipios priorizados por la GCNN, comprendidos entre las edades de 6 y 24 meses y de 6 y 59 meses en el caso de los diagnosticados con desnutrición aguda.
Durante la inauguración de la GCNN, el presidente de la república manifestó: «Este alimento complementará la nutrición de los niños. Es un ataque frontal a un problema que tenemos desde hace mucho tiempo. Debemos comprender que no podemos tener un país competitivo sin que los niños tengan todas sus capacidades. Este es el momento para unir fuerzas en la gran cruzada y llegar a más niños». Obviamente, el momento del que habló se detuvo ese mismo mes.
La entrega de este producto se hizo, según parece, en el último momento e incluyó algunos departamentos no priorizados. Sé de casos en los cuales estas irresponsables acciones causaron que personal del MSPAS afrontara el conflicto de recibir la dotación a destiempo, pues debía aceptar igualmente la responsabilidad de ejecutar la entrega de un producto con poco tiempo de vida, en contra del reloj y fuera de las horas laborales remuneradas. Por fortuna, gracias al compromiso moral y ético de algunos auxiliares de enfermería y ante el aumento de los casos de desnutrición, en algunos departamentos se ha logrado la entrega aun a pesar de una planificación, una coordinación y una ejecución pésimas de parte del Gobierno.
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Con relación a estas falencias, se ha sabido de otros casos en los que las autoridades de los ministerios de Agricultura, Desarrollo y Salud Pública están incumpliendo aun contra órdenes judiciales, amparos y demás figuras legales. Al mismo tiempo, de todos es sabido que estos retrasos, estos desacuerdos y la falta de coordinación interinstitucional tienen sus raíces en el uso clientelar de los alimentos, bienes y fondos estatales que deben ser destinados exclusivamente para prevenir y evitar la muerte de niños. Quienes trabajamos en comunidades rurales y estamos en constante relación con niños y niñas que sufren desnutrición crónica sabemos que la vida de miles de menores depende de la ingesta de alimentos y que estos dependen de la buena voluntad de políticos y funcionarios de alto nivel que tienen la responsabilidad de tomar las decisiones correctas, pero que nunca lo hacen.
Excepto por las acciones del procurador Jordán Rodas, es desalentador para quienes trabajamos todos los días por mejorar la salud nutricional de niños y niñas en comunidades tener que asumir responsabilidades estatales. Es lamentable que los diputados representantes de las comisiones y de los departamentos afectados se hagan de la vista gorda ante tanta desfachatez. Es ofensivo que se gasten altos presupuestos en alimentos sobrevalorados y en onerosos viáticos para funcionarios inútiles. Pero la acción más vergonzosa es la falta de conciencia y de acción de parte de nosotros, el pueblo, ante el prevaricato. Parece que estamos muy cómodos restándoles valor a las pequeñas vidas que se pierden.
¿Cuántos niños más tienen que morir para que reaccionemos?
Como bien dijo el novelista español Luis Vélez de Guevara: «La perfecta hora de comer es, para el rico, cuando tiene ganas; y para el pobre, cuando tiene qué».
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