Mientras avanzan las audiencias en el juicio por la quema de la embajada de España, la certeza de que Pedro García Arredondo fue uno de los ejecutores del operativo policial que terminó con la vida de 37 personas, es cada vez más contundente. En la audiencia del 3 de noviembre, al menos tres de sus exempleados identificaron en el lugar de los hechos al entonces jefe del Comando VI, la unidad paraestatal de la Policía Nacional que trabajaba al servicio de su director, Germán Chupina Barahona, y de la sección de inteligencia del Estado Mayor Presidencial del Ejército.
Un policía que prestó sus servicios en el Comando VI entre 1979 y 1983, y quien rindió su declaración como testigo protegido, con el rostro cubierto y a través de una videoconferencia desde otra sala de Tribunales, reconoció a Arredondo. Mediante imágenes de los documentales de Fondo y Quien puso fuego ahí, que muestran imágenes recogidas el 31 de enero de 1980, el testigo identificó con nombres y apellidos al menos a diez miembros del comando VI, entre ellos a su exjefe.
En estas imágenes puede verse a una gran cantidad de agentes vestidos de azul que, según explicó el expolicía, eran efectivos del Comando VI. Aunque habitualmente iban vestidos de civil para no ser identificados en sus actividades contrainsurgentes, aquel día portaron este uniforme de la Policía Nacional.
En una de las imágenes mostradas aparece un policía, que el testigo identificó como Rodolfo Cruz Tepec, también del Comando VI, con un objeto que describió como “un cilindro lanzallamas”, un arma que, aseguró, él sólo había visto cuando estaba desplazado como militar en San Antonio Aguas Calientes (El Progreso). Según la información recogida en diferentes audiencias de este juicio, así como en el informe de la Comisión de Esclarecimiento Histórico, efectivos de la policía utilizaron los lanzallamas para terminar con la vida de los ocupantes. Aunque, a día de hoy, la defensa mantiene la versión de que los campesinos se inmolaron con cócteles molotov.
El exmiembro del Comando VI dijo que aquel día él no estuvo en la embajada, pero aseguró que al salir de su turno escuchó en la cafetería de la Policía Nacional a dos agentes del Comando VI hablar sobre lo sucedido. “Recuerdo que Agustín Santos Rodas, alias ‘El Ñoño’, e Ismael Silva Leal –ambos identificados en las imágenes de los documentales–, estaban comentando e indicaron: ‘¿Saber quién echo fuego ahí, va vos? Y dijeron: ‘todo salió bien, cumplimos a cabalidad la orden del jefe, ¿va vos?’ Escuché este comentario”, dijo el testigo, quien no pudo responder a la pregunta de la fiscal sobre el tono con el que se habían formulado estos comentarios, ni ofrecer más información al respecto.
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Además, Francisco Monterroso, exmiembro del Cuerpo de Detectives de la Policía Nacional, (cuerpo dirigido por Manuel de Jesús Valiente Tellez, cuyos agentes también iban vestidos de civil) dijo que ese día fue enviado a custodiar el cuerpo diplomático y aseguró haber visto a Pedro García Arredondo dando órdenes en el operativo. Al concluir la declaración afirmó sentir miedo. Otro efectivo del Comando VI, Otilio Cabrera Corado, quien trabajó como Jefe de Servicios de esta unidad, solicitó que para declarar él, se ocultara tras un biombo para que no pudiera verlo. “Ahí no hubieron operativos de ninguna manera, yo sólo me di cuenta por los medios. Yo no he participado en nada de lo que pasó ahí. Yo no he estado ahí”, declaró.
“Ninguno tenía quemados los pies”
Otro de los testigos que recordó a este “corpulento “ jefe de policía, fue el abogado Víctor Ferrigno, actual asesor de Naciones Unidas y que en aquel momento fungía como secretario general del frente universitario Robin García de la Universidad de San Carlos (USAC), grupo que apoyó a los campesinos de Uspantán y el área ixil para denunciar las masacres y detenciones producidas durante los anteriores meses en Quiché. Ferrigno aseguró que aquel 31 de enero él no acompañó directamente a los campesinos, puesto que no había estado presente en la panificación de la actividad, sino que sólo los siguió de cerca en su propio vehículo.
“Me quedé en la esquina sur y vi cuando ellos pasaban. Se movieron en bus y los acompañó Juan José Hurtado Paz –miembro del Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) e hijo del doctor Juan José Hurtado Vega, secuestrado en 1982– hasta la puerta de la embajada y tocaron el timbre”. Ferrigno relató cómo a continuación permaneció un tiempo en la plazuela de España y más tarde, cuando ya se desplazaba de regreso a la USAC, escuchó por la radio que la policía había rodeado la embajada y regresó al área.
“Pude observar policía uniformada de la Policía Nacional que estaba siendo dirigida por Arnoldo Paniagua, tercer jefe de la Policía Nacional; también vi a Manuel de Jesús Valiente Téllez (jefe del Cuerpo de Detectives) que estaba dando órdenes con los efectivos alrededor del área y al sindicado, que también estaba dando órdenes a los efectivos del Comando VI que estaban en el área. El señor García Arredondo destacaba por su corpulencia y ese día portaba un sombrero de paja que mantuvo durante un tiempo”, declaró.
Ferrigno, quien horas más tarde estuvo recogiendo los cuerpos de la morgue para darles sepultura, indicó que ninguno de estos tenía quemados los pies y que estaban petrificados, por lo que, a su juicio, era imposible que se hubieran inmolado con cócteles molotov, ya que la combustión de estos hubiera iniciado en el suelo. “No se trató de un desmán de jefes menores ni de un exceso de mandos medios, sino de una decisión del Jefe de la República”, expresó.
Testigo español escuchó que pedían matar al embajador
Una de las personas que vio los hechos de primera mano fue Jaime Fuente González, que en aquel momento se desempeñaba como funcionario español asignado a la embajada de ese país, en un proyecto de Instituto Técnico de Capacitación y Productividad (INTECAP) con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y se había desplazado aquel día al edificio diplomático para cobrar su sueldo. Fuente informó, en la audiencia, que vio llegar a la embajada a los últimos ocho campesinos, algunos descubiertos, otros con pañuelos, algunas mujeres, portando grandes bultos y recordó que llevaban una gran cantidad de bananos. Durante este lapso, Fuente permaneció con el chofer del embajador Máximo Cajal y, recordando que unos días antes campesinos habían tomado la embajada de México, se asustaron y prefirieron salir al jardín de la casa de la zona 9.
El funcionario español agregó que al cabo de un rato, la puerta de la embajada se cerró por dentro. “Yo oigo ruidos, voces, gritos, golpes, oigo mucha gente que se acerca por allí. Y la policía, actuando, entra adentro. Cuando entra, los ocupantes, que estaban en la planta baja, se desplazan todos hasta arriba. Y, entonces, alguien de la policía les indica que suban al tejado. Digo la policía, pero me parece que eran hombres de paisano, no estaban uniformados, y empiezan a golpear el tejado y hacen un boquete en una de las habitaciones, que no era la del embajador. En un momento sí veo, a través de las cristaleras, que el despacho del embajador estaba lleno de gente”, informó.
Vio entrar a “un señor uniformado con un artefacto cilíndrico, lo llevaba colgado en bandolera. Al muy poco rato, hubo un alboroto interno y vimos salir al embajador, apareció en la puerta ahumando, se le venía quemando la barba. Estaba totalmente desorientado, se caía. Alguien dijo ‘Es el embajador, matarlo’. Eso lo oímos con claridad los que estábamos allí”, relató Fuente. El embajador, según la declaración de este testigo, se dirigió a la puerta y fue arropado por un grupo de gente, pero la policía lo arrebató y lo introdujo en un autobús desde donde Máximo Cajal le solicitó que se trasladara a la embajada de Estados Unidos a relatar lo que estaba viendo.
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Al llegar al edificio estadounidense le solicitaron que les acompañara de nuevo a la embajada de España, las últimas cuadras de regreso las realizaron a pie. “En ese momento se produce un clamor indescriptible y por la ventana empieza a salir una llamarada negra, el clamor era tremendo. Ahí vuelvo a desaparecer del escenario porque alguien me dice que han trasladado al embajador al (hospital) Herrera Llerandi”, explica este funcionario, quien en el transcurso de esos días acompañó al embajador también en su traslado a la embajada de Estados Unidos –que recuerda también sufrió una balacera– y coordinó su salida a España para que un vehículo lo dejara directamente en el avión.
El próximo 13 de noviembre tendrá lugar la sexta audiencia por este juicio, instruido por el Tribunal B de Alto Impacto. Todavía quedan por escucharse los testimonios de Odette Arzú, enfermera de la Cruz Roja que aquel día escuchó la famosa frase de “sáquenlos de ahí a como de lugar”; el testimonio del embajador Máximo Cajal, fallecido en abril de este año, cuyas declaraciones fueron recogidas en un video de forma anticipada y el de su esposa, Beatriz de la Iglesia, también en forma de declaración anticipada. Mientras que la defensa ha propuesto a los periodistas Mario David García y a Jorge Palmieri.