En conjunto, la analítica que mide las percepciones de los internautas mostró más de 72,000 visitantes, y abundantes comentarios críticos. Ello bien merece todo un análisis de periodismo investigativo sobre los siguientes bancos de desarrollo: Banrural, Banco de los Trabajadores, Crédito Hipotecario Nacional e Instituto de Fomento de Hipotecas Aseguradas -FHA-. Ya comentamos Banrural, pasemos ahora al Banco de los Trabajadores.
Cabe mencionar primero una estructura que ha venido teniendo el crédito en el país: el primer lugar lo ocupan los grandes créditos para los de mayores ingresos; el segundo, el crédito de consumo. Los bancos en general, incluyendo los que tienen participación estatal, se han convertido en tarjeteros.
Uno de los principales bancos del consumismo es el mencionado de los Trabajadores. Casi la totalidad de su cartera está dedicada a ese segmento del crédito. Y es más, junto a Banrural, resultan ser los bancos que más cantidad de dinero dedican a tal destino. Ello quiere decir que en estos hay una carencia grande de innovación financiera, que debiera ser clave para apoyar a la clase trabajadora o campesino productora del país.
Cabe indicar que el banco presenta dos fortalezas con respecto a Banrural. Primero, tiene una alta composición en depósitos a plazo, más que en cuentas monetarias; y segundo, la estructura de sus inversiones en bonos del Estado no es tan alta, lo que deja lugar para trabajar en operaciones crediticias.
Como bien se sabe, tanto los diputados como el propio Gobierno han estado priorizando la solvencia del sistema bancario, en contraposición a los créditos en dólares otorgados por entidades de desarrollo como el Banco Centroamericano de Integración Económica, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo.
Ahora bien, lo preocupante en términos de la economía laboral es que tanto los depósitos a plazo, como las cuentas de ahorro, y no digamos las cuentas monetarias, le ofrecen al ahorrante tasas de interés sumamente bajas, de un máximo de tres o cuatro por ciento. En contraposición, las tarjetas de crédito están ofreciendo tasas del 48 % anual o más.
Como bien se sabe, un banco vive principalmente de la brecha entre lo que le paga al ahorrante y lo que recibe de los créditos, en este caso, las tarjetas de crédito son el símbolo del consumismo del momento. El Banco de los Trabajadores tiene además el privilegio de pignorar las cuentas de los trabajadores del Estado. Incluso, en instituciones como la Universidad de San Carlos, un trabajador que solicita su indemnización debe asegurarse de no tener deudas con el banco, lo cual implica llenar un formulario específico para tal fin.
Ahora bien, nuestro principal llamado es con relación al sistema de gobernanza de estas instituciones, pues sus directivos no son elementos representantes de los sectores aportantes, sino más bien burócratas —principalmente jubilados del sistema de banca central y de supervisión— o individuos con nexos políticos como bien se ha señalado principalmente del banco que hoy analizamos.
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Un excelente reportaje de No Ficción de mayo 2023, se titula Bantrab: la piñata de todos. En este se resalta que el banco muestra una disputa por su control. Un serio análisis de sus operaciones entre 2016 a 2018 muestra altísimos niveles de corrupción en su cúpula. Se trata del pulso por el control de una institución de más de cuatro millardos de dólares. Es, ante todo, una batalla campal de accionistas, que no necesariamente tienen una visión de lo que debería ser un sistema financiero vinculado a la economía laboral.
Los antecedentes del banco, según el reportaje, son los de favorecer intereses particulares en una institución que contribuimos a capitalizar los trabajadores del país, desde los tiempos cuando se impulsaron el citado banco y el Industrial, con gran visión de fortalecimiento y democratización del crédito.
En esta era pospandémica, junto a la reforma de la seguridad social, del servicio civil y de renovadas visiones en torno al empleo y la economía popular, bien vale la pena voltear la vista a tales instituciones financieras, que debieran estar más próximas al desarrollo y a la economía humana, que los típicamente privados, pero que en su seno albergan ocultos y sesgados comportamientos en torno a la subordinación de intereses de unos cuantos en detrimento del bienestar colectivo. Seguiremos afinando el tema.
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