Al expandirse el cristianismo por Europa, la diversidad de pueblos y culturas que la habitaban fueron convertidos, por la fuerza y la seducción, a la nueva religión monoteísta y con ello se sepultaron creencias, mitos, rituales y otras interpretaciones sobre la vida y la relación con el cosmos. Se cristianizaron formas de organización social, cultural, arte y conocimientos preexistentes, total y absolutamente, dando origen a la civilización occidental judeo cristiana que le dio forma al colonialismo, la colonización y la colonialidad.
Europa, totalmente cristiana; ahí está el núcleo, la Santa Sede. Ahí se consolidaron las sectas y manifestaciones cristianas actuales: la reforma protestante, las construcciones de templos, monasterios y monumentales catedrales. Además, las cruzadas, guerras santas, quema de brujas, la inquisición y genocidios inimaginables fueron el resultado de la imposición religiosa antropocéntrica.
Para los pueblos mesoamericanos, no fue así. Es el cristianismo colonial y sus secuelas jurídicas y políticas las que se han mayanizado paulatinamente, debido a la fortaleza civilizatoria maya cuyos elementos se fraguaron durante milenios en la relación material, objetiva y ritual con el cosmos, el mundo, la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. Agro-religión le llamó Guzmán Böckler: que no es una relación intangible, etérea, dogmática y subjetiva como los elementos fundantes del cristianismo.
Acá se hizo sagrado:
el maíz: Ixim,
el conocimiento: Noj,
el aire: Iq,
el agua, el tejido: Ixchel,
el cielo: Kaj,
la tierra: ulew,
los animales: Kiej, Ix, Tzikin, Cumatz,
el hogar: Aj, se sacralizaron las energías que dan vida, no solo esperanzas más allá de la vida como el cristianismo.
Los pueblos invadidos con su capacidad de adaptación, lograron sortear el inicio violento de las epidemias, la esclavitud, la explotación y sumisión, cobijando en distintas manifestaciones del nuevo orden impuesto, los elementos fundamentales de la cosmovisión que ha permitido la sobrevivencia como pueblos.
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Las cofradías y sus celebraciones patronales, parecen cristianas por las imágenes y nombres del santoral occidental y no se perciben, pero ahí están presentes a la par, las flores, el pom, las frutas, los bailes, los ritos, evocaciones en lengua materna y la organización comunitaria. El santo aparece refundido y casi ocultado ante el colorido y la expresión cultural del pueblo. Los rituales importantes ocurren fuera de las iglesias: En lo visible, cristiano; en el fondo, maya.
La foto de este artículo es de un altar clásico de nuestros pueblos, donde aparecen diversidad de santos en medio del culto a la naturaleza y detrás, en este caso, está el altar ancestral donde se realizan los rituales —ceremonias mayas— propios de los pueblos: peticiones por la vida, el equilibrio, la armonía y el agradecimiento por las cosechas, los negocios, los viajes, incluso por la llegada de las «santas enfermedades».
El español ha sido útil dada la gran capacidad intelectual de los escribas maya, para plasmar historias, valores, interpretaciones, como el Popol Vuj y los diferentes títulos y documentos de diferentes pueblos. Y, en la actualidad, es el idioma que se utiliza para plasmar la resistencia ante el colonialismo aún vigente y entender y explicar los fenómenos sociales que han acontecido a lo largo de temporalidades extensas en la que pueden distinguirse ciclos e interciclos de duración más restringida.
La educación oficial, a pesar de ser de ideología colonial, ha sido base mínima para varios académicos en su formación y recuperación identitaria, tarea difícil que no a todos les hace recuperar la dignidad y la noción del «nosotros», condenándolos a un individualismo alienante.
Estos son algunos ejemplos de las estrategias de la memoria histórica que ha permitido, según Guzmán Böckler, entender las líneas esenciales del vivir colectivo de los pueblos desde una posición que «(…) toma en cuenta el sentir y el pensar de dichos pueblos y deja de lado el lastre de una historia oficial que todavía pretende, a través de distorsiones y desfiguraciones, presentar una supuesta verdad histórica asentada en errores y prejuicios surgidos con la colonización para justificarla y perpetuarla». [1]
[1] Para recuperar la iniciativa histórica (Guatemala antes y después de 1992). Editorial ARKADIA, Guatemala 1995.
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