En mi artículo anterior, señalé las falacias colonialistas sobre la supuesta pacificación que realizaron como un favor los invasores porque, decían, los pueblos estaban en «sangrientas guerras». Así se justificaron las matanzas ocurridas en la invasión para pacificar. Argumentan que tuvieron como aliados a los tlaxcaltecas y otros pueblos que los acompañaron en la ruta sangrienta del centro del México de hoy hasta tierras salvadoreñas.
Europa llevaba siglos de invadir territorios y, a través del terror de la guerra, con una tecnología apropiada en constante desarrollo, obligó a los dirigentes de los pueblos a enfrentarse bélicamente, morir o negociar su supervivencia y si eso conllevaba algunas ventajas o privilegios por conservar, no era difícil someterse y subordinarse militarmente a los españoles.
Últimamente, algunos académicos mexicanos, mestizos la mayoría —aliados a la academia colonizadora— insisten en decir que los europeos no fueron los conquistadores, sino que fueron los «indígenas conquistadores» por el número involucrado; no obstante, sin la ventaja armamentista de los otros. Tampoco fue un encuentro entre pueblos, porque los que invadieron eran de distintos orígenes y no representaban a un pueblo, eran aventureros en busca de riquezas como empresa privada con la autorización real, y acá fueron los gobernantes, no el pueblo. No se puede hablar de aliados en forma generalizada y extensa: fueron obligados para sobrevivir ante el terror y la muerte. Y, el enfrentamiento, no fue suave y amable encuentro.
La interpretación que se hace de los lienzos de Tlaxcala y Quauhquechollan, que pintaron los indígenas obligados, se hace desde una visión eurocéntrica, que intenta confirmar que fueron los indígenas los invasores y no los otros.
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El libro Memorias de conquista (1) explica que, Hernán Cortés se dio cuenta de las diferencias de intereses y de poder entre distintos pueblos, especialmente contra los Mexicas, y decidió invadir Tlaxcala, donde los gobernantes lanzaron a los Otomíes contra Cortés y este demostró su ferocidad bélica con la gran matanza en la ciudad sagrada de Cholula (2) a pesar de las embajadas de Motezuma (sic) para que no continuara. Así, Cortés propagó el terror y el respeto hacia los españoles entre los pueblos mesoamericanos, que mantenían una red extensa de vías de comunicación en toda Mesoamérica y portavoces que la recorrían permanentemente. Dio a entender a los mexicas que no se detendría hasta llegar a su ciudad. A los Tlaxcaltecas no les quedó más que «aliarse» y, al mismo tiempo, obligaron a otros pueblos a hacer lo mismo.
Las víctimas de la matanza fueron gobernantes, sacerdotes y la población civil desarmada. Cholula era una de las ciudades más grandes y famosas de Mesoamérica, un activo centro comercial y un importante santuario religioso consagrado al poderoso Quetzalcóatl, por lo que fue llamada después «la Roma o la Meca» de estas tierras.
Según Cortés, en un par de horas sus tropas mataron a 3,000 hombres. Bernal Díaz del Castillo dice «matamos muchos de ellos y otros se quemaron vivos». El historiador oficial de Cortés, Francisco López de Gómara, habla de 6,000 víctimas.
También se atacó a los cargadores y ayudantes indígenas que se habían reunido en el patio del palacio donde estaban alojados los invasores, supuestamente para ayudarlos a partir rumbo a México-Tenochtitlan. Díaz del Castillo afirma que eran guerreros armados, pero no describe ningún combate con ellos. Otras versiones confirman que estaban desarmados.Se atacó a la población en las calles durante un par de días. Incluyó saqueos generalizados, violaciones y captura de esclavos. Según las historias, hubo ataques contra el templo de Quetzalcóatl. Los sacerdotes o guerreros que ocupaban el templo fueron asediados en la punta y cuando se le prendió fuego, murieron «quemados vivos» o se arrojaron al vacío. Según Gómara: «Fueron requeridos pero no se rindieron, y así, se quemaron con el fuego que les prendieron». Se trató, pues, de una cruel operación militar atacando a la población civil, que fue planificada, sistemática y prolongada.
No se puede hablar de alianzas. El apoyo y acompañamiento fue estrategia de sobrevivencia ante el terror para conservar vida, derechos y algunos privilegios.
1 Selección y prólogo de Antonio Rubial e Iván Escamilla. Editorial ALFAGUARA, México 2002.
2 15 de octubre de 1519. En lienzo de Tlaxcala. Cholula, nombre en lengua indígena. Lugar sagrado para los mexicas y varios pueblos indígenas del centro de México que hoy día se encuentra en el estado de Puebla.
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