La recta final del proceso por la Presidencia de Estados Unidos se ha vuelto una especie de montaña rusa, pues los sobresaltos están a la orden del día. Primero, el que busca permanecer en la Casa Blanca fracasó estrepitosamente en el debate contra quien trata de desbancarlo; y días después, el opositor sufrió un atentado que conmocionó al mundo.
El sistema de elección estadounidense tiene particularidades, como que la gente vota, pero no elige directamente al mandatario. La tarea de designar a quien ocupará la Oficina Oval compete a las y los 538 miembros del Colegio Electoral, cuerpo formado por representantes de los 50 estados y del Distrito de Columbia.
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Vale subrayar que la integración de dicho ente no es pareja, sino que, por ejemplo, el Distrito de Columbia aporta tres escaños, en tanto que California, 55; y Pensilvania, 20. En la historia ha habido cinco comicios en los que un o una aspirante cosechó más votos en las urnas, pero no ganó porque no llegó a la mayoría requerida en el Colegio. El más reciente fue en 2016 cuando Hillary Clinton obtuvo 65 millones de sufragios y Donald Trump, 62 millones. La victoria fue para el segundo, ya que en el poderoso y exclusivo órgano decisorio alcanzó 306 y la exprimera dama, «solo» 232.
A propósito de Trump, en ruta al 5 de noviembre, cuando se configurará al 47 gobernante del país norteamericano, la semana pasada se suscitó un pasaje propio de una escena cinematográfica. Y es que en «la vida real» no se esperaría que, en un atentado a tiros, la víctima caiga herida, se incorpore y con el puño derecho en alto lance consignas.
Obviamente, en el contexto electoral se encendieron las pasiones, más en los círculos que admiran al candidato republicano. Trump es todo, menos titubeos o flaquezas; por eso, la acción armada ha elevado sus réditos, aunque guardando las distancias entre seriedad y comedia, el disparo trajo el recuerdo de The Party (La fiesta inolvidable), película de Blake Edwards, con Peter Sellers a la cabeza.
Del intento de magnicidio se hablará bastante en los días, semanas y meses venideros. La cuna de la sociedad del consumo y el mercadeo no tardará en sacar a la venta artículos con la icónica imagen del hombre al que dan limones y hace limonada. En el ínterin, habrá que ver si las pesquisas brindarán resultados o empezará a construirse otra usual leyenda urbana como en casos parecidos.
Lo indiscutible es que en la competencia presidencial Trump corre, mientras que Joe Biden camina entre tropezones. El debate del 27 de junio significó un resbalón para el demócrata, quien volvió a trastabillar en la cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, donde confundió a su aliado, Volodímir Zelensky, con su adversario, Vladimir Puttin, y a su compañera de fórmula, Kamala Harris, con Trump.
Como la población estadounidense es vulnerable a los manejos mediáticos, no es descabellado afirmar que Biden va en caída libre; de hecho, personajes influyentes de su partido le piden que renuncie a la contienda. El 10 de septiembre será el segundo debate y falta ver si aparecerá él o un/a emergente. Por cierto, el cara a cara pionero se registró en 1960, memorable porque la voz firme de John F. Kennedy opacó a un sudoroso Richard Nixon.
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