También puede ser encarnado por quienes obtuvieron sus grados académicos en otras universidades y que, bajo la cobertura de la buena fe (especialmente con relación a la convicción de la verdad), deseen absorberlo como un acopio que pueda servirles en su inmediato quehacer.
Habida cuenta de ello, comencemos discerniendo con relación al título que ya tienen en sus manos y el grado académico de licenciatura que ya ostentan. Algunos con fe pública incluida. Me refiero a esa autoridad legítima que deben honrar porque se las otorga el Estado como un atributo originario para que ustedes puedan otorgar «autenticidad y certeza a todos los derechos jurídicos que sean pasados ante su fe».[1] Y es justamente en esta especie de bisagra donde el nuevo profesional puede comenzar a medir los resultados de su trabajo a la luz de su conciencia. Pero, antes de continuar, debemos dejar en claro que no solo los Notarios tienen fe pública. Dejo como tarea a los estudiantes que se graduarán el próximo año averiguar sobre aquellos otros profesionales que también la poseen.
Así que, partiendo de la luz de la conciencia (entendida esta como una coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, los criterios éticos y todo aquello que se considere correcto), les pongo al tapete los siguientes escenarios.
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Las cohortes de jóvenes graduados este año 2024 (en Guatemala) fueron formadas bajo condiciones sociales, políticas y económicas muy diferentes a las circunstancias en que fueron formados sus mentores. De estos, algunos lo fueron en la posguerra Otros, más jóvenes, vivieron la posguerra y otros, ya en una etapa en la que comenzó a abrirse el camino hacia el diálogo gracias a los Acuerdos de Paz. Sin embargo, también hubo y hay una larga etapa donde hicieron impronta las altas tasas de criminalidad y el miedo como un artilugio para el manejo de masas. Y la basa de estas huellas resultó ser la corrupción. Esta última, a manera de repetición iterativa del mal, se ha mantenido en boga y amenaza con engullir a toda persona que se le ponga enfrente, pero busca principalmente a profesionales recién egresados para ponerlos de inmediato (ojo con la fascinación del dinero fácil), a su servicio. Por esa razón me referí a «partir de la luz de la conciencia».
Así el contexto anterior, ¿qué síntomas y signos deben alertar a los jóvenes profesionales respecto a estar frente a esa instigación del mal para inducirlos a cometer actos reñidos con la ley y la moral?
Como respuesta, analicemos dos.
En no pocos actos de graduación he prevenido (durante mi discurso) acerca de los obsequios que se salen de cualquier nivel de lógica permitida. Se entiende muy bien cuando un familiar o un amigo desea agradar al graduando (a quien se supone quiere muchísimo) con un presente que pueda ser o estar fuera de lo común en cuanto su valor económico, pero, cuando ese valor supera en mucho (muchísimo) el entendimiento de por qué se le obsequia, el joven profesional debe poner sus barbas en remojo (aunque todavía no las tenga físicamente).
Otro signo del no-bien es el ofrecimiento y la consecución oficiosa de empleos inmediatos (aunque no se tenga experiencia previa en el cargo), muy bien remunerados y/o con gratificaciones debajo de la mesa. Esos puestos casi siempre deben, a futuro, una retribución para quien los otorga. Y en este caso muy particular el profesional que se inicia en el desempeño de lo suyo debe recordar que el mal nunca paga bien. Ojo, nunca es nunca.
Estos dos síntomas (obsequios carísimos y apadrinamientos que degeneran su propia naturaleza) ya convertidos en signos, son suficientes como para que el recién graduado dé paso a la localización de otros similares que atenten contra su dignidad de persona y de profesional. Ya fuera de la luna de miel de la graduación, pasado el rato y el rito, viene el reto. Y el suyo debe ser el ejercicio profesional libre y de recta conciencia.
No se trata pues, de ser profeta de calamidades. En vía contraria, se trata de impelerlos a ser libres de la esclavitud del dinero mal habido, del sometimiento a cometer actos reñidos con la ley y la moral, y de todo aquello que otorgue poder, placer y tener (de manera fácil y rápida) pero que al final quita la honra, la dignidad y hasta el afecto de la propia familia.
Cierro el artículo enviándoles un fuerte y fraternal abrazo a todas las graduadas y graduados este año 2024 y a los de toda la vida, especialmente a quienes (toda la vida) han predicado con su ejemplo.
[1] https://www.euroinnova.com/blog/que-es-la-fe-publica#:~:text=Por%20lo%20....
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