En una entrevista concedida a la prestigiosa revista económica Project Syndicate, Simon Johnson, profesor de la Sloan School of Management del MIT, es interrogado sobre avances tecnológicos e innovadores, que son el ingrediente esencial del más reciente libro de los Nobel Power and Progress, un extenso tratado histórico sobre nuestra lucha milenaria por la tecnología y la prosperidad.
La primera pregunta gira en torno a la opinión del autor sobre las regulaciones de la Comisión de Valores y de Cambios —la famosa SEC, por sus siglas en inglés— en relación con los esfuerzos para regular de mejor forma las transacciones financieras digitales, donde sobresalen los excesos alrededor del bitcoin, del cual, alguna vez, el gobernante Bukele de nuestro vecino El Salvador habló, augurando que sería la moneda del futuro, complementaria al proceso de dolarización.
El experto propone la urgencia mundial de brindar estabilidad y certeza a la diversidad de monedas digitales existentes, que funcionan de manera similar a los bancos: como es el caso de las chequeras, que los usuarios consideran equiparables a tener dinero en efectivo en la billetera. Además, subraya que la entidad que los emite debe ser garante de los activos financieros asociados.
Si tales activos son estables y completamente líquidos (es decir, disponibles en cualquier momento) la demanda de estos puede ser efectuada sin problema. Sin embargo, si las contingencias surgen y las devoluciones no llegan a tiempo, derivado de contratiempos observados en los últimos tiempos, esto equivale a una falla o quiebra bancaria. Lo sucedido en fechas recientes con el Silicon Valley Bank y otros bancos regionales, que jugaron con activos financieros digitales, nos advierte que este tipo de crisis puede ocurrir.
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El entrevistador se refiere luego al libro Power and Progress en donde se advierte de los riesgos de las nuevas tecnologías, incluyendo la Inteligencia Artificial que mal manejada puede conllevar a mayor concentración de riqueza. Recordemos que el problema de la desigualdad es una de las principales preocupaciones de los Nobel 2024. El propio Acemoğlu ha venido advirtiendo que la influencia social, cultural y política de los súper ricos, ha llegado a niveles peligrosos. Y si no, veamos los semifascistas comentarios de Elon Musk en X.
Luego, en la entrevista se focalizan las declaraciones vertidas por Simon y Acemoğlu, quienes subrayan los riesgos de la difusión poco regulada de la Inteligencia Artificial, diseñada y distribuida por las grandes corporaciones; de manera tal que está degradando las experiencias del consumidor y decepcionando a numerosos inversionistas. Incluso, una carta pública de los Nobel ha venido teniendo numerosos adeptos, quienes sugieren una moratoria en la difusión y desarrollo de la Inteligencia Artificial, de al menos seis meses o más tiempo, si es posible.
El entrevistador pregunta si el experto considera que una moratoria podría mitigar los riesgos observados. Además, plantea cómo deberían los reguladores, en caso de aprobar dicha moratoria, comenzar a estructurar un mejor marco regulatorio.
Simon responde que una moratoria requeriría de más elementos, ya que algunos, tanto en Estados Unidos como en el extranjero, podrían aprovecharla para ponerse al nivel de quienes ya lideran las innovaciones digitales. Recordemos, digo yo, que los inversionistas asiáticos y de otras partes han sido hábiles en las últimas décadas para copiar e imitar avances. Así como, siglos atrás, los asiáticos fueron pioneros de grandes cambios tecnológicos, que luego fueron imitados o bien extraídos por los colonizadores europeos.
Además, Simon sugiere redirigir los esfuerzos de una pura y burda automatización, que radica en difundirla y aplicarla tan solo para reemplazar gente. Sugiere entonces, el desarrollo de tecnología que complemente las capacidades humanas y las actividades, creando así nuevas tareas para los humanos, levantando la productividad empresarial, la creatividad, y, en general, incrementando la demanda de trabajo: «Esa es la mejor manera para subir los salarios y mejorar la calidad de vida», replica.
Luego, Project Syndicate resume de nuevo una de las recomendaciones de Power and Progress, vinculada al reempoderamiento en el uso de las redes sociales, tal es el caso de un impuesto al marketing digital, evitando así que las élites se concentren en unas pocas fuentes de provisión de tecnología. ¿Cómo debería ejecutarse tal medida?
Históricamente, replica Simon, la llave siempre ha sido circunvalar las regulaciones. Las compañías que despachan nuevas tecnologías energéticas, ferrocarriles, electricidad y demás, cosechan los beneficios y amasan fortuna y poder. En el siglo XIX, los sindicatos y la expansión del sufragio universal contrarrestaron esas fuerzas excluyentes corporativas.
En el siglo XX, los gobiernos desarrollaron la habilidad de regular los negocios, no solo con leyes de la competencia y antitrust, sino también estableciendo adecuadas reglas del juego. Ello se ha venido desvaneciendo en los últimos 40 años. Big Tech (las corporaciones de nueva tecnología) ha venido ganando terreno sobre la esfera estatal y pública, llevando al resto de los mortales a lidiar con las consecuencias y excesos de tan inmenso poder. La trayectoria observada por los medios digitales y las redes es un claro ejemplo de todo ello en la actualidad: Una muestra más de lo que la Inteligencia Artificial puede traer.
Finalmente, el laureado Simon advierte que hay toda una narrativa bien encaminada por las corporaciones para dirigir las visiones de los rumbos de las nuevas tecnologías y del propio progreso. La respuesta para salir de dichas trampas son sugeridas por el experto:
El primer y más importante paso es darse cuenta de que existe una narrativa prefabricada y bien elaborada sobre nuestra percepción de la tecnología. El mantra dominante, como este escribiente lo ha advertido respecto a los analistas económicos corporativos y oficiales, es el del superoptimismo. En este caso, se trata de una especie de tecnooptimismo: invente tanto como pueda, y buenas cosas van a pasar: altos salarios, mejor salud y más oportunidades seguirán automáticamente.
Esto es pura ilusión, afirma Simon. Si observamos la historia, las lecciones nos advierten que tales cambios no siempre han sido verdaderos. Basta con leer el pasado para ver cuán manipuladora y explotadora puede ser una sociedad que promueve ese superoptimismo hacia el cambio.
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