En los comicios presidenciales de 2003, Leonel López Rodas, candidato del Partido de Avanzada Nacional (PAN), acuñó la expresión: «El 14 a las 14:00». Con ella adornaba su oferta para alcanzar la conducción del Organismo Ejecutivo. Sus palabras quedaron grabadas y se reciclan en las campañas de cada cuatro años. Él, sin embargo, como ocupó el cuarto peldaño no coronó sus aspiraciones.
Anteriormente, el tramo entre la infaltable segunda vuelta y el acto solemne del 14 de enero no demoraba más de dos meses, pero con los cambios en el cronograma respectivo, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) resolvió que esta vez abarque casi cinco meses, situación que ha derivado en una tortuosa, tormentosa y hasta incierta transición.
Y es que desde el triunfo de Bernardo Arévalo y Karin Herrera en el balotaje del 20 de agosto, el trayecto hacia el relevo en la Presidencia de la República no se ha ido desarrollando con calma, sino en medio de sobresaltos reales o ficticios sustentados en variedad de discursos pronunciados por actores nacionales e internacionales. Dichas manifestaciones han impedido una comunicación efectiva, es decir, en lugar de que entre emisores y receptores haya comprensión de los mensajes, prevalecen la confusión y la tergiversación, ruidos que afectan y desconciertan a la sociedad.
Respecto del «14 a las 14:00» de enero de 2024 hablan las autoridades de turno, la Organización de los Estados Americanos (OEA), el gobierno de Estados Unidos que, por cierto, ha enviado a diferentes funcionarios de alto nivel para mantener activos cabildeos. Asimismo, la dirigencia indígena, la cúpula del sector privado y otras instancias del poder económico, así como grupos sociales van y vienen en diálogos cerrados, o medio abiertos, de los que se desprenden todo tipo de interpretaciones, según quien las escuche o lea.
[frasepzp1]
De todos esos momentos, lo único claro es el encadenado y asfixiado Presupuesto General de Ingresos y Egresos del Estado que el Congreso de la República aprobó para 2024 y que, en esencia, determina que la administración entrante acomodará a su tripulación en un yate que levará anclas impulsado por remos, pues no le funcionará el motor. A propósito del nuevo binomio, el gabinete que lo acompañará no termina de consolidarse y en el ínterin circulan rumores o aclaraciones.
Vale apuntar que, dadas las condiciones en que asumiría el tándem Arévalo-Herrera, en ministerios y secretarías de Estado lo recomendable es alternar cuadros orgánicos con aliados en el amplio abanico sectorial que le aporten margen de acción y actuación. Lo anterior porque el «14 a las 14:00» concluirá la expectativa y comenzará la exigencia, de manera que el mandatario por estrenarse debe cuidar que no se pase del encanto al desencanto.
Por ahora, ha llegado diciembre y parece que las festividades de la época compartirán entorno con unas elecciones que continúan en vilo sin establecer cómo será la asunción del 52º. gobernante, desde la instauración de la República en 1847, y el 13º. a partir de la reapertura democrática de 1985. Y en ese contexto habrá que atender lo que ocurrirá con el desmembrado TSE, ente que de la sobrexposición mediática de sus magistrados titulares y usuales apariciones en bloque con posturas moldeadas por el mismo sastre, hoy se ha partido porque la mitad optó por desaparecer y la otra afirmar: «…Yo no fui, fue Teté…».
Más de este autor