El modelo político del Estado colonial se basa en el servilismo. El Estado de Guatemala ha sido un aparato de control y coacción, constituido para mantener sistemáticamente relegados de sus derechos a los grupos sociales que, desde antes de la constitución de la república, han sido sometidos a la dominación, el despojo y el exterminio.
En más de tres décadas de democracia criolla-ladina podemos comprobar que la situación de los pueblos originarios, en todos los ámbitos, no ha mejorado sustancialmente y socialmente se ha normalizado la idea de que en la práctica política del Estado nada avanza si no se negocia o si no se aprende a ceder.
«No se puede ganar todo», «es mejor ganar un poco que nada», son dichos que solemos escuchar o, en su defecto, enunciar como una forma de aceptar que una vez más tendremos que consentir el hecho de que combatir de raíz el racismo y el sistema colonial no son prioridad para los gobiernos, y mucho menos para la hegemonía racista y colonizadora.
Definitivamente estamos frente a un problema de origen, porque la naturaleza del modelo colonial es segregadora y parásita; por ende, aunque permita uno que otro «cambio» relacionado al racismo estructural, en esencia no transforma nada, ya que su ideología gira sobre la base de una idea de nación ladinizada y unitaria que aborrece la diversidad, a menos que pueda beneficiarse de esta folklorizándola o explotándola.
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Aunque por el momento la idea de abolir el Estado colonial parece algo muy lejano, tarde o temprano será la única forma en que podamos provocar cambios estructurales, los cuales, como podemos observar en la coyuntura, no serán reales bajo el marco del reformismo, pues al final lo único que pueden ofrecer a los pueblos es la «inclusión»; sin embargo, esta no es sinónimo de «liberación», ya que se concibe desde el privilegio material que les ha otorgado el hecho de no ser «indios» o «negros».
Hablar de política en nuestra cotidianidad es fundamental, no es una idealización y esto se puede comprobar echando un vistazo a nuestro alrededor sociopolítico, porque, aunque la necesidad de tener esperanza sea legítima, esto puede volcarse en nuestra contra a largo plazo, ya que con el tiempo terminamos creyéndonos el cuento de la democracia representativa, la cual ha sido un fracaso para los pueblos, pero un éxito para las élites.
Haber garantizado el hecho de que la Corte de Constitucionalidad se conformara como lo está en este momento tomó su tiempo y proceso, es por ello que tener memoria es importante, pues estos que ordenaron que se repitiera la elección de la Junta Directiva del Congreso y que en los últimos días le ordenó (al Congreso) que dejara de insistir en reestablecer como bloque a las diputadas y diputados del partido Semilla, por las ventajas que eso implica, en años anteriores, además de legislar en contra del pueblo, también han estado relacionadas y relacionados con casos de corrupción y han atacado a los medios de comunicación, el mejor ejemplo de ello es el magistrado Roberto Molina Barreto…
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