En promedio, en Guatemala tenemos una expectativa de vida de 70.88 años; 69.03 para los hombres y 72.83 para las mujeres. Eso significa que en promedio viviremos 25,890 días; los hombres 25,213 y las mujeres 26,601. En semanas esto significa casi 3,602 para los hombres y 3,800 para las mujeres. Yo ya disfruté de 17,218 días o 2,460 semanas; si vivo la edad promedio de los hombres en Guatemala me quedan 1,142 semanas o 7,994 días.
Los números son fríos y no estoy compartiéndolos para as...
En promedio, en Guatemala tenemos una expectativa de vida de 70.88 años; 69.03 para los hombres y 72.83 para las mujeres. Eso significa que en promedio viviremos 25,890 días; los hombres 25,213 y las mujeres 26,601. En semanas esto significa casi 3,602 para los hombres y 3,800 para las mujeres. Yo ya disfruté de 17,218 días o 2,460 semanas; si vivo la edad promedio de los hombres en Guatemala me quedan 1,142 semanas o 7,994 días.
Los números son fríos y no estoy compartiéndolos para asustarlos. Son promedios y así como puede quedarme un día o una semana pueden quedarme los mismos 17,218 que ya disfruté. Solo Dios sabe cuánto tiempo tiene preparado para mí.
Traigo esto a colación para que mantengamos en perspectiva muchas cosas. La primera es comprender que no se trata de mí. El mundo no gira alrededor mío ni soy el centro del universo. Cuando los encargados de las luminarias en el teatro de la vida están alumbrando no nos buscan a nosotros. No, el mundo y la historia no se tratan de nosotros. Se trata de ÉL. Dios es el centro, no nosotros.
Habiendo comprendido este primer tema debemos entonces entender nuestro rol. La mejor forma de explicarlo es pensando en la Luna. No genera luz propia, pero sí la refleja. Sin el Sol no tendría luz que reflejar. La Luna refleja la luz que emana del Sol, nosotros somos el reflejo de lo que Dios hizo en nosotros. Nuestros talentos, dones y habilidades no son para glorificarnos sino para darle la Gloria a ÉL. Para reconocer SU grandeza en nuestras vidas.
Regresando de Semana Santa hace algunos años tuvimos una conversación con mi hija más pequeña (Ana Lu) y con el mayor (José Xavier). Deben haber tenido 8 y 24 años respectivamente. Estaba compartiendo con ellos lo que para mí son los mensajes más importantes que nos debe dejar de reflexión la Semana Santa. El primero es que Dios amó tanto al mundo que envió a su único hijo para salvarnos. El segundo mensaje es la forma en que Jesús resumió la ley y los profetas: Debemos amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo (esto quiere decir al próximo) igual que a nosotros mismos. Finalmente nos dejó el tercer mensaje: que vayamos y le contemos esto a quienes aún no lo saben o no lo creen.
Si ahora tomamos en cuenta los primeros dos temas que les compartí y estos tres mensajes que, para mí, son los más representativos de la vida en Cristo, podemos darnos cuenta que tenemos esos propósitos muy claros en la vida. Sí, esos 25,890 días en promedio para los guatemaltecos.
Nuestros objetivos en la vida deben girar alrededor de comprender que no se trata de nosotros, que debemos ser el mejor reflejo de Dios que pueda, que Dios nos ama tanto que envió a su único hijo para salvarnos, que amemos a Dios sobre todas las cosas, que amemos a los demás como a nosotros mismos y que compartamos este mensaje con quienes podamos.
Todas nuestras decisiones durante esos 25,890 días hacen que seamos o no seamos, hagamos o no hagamos, cumplamos o no cumplamos esos objetivos. Esos propósitos son una decisión diaria. Dios nos da ese tiempo y el poder de decidir. Está en nosotros asumir esa responsabilidad cada día, en cada acción y en cada decisión que tomamos.
Yo doy gracias a Dios por los 17,218 días que ya me permitió disfrutar y agradezco desde ya los días que tiene reservados para mí, ofreciendo cumplir el propósito que tiene en mi vida.
Dios los bendiga y les recuerdo que toda la gloria, la honra y el honor son siempre para Jesús.
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