Ella murió de cáncer en Guatemala.
Él combate el cáncer en Francia.
Ella asumió una lucha perdida de antemano.
Él se benefició de un tratamiento experimental.
La lucha de ella parece corta para quienes hubiesen deseado tenerla en vida más tiempo, pero esta lucha fue tal vez muy larga para la agonía.
Él sufre a diario, ya no tanto de cáncer, sino más bien de los efectos de la modernidad de laboratorio.
Ella murió en su cama rodeada de miradas de amor q...
Ella murió de cáncer en Guatemala.
Él combate el cáncer en Francia.
Ella asumió una lucha perdida de antemano.
Él se benefició de un tratamiento experimental.
La lucha de ella parece corta para quienes hubiesen deseado tenerla en vida más tiempo, pero esta lucha fue tal vez muy larga para la agonía.
Él sufre a diario, ya no tanto de cáncer, sino más bien de los efectos de la modernidad de laboratorio.
Ella murió en su cama rodeada de miradas de amor que la acompañaron en ese camino tortuoso.
Él sufre de depresión. Está casi solo con su perro encerrado en los vastos campos de la campiña francesa.
Ambos fueron trabajadores activos, de la fuerza bruta, de la que saca sudor y músculo. Ambos penaban mes a mes el derecho a ser clasemedieros.
Ella murió heredando tristeza y un legado de vida digno de admiración.
Él no entiende por qué ahora que no tiene fuerzas, por qué ahora que no se siente capaz de hacer nada, por qué ahora tiene dinero.
Sigo creyendo que un Estado que responde a su base más fundamental puede cambiar la realidad. No solo la de los pobres, sino la de todos.
El caso de mis dos personajes acentúa algunos rasgos distintivos de dos países que manejan a velocidades distintas.
A ella el Estado le dijo: «Disfrute de sus últimos días en familia y vaya en paz». Con ella lo privado asumió, al ver sus manos trabajadas por la vida, su incapacidad financiera y la mandó a casa.
A él las negociaciones público-privadas lo volvieron un conejillo de Indias.
Tuve la oportunidad de verlos a los ojos y juro que ese brillo es el mismo aquí en el trópico que allá en el viejo continente.
Ella murió de un cáncer que enterraron con amor.
Él sigue vivo y cada vez más consciente de que merece ser feliz.
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