En el año 2007 pasamos a ser un país con más población urbana que rural, bajamos de un crecimiento poblacional de alrededor de 7% anual hace 15 años a un crecimiento de 2.8% anual, y estábamos acercándonos a tener cobertura completa a nivel primaria.
Hoy, cinco años después, la población urbana está cerca del 58% de la población, el crecimiento poblacional se redujo a 2.4% anual y los años de escolaridad ya nos permiten empezar a ocuparnos de la educación básica, técnica y diversificada. Esta tendencia continuará así los próximos 25 a 30 años. Para el año 2045, analistas de instituciones públicas y privadas locales e internacionales estiman que llegaremos a lo que probablemente sea el techo poblacional de Guatemala, 25 millones de habitantes, y tengamos un índice de urbanización de 75%.
¿Qué significan todos estos números? Principalmente quieren decir que tenemos 10 a 15 años para preparar las ciudades donde estos 10 millones de guatemaltecos adicionales vivirán, educarán, curarán, entretendrán, morirán y los enterrarán. Una parte importante de este crecimiento poblacional urbano se dará en cuatro grandes áreas metropolitanas alrededor del país. El área metropolitana de la ciudad de Guatemala pasará de 3.5 millones de habitantes a 5.5 a 6 millones. La región Xela-Toto tendrá entre 2 y 2.5 millones, la región Cobán-Carchá estará muy cerca llegando a 2 millones y una cuarta región que se extenderá de Coatepeque al área de Retalhuleu/Mazatenango que llegará aproximadamente a 1.5 millones de habitantes.
Tendremos otras áreas metropolitanas intermedias con población alrededor del millón de habitantes en Escuintla/Nueva Concepción/ Santa Lucía Cotzumalguapa, Huehuetenango, Jutiapa, Zacapa/Chiquimula y el área Tecpán/Chimaltenango. Estas regiones metropolitanas grandes y medianas concentrarán alrededor de 15 millones de habitantes y las ciudades pequeñas reunirán alrededor de otros 3 a 4 millones de habitantes.
Estas regiones están teniendo problemas para prestar servicios públicos, resguardar sus recursos naturales, generar empleo o fuentes de ingresos hoy; solo imaginemos qué pasará en 5 a 6 años cuando la presión de la población las desborde. Las municipalidades no están preparadas administrativa, técnica o financieramente para planificar, desarrollar y administrar esas ciudades.
La institucionalidad nacional y local se quedó corta. Se pueden contar con los dedos de una mano las municipalidades que tienen algún nivel de institucionalidad que permita prepararse para lo que está sucediendo y lo que se viene en la próxima década. El gobierno nacional debe estar preparado también con la infraestructura física y humana para atender las necesidades de energía eléctrica, movilidad de carga y personas entre regiones y hacia los puertos y aeropuertos, el sistema de educación, salud y seguridad para esas nuevas características de la población y su territorio.
Visualizar, planificar, construir y administrar esas ciudades requiere un esfuerzo que nunca hemos hecho en Guatemala, ni en Mesoamérica. Es la transformación de un país eminentemente agrícola y rural a una nación de servicios, comercio, información, tecnología, servicios públicos urbanos y altamente conectado con el mundo. Es un reto ineludible. Este crecimiento y transformación de las características de la población y el territorio se están dando; sin darnos cuenta y sin prestarle atención.
Necesitamos urgentemente transformar la institucionalidad del país para planificar ciudades sostenibles que permitan generar comunidades incluyentes, generadoras de ingresos, responsables ambientalmente y agradables para los ciudadanos. Mientras tanto, debemos también aprender a convivir en espacios más reducidos, con más fricción y relación entre nosotros. Esto requiere construir ciudad + ciudadanía.
Dios los bendiga y les recuerdo que toda la gloria, la honra y el honor son siempre para Jesús.
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