La empresa de consultoría Central American Business Intelligence (CABI) publicó el pasado 20 de agosto en su cuenta de Twitter un mensaje en el que advertía sobre una “recesión productiva”. “Las cifras de cotizantes del IGGS confirman una recesión laboral y hacen intuir lo que muchos tememos: recesión productiva”, decía el tuit.
La afirmación divulgada por CABI es engañosa. La cifra de trabajadores cotizantes al Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) no es premisa suficiente para asegurar que el país afronta una recesión laboral ni una recesión productiva. Además de que las cifras de afiliados no reflejan la realidad laboral de Guatemala, debido principalmente al subregistro que representan los trabajadores informales que no gozan de seguro social, ni los que prestan servicios profesionales bajo la figura de “facturación”.
Según las cifras oficiales del IGSS, en 2014 hubo un crecimiento de 1.22 % en el número de cotizantes (14,962 más); en 2015 la subida fue de 2.43 % (30,167 más); y en 2016 de 2.56 % (32,572 más). En 2017 solo se registraron 13,016 nuevos cotizantes, lo cual implica un crecimiento menor, pero no un decrecimiento. Los datos de 2018 no pueden ser comparados, pues mostraría imprecisiones por no tener una visión interanual.
Paulo de León, director del CABI, dijo a Plaza Pública que la advertencia hecha por esa empresa se basó en información proporcionada por la Fundación para el Desarrollo de Guatemala, que refleja una caída de 30,455 afiliados entre diciembre de 2017 a marzo de 2018. De ese total, 10,555 pertenecen al sector de agricultura.
Según De León, las cifras de cotizantes al seguro social pueden ser utilizadas como “una cifra de desempleo”, bajo la lógica de que “menos gente que pague la cuota es por estar sin trabajo”. Sin embargo, señala que en el país “no hay buenas cifras de empleo” y que “no hemos hecho ningún estudio del tema”.
El economista Edgar Balsells, miembro de la junta directiva de IGGS en representación de la Universidad de San Carlos, descarta que las cifras de afiliados de los últimos cuatro años reflejen una recesión laboral como lo indica el CABI. En todo caso, señala, “hay un estancamiento”, que es un proceso normal en determinadas épocas del año en el sector de la agricultura. “El CABI compara las cifras de diciembre de 2017 a marzo de 2018, y en diciembre hay más cortadores de caña y vacacionistas en las empresas. Es decir, normalmente en los últimos años el empleo aumenta en esa época”, explica.
La Encuesta Nacional de Empleo 2017 del Instituto Nacional de Estadística define el sector informal como “parte de la economía de un país que está constituida por trabajadores por cuenta propia y pequeñas empresas que no están integradas plenamente en el marco institucional que regula las actividades económicas”, y este grupo abarca el 70.2% del empleo en Guatemala. Según esa encuesta, solo el 29 % de la Población Económicamente Activa del país está dentro del sector formal, y estos son los que por ley y derecho están afiliados al IGGS.
Es decir que las cifras en las que se basa el CABI para afirmar que existe recesión laboral solo abarcan a una tercera parte de la población. La recesión laboral es la disminución o pérdida generalizada de trabajo, la cual no ha ocurrido en el país según las cifras del seguro social.
Luis Linares, exministro de Trabajo e investigador de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales (ASIES), califica de “engañosa” la afirmación de CABI. “Lo que reflejan los datos es un estancamiento del empleo formal pues el empleo asalariado sí crece”, afirma.
El investigador cita el estudio “Productividad del trabajo y salarios reales en Guatemala” realizado por ASIES y la Unión Europea en 2017, que concluye que el trabajo asalariado en 2016 tuvo una alza del 20 % respecto a 2002. “El trabajo sin prestaciones laborales va en aumento y eliminarlo por completo para citar cifras de desempleo no es exacto”, señala.
Más de este autor