Antes de la covid-19, la administración Trump ya estaba exacerbando un sistema de inmigración inhumano, racista y violento que incluía separación familiar (mediante la cual se separó a miles de bebés y de niños de sus padres), Protocolos de Protección al Migrante (también conocidos como Permanecer en México, que han negado a los solicitantes de asilo seguir su caso en Estados Unidos y que obligan a los migrantes a buscar refugio en México mientras esperan sus audiencias judiciales), los acuerdos de tercer país seguro (que han visto la deportación de migrantes a Guatemala, que es un país inseguro), construcción y ampliación de un muro fronterizo y ataques al Estatus de Protección Temporal (TPS).
Como hemos visto en esta serie de artículos (1, 2 y 3), la situación de los derechos humanos ha empeorado durante la pandemia con el desmantelamiento de las escasas protecciones con que ya contaban los migrantes. Estados Unidos les ha echado a estos la culpa de la pandemia y ha contribuido así a políticas restrictivas adicionales. Las deportaciones también han llevado la covid-19 a Guatemala y a otros países con poca consideración por la salud de los migrantes y de los países receptores. Como hemos visto en la serie, los niños migrantes también se han visto negativamente afectados.
La máquina estadounidense de deportación es eficiente para deshumanizar a los migrantes y eliminar sus derechos, ya sea el de solicitar asilo, los derechos humanos básicos en los centros de detención o el derecho a la salud y a recibir equipo de protección personal en los vuelos de deportación. Recientemente, el comisionado interino de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) de Estados Unidos, Mark Morgan, declaró en Twitter:
«Las organizaciones criminales […] les dan falsas promesas a los extranjeros ilegales. No se preocupan por la seguridad de estos ni por la del pueblo estadounidense. Los extranjeros están ocultos en casas y tráileres abarrotados e insalubres que a menudo alcanzan temperaturas de tres dígitos. Incubadoras perfectas para la covid-19. No hay distanciamiento físico. A menudo viajan largas distancias en las que atraviesan focos de covid. Aunque algunos de ellos saben o sospechan que tienen covid, siguen viniendo y exponiendo así a todas las personas con las que entran en contacto durante su viaje».
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La visión de Morgan de los «extranjeros ilegales» como personas despreocupadas por la salud pública y propagadoras del virus es representativa de la verdadera hipocresía y de la posición moralmente en bancarrota del Gobierno estadounidense. Como hemos visto en esta serie, Estados Unidos ha empeorado la pandemia. Las duras realidades que enfrentan los guatemaltecos y otros migrantes en la frontera entre ese país y México durante la aprehensión, la detención y la deportación son preocupantes.
Dadas las graves violaciones de derechos humanos cometidas por la Patrulla Fronteriza y el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas, hay fuertes llamados a que estas agencias sean eliminadas. La pandemia de covid-19 ha servido para visualizar mejor cómo las políticas e instituciones de inmigración de Estados Unidos contribuyen a la muerte de los migrantes. Ese país está utilizando la covid-19 como arma para amenazar a los migrantes en el marco de sus políticas de disuasión violenta basadas en terror, miedo y necroviolencia. En realidad, los centros de detención son cárceles y sitios de violencia y de muerte, por lo que es necesario eliminarlos. Hay que liberar a todos los migrantes. Nadie es ilegal. La abolición es la única solución para deshacernos de estas instituciones que reprimen y niegan la humanidad y la salud de los migrantes.
Es importante no criminalizar a los migrantes culpándolos de la propagación de la covid. Lamentablemente, la xenofobia, el racismo y la supremacía blanca que dominan al Gobierno estadounidense han significado muerte. Y esta no es una metáfora, sino la realidad. Estas muertes incluyen las más de 234,000 personas fallecidas por covid en Estados Unidos, la muerte de guatemaltecos como Santiago Baten-Oxlaj y las muertes causadas por el sistema de migración. El Gobierno de Guatemala también es culpable de estas muertes por las condiciones que ha creado, las cuales han obligado a la gente a migrar, así como por su corrupción y su negligencia, que han dejado al pueblo guatemalteco sin recursos para defenderse de la pandemia.
* Léelo en inglés aquí.
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