Una frase que describe perfectamente este ideal la escribió en 1927: «Existen muchas causas por las cuales estoy dispuesto a morir, pero ninguna por la cual esté dispuesto a matar».
El 15 de junio del 2007, la Asamblea General de las Naciones Unidas decide designar el 2 de octubre el Día Internacional de la No Violencia para conmemorar la vida de Gandhi y su legado como pionero de la filosofía y la estrategia de la no violencia. La resolución establece que el Día Internacional es una ocasión para «diseminar el mensaje de la no violencia, incluso a través de la educación y la conciencia pública». La resolución reafirma «la relevancia universal del principio de la no violencia» y el deseo de «conseguir una cultura de paz, tolerancia, comprensión y no violencia».
En 1981, la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió designar el 21 de septiembre como el Día de la Paz; y es posteriormente modificado en el 2001 como el día de cesación del fuego y de no violencia a nivel mundial. En 1999, el científico español Federico Mayor Zaragoza promovió un concepto que unía ambos términos en este concepto que denominó Cultura de Paz: “una serie de valores de total rechazo a cualquier tipo de violencia en todos los niveles, y que previene los conflictos mediante el diálogo y la negociación, pero sobre todo, a través de la atención a las causas primeras de los problemas sociales”.
Es este último concepto el que prevalece y sobre el que se construyen muchas iniciativas o movimientos que promueven la disminución o erradicación de la violencia como forma de resolver nuestras diferencias. Siempre, como personas que compartimos territorios determinados, tendremos diferencias. Es prácticamente imposible pensar que siempre estaremos de acuerdo y que tendremos siempre las mismas opiniones sobre diferentes temas. Pero lo que no debemos hacer es resolver esas diferencias por medio de la violencia. En la mayoría de los casos de violencia que ocurren alrededor del mundo, la principal causa era prevenible o remediable por algún método no violento.
En un informe preparado para el BID y publicado en mayo de este año, Efraín Sánchez, investigador, sociólogo y uno de los autores del libro plantea lo siguiente: “Los comportamientos de las personas tienen una base cultural que los gobiernos pueden ayudar a modificar positivamente para mejorar la convivencia y la seguridad”. “La armonía o desarmonía entre la ley, la moral y la cultura suelen determinar las actitudes de las personas frente a la ley y encontrarse en la base de los comportamientos legales o ilegales. Cuando una sociedad o un grupo social aprueba comportamientos ilegales y desaprueba comportamientos legales, la ley, desde luego, pierde fuerza como sistema regulador y crece la probabilidad de que se cometan actos ilegales”.
Esto nos plantea un paradigma que nos cuesta comprender como sociedad. El entorno violento en el que vivimos es el resultado de una serie de condiciones, tratos y formas de relacionarnos que hemos terminado aceptando. Estos modelos no son “impuestos” sino generados por nosotros mismos como sociedad. Transformar esta sociedad de una violenta a una no violenta requiere de pequeños actos cotidianos que permitan reducir la tensión social, la volatilidad en nuestras relaciones y encontrar formas civilizadas de resolver nuestras diferencias.
Carlos Mendoza de Central American Business Intelligence (CABI) ha profundizado mucho sobre las “Guatemalas” que tenemos. Una más pobre que la otra, una más desigual que la otra y una menos violenta que la otra. Esos pequeños actos cotidianos que suceden y que hacemos cada uno de nosotros, generan las condiciones de violencia o no violencia. Nos predisponen a nosotros y a quienes están a nuestro alrededor. Todo esto también debe hacernos reflexionar, que parte de generar una sociedad de paz y no violencia incluye, forzosamente, reducir la pobreza, la desigualdad y aprender a resolver nuestras diferencias sin violencia.
Para muchos es difícil incluso pensar en una Guatemala menos violenta, y eso nos cierra posibilidades de construir esa Guatemala de no violencia. Si no la podemos pensar o soñar, difícilmente la podemos construir.
Parafraseando una frase de Gandhi: seamos el cambio que queremos ver en Guatemala.
Dios los bendiga y les recuerdo que toda la gloria, la honra y el honor son siempre para Jesús.
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