¿Quiénes tomamos esas decisiones? Desde las autoridades nacionales y municipales, pasando por los desarrolladores, constructores o inversionistas y culminando por los consumidores finales. Cada uno tomamos decisiones a diferente nivel y con diferentes cosas en mente en el momento de decidir.
Una ciudad es un espacio de territorio en donde un número importante de personas compartimos, convivimos y desarrollamos una serie de actividades. Las ciudades deben ser destinos o mejor dicho una serie de destinos que se articulan y complementan entre si. Tiene espacios para dormir, estudiar, trabajar, generar ingresos, descansar, comer, entretenernos, comprar, curarnos, pasear y hasta dónde enterrar a nuestros muertos.
Las ciudades van creciendo o transformándose de acuerdo a las necesidades de la población que allí comparte. Estos habitantes podemos ser temporales o permanentes. Es decir, podemos hacer una gran parte de nuestras actividades en ese sitio o podemos llegar temporalmente para hacer algunas de estas actividades.
Actualmente, el 52% de los guatemaltecos vivimos en áreas urbanas o ciudades (pequeñas, medianas o grandes) y según las proyecciones que hemos hecho en Propuesta Urbana, estimamos que para el año 2030, por lo menos el 75% de la población viviremos en ciudades. El crecimiento de las ciudades es inevitable, generar un crecimiento ordenado depende de que nos pongamos de acuerdo autoridades, desarrolladores y habitantes acerca del tipo de ciudades que queremos y como las construimos.
Para lograr un desarrollo sostenible de nuestras ciudades necesitamos prever que puedan ser económicamente competitivas, es decir, que permitan a sus habitantes generar los ingresos suficientes y tener acceso a los empleos adecuados para poder tener prosperidad económica. En segundo lugar, necesitamos ciudades socialmente justas; que permitan a cualquier habitante acceder a servicios públicos y privados, que eliminemos la exclusión y permitamos generar igualdad de oportunidades para sus habitantes. Finalmente, necesitamos que estas ciudades sean ambientalmente responsables; que cuidemos las áreas ecológicamente críticas para la sostenibilidad de la ciudad en el futuro. Esto significa cuidar las futuras fuentes de agua (implica no ensuciarlas y limpiar las actuales), preservar áreas verdes para asegurar aire puro y que el ciclo hídrico pueda suceder, y asegurar que disponemos de nuestros desechos sólidos y líquidos de la forma menos nociva para nuestro entorno ambiental.
Hay diferentes modelos que podemos decidir tener, pero es indispensable entender que cualquier decisión que tomemos en relación a estos aspectos, tiene un impacto muy grande en las generaciones futuras. Construir ciudades para las personas significa construir ciudades pensando en la población dentro de un territorio específico, tomando en consideración su potencial ecológico, económico, cultural y social. Debemos decidir entre usos del suelo que pueden ser mutuamente excluyentes, o que es difícil que puedan llevarse a cabo simultáneamente. Debemos a veces optar por algún uso menos rentable económicamente en el corto plazo, pero que en el largo plazo nos permita dar sostenibilidad al desarrollo integral de la comunidad. Debemos decidir entre construir lugares de paso y destinos.
Muchas veces tomamos decisiones basadas en el corto plazo y en el beneficio inmediato de alguno de los sectores involucrados (normalmente el que genera u obtiene beneficios económicos) y menospreciamos aspectos sociales, ecológicos y culturales. Las ciudades están creciendo de una manera desordenada, dispersa y que generan cada vez más lugares de paso que destinos. Construimos ciudades para movernos de un lugar a otro y no para estar en algunos lugares.
Las políticas públicas de población y territorio son fundamentales para la construcción de esas 50 a 100 ciudades que albergarán a las generaciones futuras. Esas ciudades se están levantando hoy, sin lineamientos, planificación ni visión de ciudad.
Las municipalidades, el INFOM, SEGEPLAN y los ministerios y secretarías que ejecutan obra en esos territorios operan actualmente de manera desarticulada y sin una visión clara de lo que estamos haciendo. Es indispensable generar una serie de políticas públicas que permitan dirigir ese crecimiento de forma ordenada para crear destinos y no lugares de paso.
Dios los bendiga y les recuerdo que toda la gloria, la honra y el honor son siempre para Jesús.
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