Las jornadas son realizadas por Refuge International, quienes coordinan con médicos y enfermeros voluntarios de Texas, Nueva York. El objetivo principal es proveer atención medica continuada a personas que padecen enfermedades crónicas y requieren medicamentos que mejoren su calidad y tiempo de vida.
Quienes conocen el proyecto, creerán que estas jornadas poco o nada tienen que ver con nuestro trabajo en educación. Es verdad, pero durante estos años en contacto con las personas de áreas rurales olvidadas, he podido notar que para que las niñas, niños y jóvenes tengan una verdadera oportunidad de desarrollo, se debe trabajar rompiendo algunas de las múltiples dimensiones de la pobreza. Una niña no puede estudiar si su madre está muy enferma o fallece.
Cabe mencionar que acá las personas fallecen por enfermedades que en el primer mundo no son fatales. Por la precariedad del sistema educativo, desconocen información sobre anatomía, causas, contagio u origen de muchas enfermedades. Como doña Chiqui, una señora que trabaja lavando platos en un restaurante y sufre de dolor de piernas (por permanecer de pie). Ella asegura que su dolor se alivia al tomar una cápsula de amoxicilina al mes.
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La mayoría de nuestros programas se planifican y ejecutan en coordinación con agentes comunitarios que conocen a los vecinos de su comunidad, para que las propuestas sean pertinentes y efectivas. Para las jornadas médicas hemos intentado convocar de distintas maneras para llegar a muchísimas personas. Pero no lográbamos llegar a quienes realmente queremos servir: personas que no pueden pagar el valor del tratamiento de una enfermedad crónica.
Las primeras veces convocamos por redes sociales como principal fuente, pero también corrimos la voz. Nos coordinamos con los promotores del centro de salud, quienes amablemente cooperaron aún en plena pandemia. Esta parte es la que mejor ha funcionado, aunque no cubre los resultados que esperamos. Esta última vez, coordinamos con los alfabetizadores de Conalfa, quienes voluntariamente censaron su comunidad haciendo una especie de inventario sobre enfermedades crónicas.
Viajaron en varias ocasiones para consultar si los padecimientos de sus pacientes aplicaban para una consulta, según las especialidades que se atenderán. Traían los listados en los que figuraba el nombre del paciente y su padecimiento.
–Doña Carmen está enferma de los nervios –me decía una alfabetizadora.
–Ajá, ¿Qué le está pasando?
–Fijese seño que cuando se enoja, le agarran los nervios.
–Pero… ¿Qué síntomas presenta?
–Cada vez que se enoja le duele la cabeza.
Descubrí que se dice «le agarran los nervios» cuando se enojan, vomitan o porque no pueden respirar, porque les duelen los huesos, porque les duele la boca del estómago, porque no pueden dormir… todo esto es atribuido a un ataque de nervios por algún evento cotidiano.
De las personas que llegaron, hubo por ejemplo un primer diagnóstico de asma para una persona de 69 años. Otras personas vivían con hipertensión o diabetes. Incluso se ha atendido y diagnosticado a personas con padecimientos crónicos que están en fase terminal, amputaciones urgentes o pacientes graves que sus familiares no sabían que el tema era muy serio.
Aproximadamente un 40 % de las personas prospectadas y con turno, no pudieron viajar desde sus comunidades. Lamentablemente, no pudieron conseguir el valor del pasaje (que para ellos equivale a un día y medio de trabajo). Las consultas tenían un valor simbólico de Q 10.00, que nos sirve para cubrir gastos relativos a la jornada. Conocemos las condiciones de vida de nuestra comunidad, por lo que quienes no podían pagarlos, podían entregar un ecoladrillo (fabricado con deshechos) como forma de pago por consulta y medicamentos para cuatro meses.
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Un 15 % de la población atendida pagó con ecoladrillos. La mayoría viene de comunidades muy precarias, las personas no ingieren productos procesados de cuyos empaques puedan llenar los ecoladrillos.
En esta jornada pudimos atender más de 510 exámenes de vista, 480 casos clínicos (33 casos detectados que necesitan cirugía), 27 papanicolau y más de 1200 recetas de medicamentos surtidos. 3 casos graves enviados al hospital y varios casos de atención psicológica urgente.
¿Dónde está el Estado?
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