Danilo se encuentra en los albores de la adolescencia. Sin embargo, a sus 14 años es un auténtico veterano de las ferias internacionales del libro de Guatemala. Su madre vacila en los recovecos de su memoria. Y a los lejos recuerda que por el año 2004 o 2006, a los tres años cumplidos, Danilo se inició en la alegría de visitar la feria, disfrutar de la maravillosa experiencia de estar rodeado de libros y de gente variopinta, gozar del sano entretenimiento de la lectura, deslumbrarse por la gracia de los cuentacuentos, recibir con curiosidad el indispensable aprendizaje de nuevos conocimientos… En fin, danzar con la música, embelesarse con el teatro, entregarse a los juegos y atiborrarse de las comidas y las golosinas que hacen de la feria una fiesta para celebrar la magia infinita de los libros.
Esa magia que inventó el orfebre alemán Johannes Gutenberg hace ya más de cinco siglos al imprimir unas cuantas copias del libro de los libros de Occidente, la Biblia. Cinco siglos de existir la imprenta, y Danilo se pregunta cuántos libros se habrán impreso y editado desde entonces. Pero lo que sí le queda claro es que la genealogía de Filgua se remonta a la luz que surgió de las nieblas de lo que llaman Edad Media y, la verdad, aún más allá, cuando los libros eran manuscritos de laboriosos monjes amanuenses.
Danilo recuerda con nostalgia sus primeras ferias y las que siguieron. Guarda en los mejores estantes de su memoria las divertidas maratones de lectura, cuando corría junto con otros niños y niñas de stand en stand leyendo un libro y otro y otro, en una competencia en la cual ganaban premios todos, todas, encantados por la travesía que hacían de mundos inusitados a mundos insospechados, del sorpresivo encuentro con unos personajes encantadores y otros odiosos, unos valientes y otros cobardes, de beber de la savia inagotable de las enciclopedias infantiles, de sumergirse en aventuras en islas misteriosas y tomar el camino de historias interminables y viajar al centro de la Tierra y toparse con caballeros andantes en pos de sus Dulcineas, así como con erizos elegantes y druidas irlandeses.
Por ello, cuando Danilo se cruzó con estas palabras de Michael Ende, encontró las palabras para nombrar sus emociones y sentimientos profundos. «Me gustaría saber», se dijo, «qué pasa en un libro cuando está cerrado. Naturalmente, adentro solo hay letras impresas en el papel. Y sin embargo algo debe de pasar porque cuando lo abro aparece de pronto una historia eterna. Dentro hay personas que no conozco todavía, y todas las aventuras y hazañas y peleas posibles… Y a veces se producen tormentas en el mar y se llega a países o ciudades exóticas. Todo esto está en el libro de algún modo. Para vivirlo hay que leerlo. Eso está claro. Pero está adentro ya antes. ¿Acaso no es esto un prodigio?», se pregunta retóricamente Danilo.
En su corta pero fecunda vida, Danilo, cada noche, cada día, cada año, cuando llega finalmente el tiempo de Filgua, hace valer lo que dijo Borges acerca de que los que aman la literatura saben que un buen libro es capaz de transportarnos a otros mundos, a otras dimensiones y hasta a otras épocas sin necesidad de viajar en transporte o nave espacial a través de las ondas gravitatorias. Y reconoce como verdadera la frase que el argentino articuló al decir que, de los diversos instrumentos inventados por el hombre, el más asombroso es el libro. Todos los demás son extensiones de su cuerpo. Solo el libro es una extensión de la imaginación y la memoria. Un prodigioso instrumento, sin duda, se ha dicho a sí mismo Danilo.
Lo que no olvida y no olvidará nunca fue lo que descubrió en una de las ferias: ese otro tipo de magia, la gracia sin límites del don milagroso y bienhechor del hacer reír, esa que tienen los payasos y que tiene de sobra Panchorizo. Esa tarde le intrigó su capacidad de improvisar, de inventar en el camino, además de eso indescriptible que es regalarse al público y llegarle al corazón. Desde ese entonces, Danilo oye de vez en cuando una voz que le dice «yo quisiera ser payaso», en una vocación que seguro todos tienen y que a esa edad se les cruza con una gran variedad de posibilidades.
Ahora Danilo es alumno aventajado de estudios básicos y desde hace ya varias Filguas se interesa por las presentaciones y los foros sobre las novedades editoriales de cada feria. El año pasado, por ejemplo, escuchó con atención la presentación del libro de Jorge Zepeda, Milena, el fémur más bello del mundo (una novela sobre la trata de mujeres), y el disonante intercambio entre el reseñador y una señora de la audiencia, aunque supo superar la frustración ante la negativa de su madre de comprarle un libro que ella sostuvo que solo podrá leer cuando sea mayor de edad. Eso sí, se quedó impresionado con la sabiduría de la armoniosa palabra de otro Zepeda, Eraclio, el poeta chiapaneco que compartió en la XII Filgua (dedicada a México) momentos de su presencia terrenal en el último tramo de su fructífera existencia. Así, en Danilo, el recuerdo del deleite de las palabras de Zepeda se trocó después en triste remembranza.
No ha escapado a Danilo notar que algunas Filguas se han organizado alrededor de interesantes temas que, como incipiente ciudadano, le han llamado poderosamente la atención y han abierto su mente a nuevos mundos y nuevas realidades, como el cambio climático que estos días ha sufrido en las alturas de San José Pinula, con sus intensos fríos a destiempo; la importancia de la ciudadanía activa, fenómeno que experimentó con azoro y sorpresa en la práctica cuando acompañó a su madre el año pasado a las concentraciones frente al Palacio Nacional y que no dejó de comparar con sus lecturas de historia universal, con episodios como la Revolución francesa, la Revolución bolchevique o nuestra Revolución de octubre del 44. El mismo interés se le despertó cuando Filgua se concentró en el tema del Plan de Desarrollo K’atun 2032. Una estrategia para un desarrollo económico equilibrado e igualitario, recuerda haber escuchado en las palabras de una joven señora funcionaria del Gobierno, canche para más señas.
El otro día, tal vez el último fin de semana, Danilo inquirió sobre la Filgua de este año con la curiosidad de su expectativa anual y descubrió que este julio la feria va a organizar varias actividades (foros, mesas redondas) sobre los objetivos de desarrollo sostenible impulsados por las Naciones Unidas. Sin duda, Danilo va a encontrar materia para sus cursos de Ciencias Sociales del colegio, pero eso no significa que no esté a la expectativa de descubrir las novedades de la literatura guatemalteca, su más reciente descubrimiento. Y ya se prepara y está dispuesto a asombrarse y disfrutar los libros de Halfon, Echeverría, Aceituno, Liano, Urrutia, Méndez Vides, Salazar, Toledo, Morales, Martínez, Rey Rosa, Arias, Unger, Muñoz, Noriega, Pérez, Rivera, Guinea…
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