He visto el mar
He visto el mar
Me habría gustado entrar al mar por la puerta, pienso en esto porque la primera vez que vi el mar, no pude verlo. Lo conocí tarde, aunque estuve a punto de descubrirlo una vez cuando era niña, pero no lo hice porque tuve miedo de la inmensidad. La sola idea de algo tan grande y vivo me aterraba, me escondí debajo de una mesa y no quise salir, mis papás se fueron y yo me quedé con mi abuela durante una semana de la que no recuerdo absolutamente nada, aunque estoy segura de que fue hermosa, o eso es lo que quiero creer, o eso es lo que quiero contar. El asunto es que lo único que recuerdo de esa semana es que no estuve en el mar, es decir, recuerdo mi ausencia en el lugar en donde no estuve, pero no mi presencia en el lugar en donde decidí quedarme, años más tarde descubrí que la nostalgia se parece mucho a eso.
Aprendí a leer y escribir antes de tener edad suficiente para entrar a una escuela, aunque me resultaba difícil hacerlo por la miopía que padezco desde entonces. Recuerdo que tuve un libro con un poema que decía «nunca podré conocer el mar, siempre que llega se va», lo poético de este poema es que al leerlo, yo sentía que las palabras se convertían en pequeñas y amables olas en las que estaban contenidos todos los océanos.
Conocí el mar tarde, un día de mis últimos años de adoles...
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