La ciudad de Guatemala, como lo he escrito en otras ocasiones, se me hace cada vez más desagradable para vivir. No soy una persona que va de un lado para el otro en el coche. Tampoco manejo grandes distancias. Todo lo contrario. Mi lugar de trabajo y mi casa están cerca e intento moverme lo menos posible dentro del caos vial. Pero, aun tomando esas precauciones, el lunes estuve a punto de perder la vida.
No era hora pico, pero en esta ciudad todos estamos acostumbrados al tránsito a to...
La ciudad de Guatemala, como lo he escrito en otras ocasiones, se me hace cada vez más desagradable para vivir. No soy una persona que va de un lado para el otro en el coche. Tampoco manejo grandes distancias. Todo lo contrario. Mi lugar de trabajo y mi casa están cerca e intento moverme lo menos posible dentro del caos vial. Pero, aun tomando esas precauciones, el lunes estuve a punto de perder la vida.
No era hora pico, pero en esta ciudad todos estamos acostumbrados al tránsito a todas horas. Yo hacía cola escuchando una versión para bebés de Radiohead cuando de pronto me vi estrujada entre un camión y el carro que iba adelante de mí. Todo porque un piloto de tráiler se descuidó en su recorrido por la ciudad.
Este accidente evidencia la necesidad que existe de un anillo periférico que permita la circulación de ese tipo de vehículos fuera de la ciudad. Construir una ciudad que recupere espacios públicos es importante, pero también lo es construir una ciudad que ofrezca seguridad en la movilización de las personas. Evitar este tipo de accidentes es posible y debería ser una prioridad para la Municipalidad y el Gobierno central. Entender la necesidad de construir otras ciudades y la urgencia de descentralizar y generar infraestructura necesaria para desarrollarnos en espacios menos estresantes es un imperativo.
Estoy viva, y a mi bebé no le pasó nada por milagro. También por milagro me cuidó una pareja con la que le voy a estar eternamente agradecida, la familia Morales Quiroz, que me atendió desde que bajé del coche y me cuidó como si fuera su hija hasta que me fui en una ambulancia al hospital. Actitudes como la de estas dos personas son las que nos hacen sentir que el guatemalteco, en medio de los problemas, tiene una actitud de servicio impresionante y una calidad humana indescriptible.
En este país, ante la adversidad, el vecino para y te ayuda. No importa si llegará tarde al trabajo, si no te conoce o incluso si su vida corre peligro o se verá implicado legalmente en algo. El lunes, además de tener a esta pareja a mi lado, recibí la ayuda inmediata de bomberos voluntarios que también salieron de sus coches a brindarme su asistencia, así como del equipo de bomberos voluntarios que me llevó al hospital.
Quedaré eternamente agradecida con estos héroes urbanos que en el caos de esta ciudad me llenaron de esperanza y tranquilidad. Y siento la obligación moral de insistir en la necesidad de repensar las ciudades y evitar los peligros que este desorden está causando.
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