Así, en esta ocasión no voy a criticarlo ni a cuestionar cómo o por qué está en la posición en que se encuentra. Tampoco hablaré de los anteriores aciertos o desaciertos que ya ha tenido en los pocos meses de su gestión. Las acciones que ha llevado a cabo (como la de los escritorios) me dan la impresión de que pretenden dar a entender que usted se preocupa por el país y que en el fondo quiere hacer algo positivo, pues tiene la responsabilidad legal y moral de responder ante quienes lo eligieron por su lema de «ni corrupto ni ladrón».
En este sentido, hoy quiero hablarle como ciudadana, como mujer, como madre, como profesional. Reconozco que en las actuales condiciones no solo no se pueden hacer milagros, sino que cambiar algunas estructuras del Estado es una tarea ardua, que necesita una visión a mediano y largo plazo y la conjunción de una serie de factores que en este momento tal vez no converjan.
Por ello quiero pedirle un favor.
De todo corazón deseo que busque quién lo acompañe y lo asesore en esta difícil labor que está llevando a cabo. Pero la asesoría que yo esperaría que usted aceptara, escuchara y siguiera en la medida de lo posible no es aquella marcada por la amistad y el compadrazgo, por el pago de favores ni personales ni de campaña. Tampoco quisiera que continuara con esos golpes de efecto mediáticos de apoyo, que, si bien tienen sus aparentes ventajas, generan un desgaste innecesario de su gobierno y de su persona, pues en ellos se percibe más superficialidad y desconocimiento de la realidad de Guatemala que otra cosa.
Mucho menos me gustaría que se dejara asesorar por la derecha y sus agrupaciones. Ellos, aun cuando estén tratando de cambiar levemente su discurso, en sus acciones siguen considerando este país como su gran finca, una en la que ellos, como dueños, no pagan impuestos, son exonerados o pagan lo menos posible cuando por justicia serían quienes deberían contribuir más. El comportamiento de este grupo minoritario y elitista es el responsable de la mayoría de los problemas que mínimo tenemos desde la independencia.
Le diría también que no se dejara asesorar por la izquierda y sus agrupaciones, ya que esta es una postura descoyuntada en el país desde hace décadas. Si quieren convencerlo de lo contrario, es porque quienes lo hacen manejan un discurso que desconoce tanto nuestra historia como la realidad de los hechos. Es una postura que responde a una época que ya pasó y que en la actualidad no tiene posibilidades de volver a ser. Tampoco es cierto que existan conspiraciones para sacarlo del poder a través de un golpe de Estado. Dude de quienes le dicen ese tipo de cuestiones, que seguramente serán los mismos conspiradores. Generar miedo es otra forma de desestabilizar, pues dificulta el juicio político.
En este sentido, considero que en nuestro país existen mujeres y hombres que, sin pertenecer a ningún partido ni a ninguna agrupación con intereses económicos como trasfondo, han estudiado ya sea dentro o fuera de nuestros muros y que tienen la capacidad de ver más allá de lo que implican las cuestiones inmediatistas. Porque Guatemala necesita crear las estructuras necesarias para salir a flote al menos dentro de algunos años o nos hundiremos irremediablemente.
Usted tiene, por ello, una enorme responsabilidad.
Porque el poder con el que hoy cuenta terminará en cuatro años. Pero lo que usted haga en este tiempo, aun cuando no sea de mucho beneficio, podría generar algún cambio positivo. Por otro lado, si sus decisiones son equivocadas, usted sí puede contribuir directamente a que este país se hunda tanto que ya no pueda más y termine de una forma terrible.
Esa es su decisión y ese es su gran reto.
Como guatemalteca, solo espero que piense y sienta a su país como lo sentimos y pensamos muchos: con responsabilidad, con humildad, con deseo de servicio, con agradecimiento, con amor.
Finalmente, la historia lo juzgará, y ese juicio será implacable.
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