La cadena alimentaria en América Latina en tiempos de COVID19, una mirada de 11 fotógrafas
La cadena alimentaria en América Latina en tiempos de COVID19, una mirada de 11 fotógrafas
Los seres humanos necesitamos comer, siempre, incluso cuando todo lo demás parece detenerse. A través de 11 perspectivas de diferentes países, Ruda y Colectiva abordaron las desigualdades detrás del acceso a los alimentos en América Latina. Documentaron cómo esta crisis transformó la relación que tenemos con nuestra propia comida.
Marzo 2020. El COVID19 llega a América Latina. En función de las necesidades editoriales de los medios con los que colaboran como freelancers, las 11 fotógrafas que conforman Ruda y Colectiva cubren los efectos de la pandemia desde sus regiones de origen.
Durante la pandemia, y sobre todo durante los primeros meses, los temas de interés fueron comunes en todo el mundo: los sistemas de salud colapsados, las consecuencias del confinamiento en la economía, y el lento aumento de las víctimas del virus se traducen en tomas frecuentes de hospitales en crisis, negocios cerrados, fosas de cementerios que se agrandan con el paso del tiempo, entre otros
Con el apoyo de National Geographic Society crean la primera producción documental en conjunto desde que nació el grupo, en 2018. Como colectivo de mujeres están conscientes de la importancia de la alimentación como forma de enfrentar la crisis pues, a pesar de las restricciones que exasperaron las desigualdades socio-económicas del continente, hay que seguir produciendo, distribuyendo y consumiendo comida, aunque bajo nuevas reglas y frente a mayores dificultades de lo habitual.
Para las 11 colegas y amigas, documentar la implicaciones de la alimentación en la América Latina transformada por el COVID19 se vuelve una oportunidad para reivindicar una doble postura: como mujeres, conscientes de la precariedad de la situación vivida por la mayoría de la sociedad latinoamericana y en constante afán hacia la búsqueda de soluciones a los problemas cotidianos de la vida; y como colectivo, por la fuerza que deriva de la unión frente a sociedades tradicionalmente machistas, y una industria de la información que recién está moviendo los primeros pasos hacia políticas de mayor inclusión de género.
Así empieza un proceso de planificación de coberturas, tomas de fotos, edición de conjunto, reuniones y más reuniones desarrolladas a lo largo de cuatro meses antes de concluir en la primera versión que presentamos en la presente publicación.
A través de una breve charla con Koral Carballo, desde México, Gabriela Portilho, desde Brasil, y Morena Pérez, en Guatemala, salen interesantes detalles sobre las coberturas de cada documentalista, en una época donde las restricciones de movimiento y de cuidado afectaron también las decisiones de las fotógrafas.
Portilho cuenta que, frente a la imposibilidad de salir de su casa ubicada en el céntrico barrio de Santa Cecilia, en Sao Paulo, tuvo que hacer un ejercicio de deconstrucción de la investigación del reportaje clásico (que ve a la fotoperiodista/exploradora siempre en primera línea con la documentación de los hechos) para inclinarse a un tema más íntimo y doméstico. Carballo aprovechó para establecer una relación distinta con los sujetos retratados, romper la desconfianza inicial de las personas e instaurar lazos de mayor comprensión recíproca entre ella y la realidad que documentó. Pérez, en cambio, descubrió cómo los conocimientos ancestrales que permean la organización rural de las comunidades mayas, siguen garantizando protección a la comunidad, también en época de COVID19.
Desde el norte del mapa, Koral Carballo documentó la distribución de los alimentos en los reconocidos «tianguis» o ventas ambulantes en Puebla, México, uno de los sectores más afectados durante la pandemia por la fuerte dependencia de la economía informal. Esta historia retrata los espacios donde un comerciante deja en evidencia el impacto económico que afectó su vida, y la estigmatización por un posible contagio a través de los alimentos.
Los retratos de la relación entre la alimentación y la pandemia llegaron desde otros países.
En el polo opuesto, en Argentina, debido a la condición insular y austral, gran parte del acceso a los alimentos está centralizado en cadenas de supermercados. Dado que la mayoría de la población asiste a estos lugares, dos escáneres termográficos fueron colocados para controlar la temperatura de las personas que van a comprar. Luján Augusti retrata imágenes a través de estos accesorios implementados durante la pandemia.
En cuanto a la producción de los alimentos, tres relatos cuentan la historia de tres países.
En Bolivia las productoras siguen cultivando los alimentos en tiempos de incertidumbre, pero la crisis ha reducido las ventas. Según datos de la Coordinadora de Integración de Organizaciones Campesinas Económicas Originarias, el 90% de la producción agrícola de Bolivia está a cargo de familias de origen campesino, indígena originario e intercultural. Wara Vargas relata la historia de Doña Rosa en los campos andinos.
Mientras tanto en Paraguay, cada vez son más las personas que optan por producir sus propios alimentos en casa. Mucha gente lo hace como resistencia ante la crisis instalada desde mucho antes del Covid-19. Mayeli Villalba, documenta esta forma de sostener la cultura campesina y de nutrir el cuerpo con alimentos libres de los agrotóxicos que utiliza la producción extensiva. El aumento del desempleo y los precios de la canasta básica en los supermercados de este país hace que esta sea una medida urgente para garantizar el derecho básico a la alimentación.
En Guatemala una familia utiliza los conocimientos ancestrales y la agricultura orgánica como un sistema de vida auto-sustentable en una aldea indígena de Tecpán. Las imágenes retratan la vida de doña Panchita, madre de 5 hijos, que madruga para repartir y vender parte de su cosecha. Ella vive en el departamento de Chimaltenango, un lugar donde las grandes extensiones de cultivos han tenido pérdidas de cosechas por el cierre del país.
El sistema agrícola es uno de los ingresos per cápita más importante del país, muchos de los productores, preocupados por no poder vender sus productos fuera de las fronteras, buscan alternativas locales. Morena Pérez Joachin, retrata estos contrastes de la agricultura en el campo ante los desafíos y soluciones que se enfrenta en esta situación.
Por otra parte, en Ecuador hay más de 7 mil repartidores de delivery trabajando por apps. Sobre ellos cayó la responsabilidad de transportar productos esenciales (y a veces no tanto) durante la cuarentena donde la movilidad es limitada. Muchas de estas personas denuncian que trabajan en condiciones de total precariedad. Isadora Romero documenta este importante trabajo en la ciudad de Quito.
La migración ha sido un punto de partida que aborda esta crisis económica, según la ONU, uno de cada tres venezolanos no tiene suficiente para comer, y para más de un millón de personas, Colombia y Perú fueron la mejor opción para escapar de esa realidad, pero la cuarentena les hace imposible trabajar.
Fabiola Ferrero desde Venezuela documenta esta realidad ante la incertidumbre de no tener comida para la familia, ahora, en medio de una pandemia.
Desde Perú, Angela Ponce presenta imágenes de personas que han migrado a este país, una pequeña libreta es su diario donde anota lo que acceden para comer día a día.
En Colombia, Ximena Vazquez documenta la solidaridad que florece en los peores momentos. Retrata a Nidia, una cantora del Pacífico colombiano y su misión es velar por la protección de la tradición, el territorio y su comunidad, construyendo una red de personas que apadrina a más de 70 familias migrantes en Cali.
Paz Olivares Droguett, en Chile, documenta el mercado de Cardonal en Valparaíso, donde los restaurantes dejaron de trabajar desde la llegada de la pandemia al país. Estas imágenes narran la ausencia y los rastros silenciosos de la humanidad durante la pandemia.
Por último, en Brasil, durante la cuarentena muchas personas comenzaron a cocinar en casa y revisar sus hábitos de consumo. Cocinar puede ser un ejercicio diario que genera conciencia sobre nuestras acciones e impactos en el planeta, Gabriela Portilho presenta imágenes que durante la cuarentena reflexiona sobre el acceso a los alimentos.
Así, las historias abordan diferentes instancias donde la llamada «cadena alimentaria» empieza a romperse, dejando en evidencia que lo que se produce en el campo y llega a la mesa de los hogares conlleva repercusiones sociales y económicas abismales.
Este reportaje fue realizado gracias al fondo de emergencia para periodistas de National Geographic Society.
Ruda Colectiva es un colectivo de fotógrafas que nace de la necesidad de discutir la fotografía desde la perspectiva de ser mujer en América Latina. Desde diferentes países: Bolivia, Paraguay, Perú, Guatemala, Chile, Ecuador, Colombia, Venezuela, México, Argentina y Brasil. Nuestra intención es generar narrativas grupales de cada territorio a través de una mirada local. También fomentamos espacios de inclusión y promovemos encuentros educativos a través de charlas, y proyectos visuales documentales, periodísticos y artísticos.
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