La favorita según muchos, la más preparada según ella
La favorita según muchos, la más preparada según ella
El despacho de Thelma Aldana está lleno de símbolos que reflejan su personalidad, su ideología política, su historia y sus sensibilidades.
En lo alto de la cabecera de su amplio escritorio de caoba sobresalen el escudo de armas de Guatemala y una espada libertaria protegida dentro de una urna de cristal. Más abajo, en los estantes de una enorme librera –que lo que menos tiene son libros-, destacan una balanza de bronce, la imagen del papa Juan Pablo II, y dos fotografías emblemáticas: un retrato suyo, en blanco y negro, recuerdo de sus años mozos y de sus inicios en el Derecho; y una instantánea del 14 de marzo de 2012 en la que aparece acompañada de Claudia Paz y Paz, y Navy Pillay, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la cual fue captada en el despacho de la Fiscal General durante la visita que la jurista sudafricana le hizo en esa ocasión. También sobresalen el frontispicio de una farmacia en miniatura, homenaje al negocio por medio del cual su padre sacó adelante a su familia, y varias plaquetas que dan fe de los reconocimientos recibidos por el trabajo realizado en favor de la justicia para las mujeres. Y en la pequeña mesa de centro, junto a una decena de expedientes apilados que esperan turno para ser estudiados, las inmensas orejas de un elefante hindú rosado “de esos que dan suerte”, contrastan con la solemnidad de la oficina.
Sin referirse directamente a cada uno de los símbolos y objetos que pueblan su despacho, con sus palabras, la magistrada Aldana, da sentido y significado a estos: su ideología de derechas, “de derecha con pensamientos avanzados”, matiza; su compromiso con la promoción y respeto de los derechos humanos, aunque por ello haya quienes “me ubiquen en la izquierda o en el centro”, cosa que “no me preocupa” siempre y cuando “se respeten los derechos humanos”; sus inicios “desde abajo” dentro del sistema de justicia del país; su “respeto” y “simpatía” por la Fiscal General, a quien aspira a suceder en el cargo; la admiración y orgullo por su familia; y su “vocación y compromiso” con el derecho y la justicia.
Thelma Esperanza Aldana Hernández, la mujer que según diversas fuentes es la favorita para ser elegida como nueva Fiscal General y jefa del Ministerio Público, ha corrido con lo que algunos llaman “suerte” y otros denominan “buena estrella”, a lo largo de su carrera profesional, dentro y fuera del sistema de justicia. Nació el 27 de septiembre de 1955 en el emblemático barrio Tamarindal de la ciudad de Zacapa, pero su infancia y juventud las vivió en Quetzaltenango. Su padre, Humberto Aldana Vidal, originario de Chiquimula, obtuvo un empleo como dependiente de una farmacia en Quetzaltenango pocos meses después de su nacimiento. Cinco años después, su madre, Marta Julia Hernández Garza, una maestra de escuela rural, también chiquimulteca, quien junto a sus dos hermanos mayores permanecía en Zacapa, puso fin a la obligada separación y se trasladó a Quetzaltenango. En esa ciudad occidental creció y se formó la familia Aldana Hernández. “Ahí enterramos a mis padres”, y ahí se conservan aún en manos de sus familiares, las farmacias Aldana, el legado de Humberto Aldana Vidal.
Como pocos profesionales del Derecho, Aldana puede presumir de que conoce el Organismo Judicial (OJ) y el sistema de justicia del país como la palma de su mano. En los 21 años de carrera, ha pasado por la mayoría de puestos, administrativos y jurisdiccionales: desde pasante, hasta presidenta de la Corte Suprema de Justicia (CSJ). “Desde que empecé a estudiar la carrera tenía muchos deseos de integrarme al OJ”, cuenta. A los 26 años, como estudiante de la Facultad de Derecho del Centro Universitario de Occidente de la Universidad de San Carlos de Quetzaltenango, fue aceptada como “pasante”, primero en un juzgado penal y luego en uno civil. En febrero de 1981 obtuvo su primera plaza dentro del sistema, como conserje en el Juzgado de Familia de esa ciudad. Meses después fue ascendida primero como Notificadora y luego como Oficial, puesto en el que estuvo hasta septiembre del año siguiente, dos meses antes de graduarse como Abogada y Notaria. “A los seis meses reingresé (al OJ), pero me viene para la capital, ya como secretaria de un juzgado Contencioso Administrativo”, cuenta. De ahí pasó a la Sala de la Corte de Apelaciones de Familia y a la Sala Cuarta de la Corte de Apelaciones del Ramo Penal, hasta febrero de 1988.
Durante los siguientes once años Aldana se ocupó en otras esferas del Estado y ejerció libremente la profesión. Durante el gobierno de Vinicio Cerezo, trabajó en el Ministerio de Trabajo: empezó como asesora primero y luego jefa del Departamento Jurídico, después se desempeñó como presidenta del Consejo Técnico y concluyó como Viceministra. “Luego me trasladé a la Oficina Nacional de Servicio Civil; posteriormente fui jefa de Recursos Humanos del Instituto Guatemalteco de Turismo, y después asesora del Institucional Nacional de Electrificación”.
Aldana es una mujer parca, de rostro inexpresivo, mirada atenta y calculadora, y según cinco de las siete personas que fueron entrevistadas para esta historia, es “autoritaria con sus subalternos”, carece de “habilidades académicas”, aunque es “muy inteligente” y “hábil” en materia política, y “adicta al trabajo”, o lo que viene siendo igual, “altamente responsable”.
“En los espacios donde se siente cómoda, principalmente si es entre mujeres, y está segura que no será atacada, suele soltarse. Ríe, bromea y hasta se toma un trago”, cuenta una profesional que laboró con ella cuando presidió la CSJ. Pero “por regla general, como un mecanismo de defensa”, explica un abogado amigo suyo, “se comporta con distancia”, “impone su autoridad con su seriedad y su tono de voz, pero no llega a gritar ni a ofender”.
Pero hay tres cosas que, de forma espontánea, arrancan sonrisas del pálido rostro de Aldana: su vida en Quetzaltenango, su paso por la presidencia de la CSJ, y su familia. Sus ojos se iluminan cuando habla de Sofía y Romeo, sus hijos: ella estudiante del último año de la Licenciatura en Mercadotecnia, y él, a punto de graduarse de Bachiller y con sueños de convertirse en cineasta. Su esposo, Joaquín Romeo López Gutiérrez, también abogado, se desempeña desde hace tres años como Director Jurídico del Ministerio de Economía.
La sombra del poder que la protege
Thelma Aldana se ha presentado en cuatro ocasiones como candidata a ocupar cargos de alta jerarquía en el sistema de justicia del país ante comisiones de postulación. En las tres anteriores ha sido elegida con poca oposición y el decido apoyo de los diputados del desaparecido Frente Republicano Guatemalteco (FRG) que han cabildeado a su favor en el Congreso. En la cuarta, en la que busca ser seleccionada como la nueva Fiscal General y jefa del Ministerio Público, ya ha logrado la mitad de su objetivo, al haber sido incluida por la Comisión de Postulación en la nómina de seis candidatos de entre los cuales el presidente Otto Pérez Molina deberá elegir al profesional que sustituirá a Claudia Paz y Paz, para un período de cuatro años. Aldana, según diversas fuentes políticas, judiciales y de la sociedad civil, “será la elegida” gracias a supuestos “pactos” establecidos previamente con el Gobierno y los poderosos grupos que vieron afectados sus intereses por las iniciativas de Paz y Paz.
Su “vocación” por “el derecho y justicia”, explica Aldana, la llevó en 1999 a postularse como candidata a magistrada de la Corte de Apelaciones, en su primera participación en un proceso de esa naturaleza. Fue elegida como magistrada titular, y como tal, durante ese período presidió el Tribunal de Conflictos de Jurisdicción; fue magistrada titular vocal II de la Junta de Disciplina Judicial; magistrada vocal I de la Sala Tercera de la Corte de Apelaciones del Ramo Civil y Mercantil; magistrada vocal II de lo Sala Primera del Tribunal de lo Contencioso Administrativo; y magistrada de apoyo de la Sala Primera de Trabajo y Previsión Social de la Corte de Apelaciones. En 2004 quiso repetir y lo logró. Fue reelegida para un nuevo período como magistrada de la Corte de Apelaciones, durante el cual presidió la Sala Segunda de la Corte de Apelaciones del Ramo Civil y Mercantil. Hasta entonces, ninguna experiencia en el ramo penal.
Desde la sociedad civil, directivos de organizaciones de derechos humanos y de justicia, identifican a Aldana con el grupo que dirigía el abogado Roberto López Villatoro, conocido con el alias de “El Rey del Tenis”. Exesposo de Zury Ríos y exyerno del general golpista José Efraín Ríos Montt, López Villatoro es un hábil operador político cercano en su momento con el FRG, y organizador de grupos de profesionales del Derechos, por medio de los cuales ha logrado obtener “importantes cuotas de poder político en las decisiones de las Cortes e instancias judiciales y de seguridad del país”. La elección de Aldana como magistrada de la Corte de Apelaciones en dos ocasiones consecutivas, según adversarios suyos, fue producto “de las cuotas” obtenidas por López Villatoro con el apoyo del FRG.
Los diputados del FRG y López Villatoro, explica la directiva de una organización civil, “le metieron en la Corte de Apelaciones para que velara por sus intereses desde abajo”, y para que “detuviera o desviara casos que les perjudicaban, como el de (el expresidente Alfonso) Portillo o el de Ríos Montt”, apostilla una asesora en temas judiciales que trabajó con ella durante algún tiempo en el OJ. Sin embargo, en una revisión de los casos que Aldana conoció siendo magistrada de la Corte de Apelaciones, no se encontró ninguno directamente vinculado con el FRG o sus esferas de influencia. Sí otorgó un amparo a Francisco Alvarado MacDonald frenando la liquidación de los bancos Promotor y Metropolitano al ordenar que no se aplicara el procedimiento de cierre establecido en la Ley de Bancos y Grupos Financieros, ya que ésta se había aprobado meses después de que inició el proceso judicial, pero para entonces el banquero ya se encontraba enemistado con Portillo y el FRG.
En 2009, Aldana se presentó por tercera ocasión consecutiva como candidata ante una Comisión de Postulación, esa vez en busca de ser elegida magistrada de la Corte Suprema de Justicia, y de nuevo logró su objetivo. Los comisionados la incluyeron en la nómina de 26 candidatos, y el Congreso la eligió magistrada de la CSJ para el período 2009-2014. De octubre de 2011 a octubre de 2012, fue presidenta de ese organismo del Estado. Su elección fue posible “gracias al cabildeo del FRG”, según reconoce la exdiputada de ese partido, Myrna Ponce, quien fue asesora suya durante el año de su Presidencia.
La Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig) y una coalición de organizaciones sociales de derechos humanos y de justicia se opusieron a su elección y la señalaron de “no idónea” para ocupar el cargo. La Cicig aseguró que los miembros de la denominada por esa entidad como la “Terna X”, y que integraban la Comisión de Postulación, la incluyeron en la nómina de 26 candidatos siguiendo instrucciones de López Villatoro. Mientras que la sociedad civil la acusó de ser “juez y parte” en el proceso de elección de magistrados, debido a que semanas antes de iniciar este emitió una resolución en la que otorgó un amparo provisional para designar los escaños a representantes del Colegio de Abogados en las planillas de ese organismo en las comisiones de postulación para la CSJ y las Salas de Apelaciones de 2009, para, supuestamente, favorecer a la “Planilla X”.
“Al licenciado López Villatoro lo conozco”, admite Aldana. “Yo conozco a muchos abogados, a muchas personas. Por mi trabajo y mi posición dentro del OJ, me he relacionado con mucha gente”, argumenta. Pero eso, aclara, “no implica que tengan ninguna relación con él”. Ni con él ni con el FRG ni con ningún grupo o partido político, asegura. De los señalamientos que en su momento hizo la Cicig en su contra, “habrá que preguntarle a la comisión sus razones y motivos”, dice. Su elección como magistrada de la Corte de Apelaciones y de la CSJ no fue solo gracias a los diputados del FRG, según ella. “A mí siempre me han apoyado los diputados por Quetzaltenango, de todas las bancadas”. En 2009, cuando fue elegida magistrada de la CSJ, Aldana fue apoyada por 126 diputados, entre ellos los 14 que entonces integraban la bancada del FRG.
En su intento por llegar a la Fiscalía General, Aldana es señalada por diversas fuentes de ser “la candidata” de la vicepresidenta Roxana Baldetti, y se asegura que su inclusión en la nómina de los seis fue pactada con miembros de la Comisión de Postulación por Gustavo Herrera, un personaje oscuro al que le atribuyen “habilidades” para negociar impunidad a favor suyo, de altos funcionarios del actual gobierno y de grupos del crimen organizado, tildado de “operador político” de Baldetti y del presidente Otto Pérez.
La candidatura de Aldana para la Fiscalía se fraguó, según dos integrantes de organizaciones de derechos humanos, a mediados del año pasado en una de las tantas “oficinas de chafada” que Herrera tiene en la zona 10 de la capital, durante una reunión en la que participaron “algunos de los miembros de la Comisión de Postulación”, que no fueron identificados por las fuentes, así como “varios abogados influyentes”.
Aldana admite que conoce a Gustavo Herrera. “Lo conozco, sí lo conozco”, dice. “Pero no tengo ninguna relación (con él)”, asegura, sin explicar de dónde o por qué lo conoce. Niega haber participado en alguna reunión en tal oficina de la zona 10, así como que Herrera haya “operado” a favor de su candidatura. “No sé nada de eso”, sostiene. También niega ser la “candidata oficial” así como tener algún tipo de relación con Baldetti.
“Con ella (Baldetti) he tenido muy poca relación. Durante el año que fui presidenta de la CSJ, tuve una coordinación apropiada para mi puesto con el presidente y la junta directiva del Congreso, con el presidente de la República y con la señora Vicepresidenta. Pero mi relación fue mayor con el presidente del Congreso, Gudy Rivera, y con el presidente Otto Pérez”, explica.
En septiembre de 2012, Aldana viajó a la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, para apoyar la iniciativa del Gobierno de solicitar la ampliación del mandato de la Cicig por dos años. Allí coincidió con la fiscal general, Claudia Paz y Paz; el ministro de Gobernación, Mauricio López Bonilla; el entonces presidente del Congreso, Gudy Rivera; y con Baldetti, quien presidía la delegación oficial guatemalteca. Dos fuentes, una que sostiene haberlo escuchado personalmente, otra que dice que “se lo contaron”, aseguran que en la tarde del 6 de septiembre, tras concluir la reunión de trabajo, la presidenta de la CSJ y la Vicepresidente de la República, fueron juntas de compras a las tiendas de la quinta avenida neoyorquina. “¿Vamos a ir a Macy’s?”, asegura una de las fuentes que escuchó preguntar a Aldana. “A mí me contaron que se fueron se ‘shopping’ por la quinta avenida”, sostiene la otra.
La versión de Baldetti no fue posible obtenerla. Pero Aldana asegura que eso “es completamente falso”: “Yo viajé en el mismo vuelo con Gudy Rivera. Llegamos al Nueva York, nos instalamos en el hotel que esta frente a la sede de las Naciones Unidas. Al día siguiente llegamos a la reunión junto con Claudia. Estando ahí los tres llegó la señora Vicepresidenta; nos saludó a los tres. Cada uno tuvo una intervención en la reunión. Luego hubo una conferencia de prensa en la cual yo no participé, y luego regresé. Ya no tuve oportunidad ni de platicar con los funcionarios que estuvieron. A la señora Vicepresidenta no la volví a ver para nada. Así fue el viaje”.
Quienes la vinculan con Baldetti, o la señalan de ser la “candidata oficial”, lo hacen “de mala fe”, asegura. En los procesos de elección como el de la Fiscalía General, dice, “siempre hay quien de mala fe difunde rumores” en contra de los candidatos. De esa manera, señala, “persiguen descalificar a la persona”, y cuando “el rumor es de asociarla a una con X o Y persona, es porque en su vida personal y su vida profesional no encuentran absolutamente nada”. Por lo tanto, sonríe, en este caso “yo le veo el lado bueno a esos rumores”. “En la CSJ nadie me puede acusar de haberme robado un minuto del tiempo del OJ. Tuve bajo mi responsabilidad más de Q1.600 millones, tengo mi finiquito de la Contraloría de Cuentas. Desde hace 18 años hasta la fecha he presentado mi declaración de probidad porque estoy absolutamente segura de mi solvencia. Entonces, que digan que yo tengo relación con la Vicepresidenta, pues no la tengo. No somos amigas, de que ella vaya a mi casa o yo a la suya. Sí tengo una relación cordial con ella, pero tengo muchísimo tiempo de no verla. No sé si son años de no platicar. No somos amigas. Son rumores que alguien no sé con qué intenciones difunde, como lo han hecho con los otros candidatos”.
De derechas (pero de avanzada)
Thelma Aldana no oculta su afinidad ideológica. “Soy de derecha; soy de derecha”, responde. Pero, matiza, “de derecha con pensamientos avanzados”. Es decir: “Creo que Guatemala necesita avanzar sobre la base de los derechos humanos. Si creer en los derechos humanos me ubica en la izquierda o en el centro, pues a mí no preocupa dónde me ubique, a mí me preocupa el respeto a los derechos humanos". Sin embargo, asegura, su identidad ideológica no interferirá en una virtual gestión suya en la Fiscalía General. “Cada expediente que llegue a mis manos será tratado con objetividad. No me interesa el nombre del abogado que auxilia ni el nombre de los involucrados. Me interesa el caso. Y la ley es sumamente bondadosa porque me da mucha movilidad para, al final, lograr lo que todos queremos, que es alcanzar la justicia. Y la justicia se alcanza en cada caso concreto porque una sentencia de un tribunal es un mensaje para la sociedad”.
Uno de los principales errores de Claudia Paz y Paz al frente del Ministerio Público, dice, fue haber conducido la institución hacia la izquierda. “Creo que Claudia le ha dado mucho énfasis al lado izquierdo de la posición política”. Ella, en cambio, ofrece “objetividad” en caso sea la elegida para sustituir a Paz y Paz. “Si yo estuviera frente a la Fiscalía, yo me aparto de derecha y de izquierda, y exijo la aplicación objetiva de la ley”. “Yo no creo que la ley sea de izquierda ni de derecha. Para mí la ley es de derecho. Lo que aplicamos es el derecho y lo que perseguimos es la aplicación de la ley independientemente de si mi pensamiento es de izquierda o de derecha”.
Para ella, separar su ideología de su práctica profesional, asegura, “es sumamente fácil”. A lo largo de su carrera, explica “he dictado miles de sentencias, y cada vez que tengo un proceso en mis manos, sé la obligación que tengo de separarme, incluso, de lo que pueda pensar o asumir o creer del caso. Yo soy objetiva, me fundamento en la ley y en las pruebas que se me están presentando. Nada más”.
Los casos de las violaciones a los derechos humanos y los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la guerra interna que se procesan en la actualidad “hay que concluirlos” hasta que lleguen a sentencia “no importa si es condenatoria o absolutoria”. Otros casos similares que puedan presentarse en el futuro, “habrá que analizarlos”. Y aunque insiste en que “Guatemala debe ser respetuosa de los derechos humanos” y de que “hay que procesar a quienes hayan violado los derechos humanos”, considera que una política de “borrón y cuenta nueva”, que conceda amnistía a los implicados en los crímenes de guerra, también “habría que analizar”. Sería “irresponsable”, indica, “dar una opinión generalizada” sobre ese asunto. “Yo, que he sido formada en el OJ, solo puedo opinar en un caso concreto cuando lo conozca, pero generalizar no es conveniente para el sistema de justicia ni para el país”. Esa posición, asegura, no tiene nada que ver con su tendencia ideológica.
Tampoco tiene que ver su posición política, asegura, con el concepto que tiene de Claudia Paz y Paz, con quien tiene “relación cordial, de mucho respeto”, “profesional” pero “no de amistad”, a cuya gestión en el Misterio Público le reconoce “avances”, principalmente en la desarticulación de redes del crimen organizado, pero le critica que “ha desatendido” a la población que cada día es víctimas de delitos contra su propiedad, así como su incapacidad de dar cobertura a nivel nacional. “En el tema de femicidio y violencia contra la mujer, le daría un seis. En relación a su coordinación con la Cicig, al desmantelamiento de redes criminales, un siete. En relación a la atención a los delitos cotidianos de la ciudadanía, un dos. Creo que no se puede promediar: hay temas donde ha habido avances, pero han sido muy pocos”, califica.
La reducción en los niveles de impunidad registrada durante los últimos cuatro años, uno de los principales logros que se atribuye Paz y Paz, no ha sido un éxito exclusivo de la Fiscalía, sino algo que, por mitades, debe también reconocérsele al OJ. “Se ha reducido la impunidad, y la gestión de Claudia ha sido importante para ello, pero el MP no opera solo. El MP puede tener una investigación muy sólida, pero si los tribunales no funcionan la impunidad aumenta en lugar de bajar. Por eso yo creo que no ha sido solo la gestión de Claudia. Es que la CSJ ha creado juzgados pluripersonales, unipersonales, los tribunales de sentencia de hace cinco años que dictaban una sentencia a la semana y que al mes eran cinco, ahora se ha quintuplicado”.
Aunque su amplio currículo no le alcanza para acreditar experiencia en materia penal, combate al crimen organizado, el narcotráfico o la corrupción, Aldana sostiene que ella es las más capacitada para ser la próxima Fiscal General del país. “Si pude dirigir el OJ, si fui presidente del consejo de la Carrera Judicial, presidente de la CSJ, presidenta de la Instancia Coordinadora para la Modernización del Sector Justicia, presidenta del Instituto Nacional de Ciencias Forenses, puedo presidir una entidad que al final es auxiliar de los tribunales de justicia. Yo no veo ningún impedimento para que yo pueda dirigir el MP, si he dirigido otras instituciones. El OJ tiene 10 mil trabajadores, el MP tiene 4 mil; el OJ tiene jueces penales, magistrados penales, civiles, laborales, y yo fui presidenta del OJ. Si me estoy sometiendo al proceso es porque creo que tengo las condiciones para dirigir el MP”, expone.
Una gestión suya, asegura, se caracterizaría por “un cambio en el modelo de gestión” del Ministerio Público, en el que sea el mismo fiscal el que inicie la investigación de un hecho, desde el análisis de la escena del crimen, dirija la investigación y llegue a debate ante el juez, hasta obtener sentencia. “Los fiscales tienen que estar involucrados en cada una de esas fases. Tiene que haber una coordinación que no puede fallar”. Además ofrece ampliar la cobertura del Ministerio Público “a nivel nacional”, para que haya presencia “en todos los municipios”, así como dar prioridad a las necesidades más sentidas de la gente. “Que la ciudadanía se sienta respaldada. Que si le roban el celular y presenta la denuncia, el MP tenga la capacidad involucrarse en su caso, porque es su caso, y para el ciudadano eso es lo más importante. La atención del MP tiene que generarse en atender a la víctima de esos delitos cotidianos”.
La lucha de género y la producción colectiva
La lucha por la justicia para las mujeres víctimas de violencia lleva en Guatemala el sello de Thelma Aldana. No porque sea la única defensora ni la más destacada, sino porque ha encontrado en ese tema un estandarte, “un poco por interés genuino, y otro por tanto por sentido de la oportunidad”, según una antigua asesora suya. Durante su paso por la presidencia de la CSJ, asumió como reto principal la implementación de la Ley contra el Femicidio y otras Formas de Violencia contra la Mujer, la cual había sido aprobada por el Congreso desde 2008, pero que por falta de intereses del OJ era letra muerta. Con el respaldo de la comunidad internacional, principalmente de España, Estados Unidos, Taiwán, México y del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), y con el apoyo de un equipo de seis expertas en el tema de género, encabezadas por la mexicana Alicia Elena Pérez Duarte y Noraña, y la exdiputada del FRG, Myrna Ponce, “su mano derecha” en ese tema, y supuestamente la “designada” por ese partido para que la acompañará durante su magistratura, Aldana creó el sistema de juzgados y tribunales especializados para conocer los delitos de violencia contra la mujer. En esa tarea contó con el apoyo de Paz y Paz y de Baldetti.
Mientras concluía en 2007 una maestría en Derecho Civil y Procesal Civil, que cursó en la Universidad de San Carlos, la CSJ la becó para que formara parte de la primera, y única, cohorte, de la maestría en Derechos de las Mujeres, Género y Acceso a la Justicia. Completó el pensum pero aún no ha elaborado la tesis.
Esa especialidad, dice, le cambió la concepción y percepción que tenía sobre la violencia contra las mujeres. “Yo fue criada igual que todos en este país: bajo una cultura patriarcal, machista, donde se ve con naturalidad la sumisión de la mujer, la violencia contra la mujer”, explica. “Pero en esa maestría comprendí que la violencia contra la mujer no es normal ni natural. Ya la había percibido de cerca, cuando trabajé en el Juzgado de Familia de Quetzaltenango, siendo muy joven, porque llegaban mujeres de todos los estratos, de todas las edades, violentadas. Yo miraba los golpes. En el caso de las mujeres indígenas, a mí me correspondía atenderlas, porque era comisaria, y ni siquiera podíamos comunicarnos en su idioma, pero si me mostraban los golpes, y esos golpes me impresionaban. No lograba comprender, en aquel momento de mi vida, hace muchísimos años, la magnitud de esa violencia”.
Así, en la academia tomó conciencia “de que en algún momento de mi vida, como profesional, yo tenía que hacer algo por las mujeres de este país. Tuve la suerte, Dios así lo dispuso, de que cerrando cursos en esa maestría, y empezando a preparar mi tesis, que no he podido terminar, fui electa magistrada de la CSJ”. Su liderazgo en ese tema le ha valido reconocimiento a nivel internacional y entre algunas organizaciones de la sociedad civil, principalmente las que trabajan temas de género y violencia contra las mujeres.
Como parte del proyecto de proceso de creación e implementación de los juzgados y tribunales especializados en delitos contra las mujeres, Aldana creó la Secretaría de la Mujer y Análisis de Género, y publicó el libro “Los retos de la esperanza. Justicia especializada con enfoque de género” (Armar Editores, 2013), cuya autoría se atribuye y suscribe, aunque en los agradecimientos del mismos reconoce “los enfoques conceptuales” aportados por Pérez Duarte y Noroña, así como “la visión académica” de la investigadora guatemalteca Ana Patricia Borrayo, y “los vínculos necesarios para la consecución” de la obra, de Myrna Ponce y la panameña Leonor Calderón.
El libro, que en esencia contiene un análisis teórico sobre la aplicación de la justicia especializada de género en Guatemala, según dos diferentes fuentes que estuvieron cercanas al proceso de su creación, el mismo fue “investigado, escrito y corregido” por las académicas a las que Aldana agradece su participación, pero no por ella. Ponce acepta que seis profesionales hicieron el esbozo del libro, pero sostiene que “la idea fue de ella (de la magistrada)”, quien les planteó que “quería dejar algo que sea para la historia”. “Ella fue la directora de la orquesta. Definió los temas y los contenidos. Corrigió y propuso enfoques”, explica la exdiputada.
Por medio de una entrevista telefónica desde México, Pérez Duarte y Noroña, reconoce que participó en la elaboración del libro, pero sostiene que la autoría intelectual “es de la magistrada Aldana”. Lo que hizo como especialista, dice, “fue revisar el conjunto de las ideas plasmadas en el libro, y de las valoraciones que hizo la magistrada”. El libro, ratifica, “es de la magistrada Aldana. Fue hecho con su conducción, con sus propias ideas. Lo que el resto (de participantes) hicimos fue hacer la “talacha”, lo que ella no podía hacer por su trabajo”. “El toque final de unificar ideas y conceptos, lo hice bajo la batuta de ella. Ella hizo el cocimiento final”, concluye.
Aldana también defiende la obra como suya. “El libro es mío. Yo lo hice”, asegura, aunque luego matiza: “siempre he dicho que el libro es producto de un esfuerzo colectivo”, que en su creación “tuve apoyo”, y que Pérez Duarte y Noroña “fue una gran colaboradora”; fue ella quien “revisó algunos pasajes con su enfoque de género” y “su apoyo en el proceso fue sumamente valioso”.
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