En las últimas semanas hemos tenido actividades como la Subida x la Vida, el lanzamiento de la campaña Guatemorfosis y el estreno del vídeo de Fuiste tú, interpretado por Ricardo Arjona y Gaby Moreno con tomas de diferentes paisajes guatemaltecos. Las tres iniciativas fueron de impacto y generaron apoyo de buena parte de la población, tanto en participación activa, vistas de You Tube o incluso ventas de las entradas para el concierto. Sin embargo, también destaparon la olla de cangrejos.
La olla de cangrejos es aquella parábola donde nos cuentan que en una olla de cangrejos salvadoreños, los cangrejos se organizan de tal forma que se ayudan unos a otros para poder escapar de esa olla con agua hirviendo. La olla chapina, por otro lado, tiene a los cangrejos halando de las patas a los que intentan salirse y les impiden salvarse. Eso es exactamente lo que pasó en las últimas semanas.
Hubo columnas a diestra y siniestra atacando, destruyendo e incluso insultando a los organizadores de Subida x la Vida, a Pepsi y a Ricardo Arjona. Columnas llenas de rencor, resentimiento, envidia y en algunos casos un poco de filosofía mezclado con sociología. No me interesa escribir de las personas que escribieron esas columnas (normalmente se molestan si uno no coincide con ellos, lo tachan de estarlos criticando o censurando), pero si me interesa plantear algunos puntos que creo debemos analizar y reflexionar sobre esa costumbre de destruirnos, atacarnos, desprestigiarnos e insultarnos cuando no estamos de acuerdo con lo que alguien más hace o propone.
Los columnistas argumentaban que subir un volcán o hacer un vídeo con imágenes de Guatemala no resuelven los problemas de hambre, pobreza o violencia de Guatemala pero, ¿les cuento algo?, sus columnas ni las mías tampoco. Ninguna de esas iniciativas tiene como meta u objetivo resolver alguno de los problemas por sí mismas. Este tipo de campañas suelen ser catalizadores o motivadores de cambios de hábitos o actitudes que impiden el desarrollo de nuestras sociedades. Mahatma Ghandi decía que nosotros debemos ser el cambio que queremos ver en el mundo.
Por décadas nos hemos quejado de los diputados, empresarios, sindicalistas, ministros, alcaldes, soldados y guerrilleros y no hemos logrado cambiar las condiciones de nuestra sociedad. Ninguna de esas personas son extraterrestres y muy pocos son extranjeros, la gran mayoría son tan guatemaltecos como tú. La materia prima de donde surgen las personas que ocupan esos espacios son nuestros vecinos, nuestros padres, hijos, hermanos, compañeros de colegio, instituto o Universidad. Son un reflejo de nuestra misma sociedad.
Lo que cuesta comprender en estos modelos es que cuando decimos que el cambio empieza en mí, es por que hay 14 millones de “mí” en Guatemala. Cada uno de nosotros somos parte de esa materia prima para llenar esos espacios. Si tenemos materia prima mejor dispuesta para actuar y pensar en función de la sociedad en general y en el largo plazo tendremos mejores posibilidades de construir una mejor Guatemala. Por eso es que el cambio empieza en mí. Por eso es que somos el corazón de Guatemala. No es que le quitemos responsabilidad a otros, es que ASUMIMOS las responsabilidades que a cada uno de nosotros nos corresponde dentro de la sociedad. ¿Queremos una Guatemala mejor? Debemos ser mejores guatemaltecos.
Guatemala es la sumatoria de las actitudes, hábitos, visiones y acciones de cada uno de nosotros. Asumir nuestras responsabilidades dentro de la sociedad permite que construyamos una Guatemala mejor. Si obtenemos chapines mejores (transformados) esos chapines pueden transformar su barrio o la institución donde trabajan y si conseguimos una masa crítica suficiente de personas e instituciones mejoradas tendremos la oportunidad de construir una mejor Guatemala. Ese es el fondo de estas iniciativas: Ser el cambio que queremos para Guatemala.
Dios los bendiga y les recuerdo que toda la gloria, la honra y el honor son siempre para Jesús.
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