Al día siguiente, el diagnóstico revela un coágulo en el cerebro producto del accidente. La situación lo pone en riesgo de muerte. El hospital de Mazatenango no cuenta con neurocirujano, con suficientes monitores ni con el soporte adecuado de cuidado intensivo y de neurotrauma, lo cual es necesario para el cuidado y la atención de este tipo de paciente. Ante esta situación, los médicos solicitan el traslado al hospital San Juan de Dios, uno de los dos centros más grandes y completos del país. Sin embargo, a pesar de que el San Juan de Dios es un hospital en apariencia más completo, hay recursos, materiales y medicinas con los que no se cuentan.
Don Manuel, al encontrarse laborando en el puerto de San José, sufre una caída a tres metros de altura. Como consecuencia del accidente es víctima de varias fracturas a nivel de la columna cervical. Estos golpes lo hacen correr el riesgo de quedar cuadripléjico. Como en el caso de don Mario, se hace necesario trasladarlo al hospital general. En ambos casos el traslado se lleva a cabo a través de ambulancias viejas, que no cuentan con el equipo para monitorear a este tipo de pacientes y sin personal médico a cargo. El traslado de pacientes con traumas de esta naturaleza debería hacerse en ambulancias aéreas.
A don Mario finalmente lo intervienen dos días después del accidente. Cuando al fin logran obtener el material quirúrgico necesario, ya operado, de igual manera no es posible trasladarlo al área de intensivo por sobresaturación de pacientes. El hospital, como ya se mencionó, no cuenta con todos los medicamentos que él necesita. Lamentablemente, al tercer día fallece.
Por otro lado, el caso de don Manuel no se aleja de esta realidad cotidiana. Se dictamina que necesita una cirugía y una fijación de columna urgente para evitar consecuencias de daño neurológico. Es la familia la que con muchos esfuerzos reúne los Q13 000 que cuesta el instrumental necesario. Don Manuel no ha podido ser intervenido. Se necesita de una radiografía portátil. Este equipo, que además es uno para todo el hospital, no funciona. Él lleva 28 días de estar esperando. Su rostro cambia día tras día. Desde la sorpresa, la angustia, la desesperación y la desesperanza, su mirada se ha ido apagando y su futuro es la muerte.
Estos ejemplos suceden día a día, y los guatemaltecos recorren esta ruta de la muerte que ofrecen los hospitales de la red nacional. A pesar del conocimiento, la voluntad y la capacidad del personal médico y paramédico, las carencias, la pobreza, la decadencia y la falta de voluntad política de los gobernantes a cargo para buscar resolver esta situación hacen que el sistema de salud no pueda brindar la atención que la ciudadanía se merece.
Los médicos del San Juan de Dios tenemos meses de estar angustiados, frustrados, y de sentirnos impotentes ante esta situación. Hemos realizado múltiples peticiones a todas las instancias gubernamentales, y hasta hoy lo único que hemos conseguido es una visita relámpago al hospital, tipo show político, por parte del presidente. Horrorizados vemos la semana pasada, durante una citación que les hace la Comisión de Salud del Congreso al ministro de Salud y a sus viceministros, cómo estos adolecen de planes para abordar la crisis hospitalaria. Nos molestó e indignó que la respuesta de las autoridades del Ministerio de Finanzas fuera contraer las compras y estudiar qué medicamentos pueden dejar de comprarse para ahorrar un poco, ya que, según ellos, «no alcanza para resolver los problemas».
La salud del pueblo sigue siendo un tema secundario para los gobernantes. ¿Hasta cuándo este pueblo seguirá siendo paciente? ¿Cuántas muertes más de guatemaltecos harán falta para exigir que se cumplan los compromisos de Estado? ¿Cuántas veces deberemos seguir recorriendo la ruta de la muerte que hoy ofrecen los hospitales por falta de un presupuesto digno?
Señor presidente, la grave crisis hospitalaria no se resuelve llevando una aspirina a estos centros hospitalarios. Exigimos de usted más seriedad para abordar esta situación de urgencia nacional. El pueblo no puede seguir muriendo.
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