Esta mañana José Rubén Zamora, director de ElPeriódico amaneció en una carceleta de la torre de tribunales en la zona 1 de la ciudad capital. En una minúscula intervención Rafael Curruchiche, jefe a cargo de la Fiscalía contra la impunidad (FECI), manifestó las razones por las cuales, desde las 16 horas del día viernes 29, fueron allanadas tanto la residencia de Zamora, en zona 12, como la sede de elPeriódico, en Mixco.
Frente a las cámaras, Curruchiche enumeró los delitos que le imputa la fiscalía. Pero esta enumeración careció de algo básico: el acusador no mencionó los hechos y las evidencias que hacen de estos actos de represión una cuestión fundamentada. El fiscal sabe que esta es una omisión grave. La acción penal del Estado debe ser pública y transparente. Justificada. Pero se ampara en un recurso cada vez más recurrente: declarar el caso en «reserva». Dicho en otras palabras, negar a la ciudadanía, a los medios de comunicación y, sobre todo, al imputado, el conocimiento de las razones.
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Curruchiche también se apresuró a aclarar que la acción no está vinculada a la labor de Zamora como periodista, una narrativa similar a la usada en Nicaragua para perseguir a la prensa. Sin embargo, no aclaró por qué fue allanado elPeriódico y retenidos varios de los trabajadores, sin ninguna explicación o razón que lo fundamente, hasta entrada la mañana del día de hoy y luego de la visita de una Jueza que practicó una exhibición personal.
Nadie sabe mayor cosa de las justificaciones para acciones tan extremas. Excepto quienes se atribuyen la detención de José Rubén Zamora y el allanamiento a elPeriódico como un éxito personal: Ricardo Méndez Ruiz, quien por un tiempo fue columnista de elPeriódico, hasta que Zamora le retiró el espacio, publicó en su cuenta de twitter que la acción del Ministerio Público obedece a una denuncia presentada por la Fundación contra el Terrorismo.
Nada nuevo tampoco.
Muchas de las denuncias en contra de fiscales, jueces, periodistas que a los ciudadanos nos sabe a represión, han tenido el mismo origen.
Resulta evidente que la acción en contra de elPeriódico no es un hecho aislado. Es parte de una sucesión que va enfilada en la misma dirección: acallar, reprimir, suprimir la disidencia.
¿Por qué un régimen justo y democrático querría ejecutar un plan semejante? ¿No se basa la sostenibilidad política de un régimen en el buen gobierno, la aprobación de la población satisfecha?
Hoy nuestra realidad está muy alejada de esas premisas que informan a los Estados de derecho contemporáneos, basados en una democracia real donde se respetan las garantías ciudadanas. Nuestra realidad se ha ido acercando peligrosamente a un abismo del cual no se divisa el fondo: un poder corrompido y sin controles o contrapesos.
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Lo más temible es que estamos consintiendo que se normalice un estado de cosas donde el poder público ya no persigue el fortalecimiento del imperio de la ley como garantía de los ciudadanos. Ahora este poder -que históricamente excluyó a poblaciones mayas y campesinas- también utiliza la ley, la tergiversa, la aplica o no de forma arbitraria, con el propósito de beneficiar a sus afines y perseguir a los opositores y, en el camino, también destruir las instituciones democráticas, sustituyéndolas por un maquillaje grotesco que se pinta de supuesta legalidad.
Nunca como ahora los ciudadanos podemos apreciar el valor de un sistema de justicia independiente. De contar con un Fiscal General y un Ministerio Público alejados de la influencia del poder ejecutivo. De poder apoyarnos en la transparencia de los procesos judiciales para tener certeza jurídica. La carencia de todas estas garantías hace que el poder coercitivo del Estado se convierta en tenebroso, antojadizo, manipulable.
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La persecución penal de Jose Rubén Zamora se une a un coro de persecuciones y acciones de represión. Hay un alarmante número de guatemaltecos exiliados y presos políticos. Otros, aparecen ya en la agenda de los alfiles encargados de impulsar las acciones de represión esperando que llegue su turno de ser acosados.
Detrás de este aparatoso manoseo de las instituciones, que ya no guarda las formas y cada día se parece más a un espectáculo grotesco, a una tiranía, hay poderosos intereses urgidos por ocultar sus acciones. La utilización de los fondos públicos, la manipulación (desde ya) del resultado de las elecciones, la entrega de los recursos naturales del país al mejor postor, el desplazamiento de comunidades completas de sus territorios. Todo el cúmulo de intereses mafiosos necesitan operar en la oscuridad.
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Los ciudadanos tenemos derecho a saber qué pasa con el ejercicio del poder público, con el uso de los recursos que todos aportamos mediante los impuestos. Los funcionarios públicos tienen obligación de responder a los requerimientos de información y, sobre todo, deben rendir cuentas.
El periodismo ha hecho una labor extraordinaria en Guatemala durante los años en los que hemos ejercido el derecho a la libre expresión del pensamiento y de libertad para conocer e investigar a los funcionarios públicos. El periodismo es un órgano de control que limita el abuso de poder.
Si esa puerta se cierra, la oscuridad será claustrofóbica y densa, nuestra vulnerabilidad hará que cada día lo vivamos con temor, arrodillados ante el crimen organizado que seguirá avanzando sin las cortapisas del Estado de derecho que dejamos desfallecer porque nunca logramos valorarlo.
José Rubén Zamora se ha ganado el respeto de la ciudadanía por su coraje, su compromiso y su capacidad de resistencia. Es un ejemplo para todos. Desde Plaza Pública manifestamos nuestro total y absoluto apoyo a su persona y también a elPeriódico en este momento de incertidumbre. Compartimos el dolor por las experiencias injustas a las que han sido sometidos y comprendemos el daño que con estos actos se le hace al país que nos sustenta. No vamos a unirnos a quienes toleran de forma pasiva estas acciones. Tenemos la fortaleza para construir un futuro mejor. Continuaremos buscando claridad desde esta tribuna para que, juntamente con el pueblo de Guatemala, hallemos la salida del laberinto en el que intentan mantenernos inmersos.